15 de noviembre de 2007
 
Crónica            
15 de noviembre de 2007

El agente oculto (I parte)

Dolia Leal Francisco

LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) - Desde hace casi medio siglo se desató una epidemia que recorre el país. Y no es precisamente el dengue, sino algo peor. Una vez adquirida, nunca podrás librarte de ella, al menos empleando medicamentos de la farmacopea tradicional o de la natural, porque esta enfermedad penetra, cala y se asienta en lo más profundo de nuestra razón, suplanta nuestro instinto de conservación y dirige hasta nuestros actos mas insignificantes. Se trata del agente oculto.

Este azote terrible ha confiscado el carácter que caracterizaba al cubano (sencillo, bonachón) y lo ha convertido en algo indefinible.

Hoy todos desconfiamos hasta de nuestra sombra y del semejante (vecino, compañero de estudio, de trabajo), ante la duda de que sea un agente oculto.

Pero esto no ha ocurrido espontáneamente, sino que ha sido el resultado de un trabajo planificado y persistente que se ha implementado utilizando el poder de los medios de comunicación. Durante décadas se han trasmitido programas destinados a sembrar la duda y un mensaje muy claro: nadie es totalmente confiable.

Esta campaña ha resultado una de las mas exitosas de las que el gobierno cubano ha llevado a cabo durante su estancia en el poder; ha cumplido su objetivo que no ha sido otro que el de dividir profundamente a la sociedad cubana. Y de este flagelo no se ha escapado la familia.

La creación de los Comités de Vigilancia Revolucionaria (CVR), posteriormente rebautizados como Comités de Defensa de la Revolución (CDR), constituyó uno de los factores que mas contribuyó a escindir a la familia cubana, debido al profundo enfrentamiento que desde sus inicios esta organización provocó entre los miembros del núcleo familiar. Se generó un odio tal que, durante años, padres e hijos no se hablaban, y los hermanos combatían unos contra los otros. En el mejor de los casos no se visitaran ni se reunían a compartir momentos penas y alegrías. Es el triste legado que el agente oculto ha dejado a la familia cubana,

Una vez sembrado el germen de la división en la familia, extenderla al resto de la sociedad fue cuestión de tiempo. Proliferaron los enfrentamientos, la delación, la falta de solidaridad, y se echaron las bases para la ruptura de la identidad y la conciencia nacional que padecemos actualmente. Hoy por hoy confiamos y esperamos más de un extranjero que de nuestros compatriotas.

Al agente oculto hay que atribuirle la introducción de un elemento innovador en nuestra condición nacional: la simulación. Esta nueva moral que desde hace décadas ha adoptada el cubano, constituye parte inseparable de su forma de ser.

El agente oculto sabe cómo manipular los elementos claves de la oposición democrática para evitar el consenso necesario que permita presentar al pueblo cubano un proyecto alternativo viable, distinto al actual estado de cosas que mantienen a la nación cubana detenida en el arcaico discurso de los años 60.


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