Espacios
culturales a la carta
Víctor Manuel Domínguez, Sindical
Press
LA HABANA, noviembre (www.cubanet.org) – Los
múltiples espacios literarios abiertos por el Instituto Cubano
del Libro en Ciudad de La Habana, muestran una diversidad temática
y de géneros que permiten visualizar el acontecer cultural
de la nación.
Sin embargo, muy pocos seguidores y críticos
del pulso literario del país suelen aprovechar estas opciones.
El contacto directo con el autor, las motivaciones
estéticas, políticas, sociales y económicas
que inspiraron el libro, así como los mecanismos de creación
y otras aristas conceptuales que anteceden el proceso creativo y
el acabado de la obra, se convierten en fuente de conocimiento para
el lector.
Si a esto le sumamos los debates de toda índole
que generan estos encuentros, no hay dudas de que constituyen el
espacio propicio para expresar libremente una opinión, ya
sea en contra o como apoyo al texto.
Y nadie me diga que no se puede hablar sobre cualquier
tema o cuestión, pues más allá de la censura
institucional, sobran los ejemplos que corroboran la amplitud de
debates nacida en estos espacios.
La presentación de libro de ensayos La causa
de las cosas, de Desiderio Navarro, presentado en uno de los habituadles
sábados del libro que se efectúa en los portales del
Palacio del Segundo Cabo, en la capital, abrió debate sobre
la política cultural cubana, donde la marginalidad de un
autor y la prohibición de libros por razones extra literarias,
estalló entre las manos del ministro de Cultura Abel Prieto,
del presidente del Parlamento Cubano, Ricardo Alarcón, y
de otros miembros del gobierno, como Iroel Sánchez, presidente
del Instituto Cubano del Libro.
Asimismo, las ventajas y desventajas del mercantilismo
editorial, la libertad temática y el empleo de cuanto mecanismo
permita la creación de una obra sólo limitada por
el talento del autor, fueron abordados con libertad de criterios,
tanto por los ponentes como por quienes estuvieron presentes en
el escenario que cada mes abre el Centro Dulce María Loynaz
para escritores y público en general.
Por otra parte, la posibilidad de adentrarse en
las contradicciones y proyectos de la revolución cubana en
cuanto a las problemáticas de género y racial (por
sólo citar algunas posibilidades temáticas confrontadas
entre especialistas del más alto nivel y el público)
se debate el último jueves de cada mes por el Consejo Editorial
y los colaboradores de la revista Tema, en su espacio permanente
del Centro Cultural Fresa y Chocolate.
Otros espacios como el que cada viernes pone a disposición
del público la librería Ateneo, conducido por la escritora
Marilyn Bobes; el Aire de Luz, el primer jueves del mes en los portales
del Palacio del Segundo Cabo, bajo la dirección de la poetisa
Basilia Papastamatiu, o el concurrido Libro a la Carta, que cada
mes tiene lugar en el Salón de los Espejos del Instituto
Cubano del Libro, son opciones no sólo para estar al día
en lo que acontece en el sector cultural del país, sino también
para discrepar, proponer soluciones y compartir criterios que abran
un camino hacia la verdadera democracia dentro de la creación
artística y literaria.
Si nos alejamos de estos espacios, debido a escepticismo
que embarga al ciudadano que ha sufrido la intolerancia de la revolución,
de seguro dejamos ese espacio a quienes como el personaje de la
novela El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, quieren que
todo cambie para que todo siga igual.
La oferta y la demanda de criterios pastan
libres en estos espacios. Se encuentran al alcance del lector en
El libro a la carta. El menú, al menos, lo escoge y pone
usted.
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