Iniciativas
ciudadanas
Juan González Febles
Llega el momento en que la ciudadanía cubana
necesita que su oposición haga cosas prácticas y efectivas.
Estas tienen que ser de muy fácil comprensión. Como
dice el viejo adagio: Sencillas como la verdad.
En estos momentos circula por el país una
iniciativa legislativa dirigida a sustituir a Fidel Castro. Aunque
la misma es justa de forma incuestionable, adolece de un aspecto
negativo. Se trata de algo que el cubano de a pie siente muy distanciado
de sus aspiraciones y necesidades del momento. A fin de cuentas
¿qué más da un hermano por otro, si todo permanece
igual?
Se trata de un caramelo para la minoría raulista
y no se disponen de golosinas para satisfacer todos los gustos.
Otro gallo cantaría ante una iniciativa ciudadana
contra el bloqueo del gobierno castrista contra el pueblo de Cuba.
Versiones corregidas y actualizadas del Proyecto Varela, pero que
afecten aspectos de la vida del país, vitales para el hombre
de a pie.
¿Cuántas firmas podrían colectarse
para una petición ciudadana que derogue la Ley General de
la Vivienda? Esta es la ley que desmiente al canciller Pérez
Roque. Lo hace cuando este afirmó sin pudor que es falso
que el cubano se encuentre privado del derecho a residir donde desee
y cambiar de domicilio cuando le venga en ganas.
También es la ley que priva al ciudadano
de su derecho a la propiedad personal. Si para el Proyecto Varela,
se colectaron 11mil 20 firmas, para esta iniciativa se colectarían
millones.
Otras iniciativas podrían atacar a las taras
que atan a las fuerzas productivas y privan de libertad económica
a la ciudadanía. Más allá de esto, la promoción
de tales iniciativas crearía el vínculo real entre
el pueblo y sus defensores tradicionales. Para la mayoría
de la población, estos defensores son de forma indefectible,
“la gente de los Derechos Humanos”.
Aunque justas, las iniciativas enmarcadas en el
“yo no coopero” pecan de muy agresivas en la idea popular.
No han conseguido “pegar” de forma efectiva en el imaginario
popular. Hacer política es hacer cosas prácticas,
sencillas e incontestables. Como afirmó el poeta norteamericano
Walt Whitman, llamado el cantor de la democracia, “Solo lo
que nadie puede negar existe”.
Hagamos la vida de la élite gobernante difícil,
con iniciativas que desmonten sus amarres totalitarios de forma
práctica.
Otra petición podría abarcar el fin
de los bufetes colectivos y la limitación de los poderes
del Ministerio del Interior. Esto garantiza a la población
abogados que hagan su trabajo. Pero de seguro, lo ideal es comenzar
por lo más sencillo: quitémosles sus zonas congeladas
y sus privilegios más escandalosos o simplemente, obliguémosles
a usar la fuerza para defenderlos.
No resulta lo mismo defender y reprimir en nombre
de principios abstractos que hacerlo para defender privilegios y
prerrogativas que son ofensivos para la mayoría.
La oposición interna y la sociedad civil
han ganado un espacio en el corazón y la mente de los cubanos,
se trata de ampliarlo. Sólo es cuestión de hacer evidente
el abismo entre las aspiraciones populares y las posiciones retardatarias
de los gobernantes.
Pidamos el fin de los privilegios de los extranjeros
y de los altos dirigentes. Exijamos el derecho a comprar automóviles
y teléfonos celulares. Pidamos a través de iniciativas
ciudadanas acceso a Internet y a la televisión por cable,
sin fronteras y exclusiones. Esto puede ser muy efectivo porque
radicaliza. Manos a la obra.
jgonzafeb@yahoo.com
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