SOCIEDAD
¡A comer vegetales!
Lucas Garve, Fundación por la Libertad
de Expresión
LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) -
Los cubanos padecemos una vez más un cambio
de hábitos. Otra vez le toca a las comidas.
Sufrimos la propaganda sobre las ventajas de la
restauración vegetariana.
¡Espere! No quiero decir sobre la reforestación
del terreno. Restauración vegetariana significa
comer vegetales. ¿Estamos? Entonces, adelante
pero sin marchitarnos.
En la radio y la televisión nacionales
contamos por lo bajo con unas cinco emisiones
dedicadas a la confección de platos, más
una emisión absolutamente didáctica
sobre cultura alimentaría donde los especialistas
en nutrición peroran sobre las dietas balanceadas
y las maravillas de los vegetales, sin dejar de
soñar con un buen bistec. ¡Nada,
hipocresías de la vida!
Todos los días en alguna emisión
de radio o de televisión nos disparan por
ojos y oídos el adoctrinamiento vegetariano.
Una campaña de alfabetización vegetariana
dirigida al público nacional con la misma
fuerza de los vientos aciclonados de la próxima
Cuaresma.
Y no es que me oponga a comer vegetales. De hecho,
siempre he privilegiado la presencia de un buen
plato de vegetales variados en la mesa por afición
a estar ausente de la consulta del proctólogo.
Pero, eso sí, como guarnición de
una buena porción de cárnicos. Además,
como vivo en Cuba desde hace bastante añitos,
reconozco que "el camino del Infierno está
empedrado de buenas voluntades".
A mí me fastidia el machaqueo con el cambio
de mis hábitos alimentarios cada vez que
a alguien se le ocurra. Hasta hoy a ningún
burócrata con mala absorción de
cárnicos se le ocurrió que consumir
vegetales mañana y tarde beneficia la salud.
Sucede que la venta de vegetales en el mercado
era asegurada por pequeños productores
que se vieron impedidos de vender sus productos
en la calle por las tantas prohibiciones del régimen.
Entonces, ante el aumento sin medida de los problemas
de hemorroides y otros trastornos de proctología,
inventaron de forma socorrida los sembrados organopónicos
en las ciudades para restablecer la venta de vegetales.
Y ahora mismo nos convidan a olvidar la carne
con papas, el calamar relleno, el fricasé
de pavo y el bistec de palomilla (el Rey de la
mesa cubana, exiliado desde hace tanto). ¡Herejías
del capital! ¡Pecados de la penetración
imperialista! ¡Traidores a la causa revolucionaria
gastronómica!
Lo peor de los burócratas cubanos no es
exclusivamente la Mesa Redonda, sino esa mediocridad
característica que vindican con su falta
de creatividad personal. En ellos campea olímpicamente
la necedad del descubrimiento perpetuo de lo reconocido
únicamente después de ser lanzada
la consigna al uso. Tristes perros de cinódromo
en una aburrida tarde de domingo cuando levantan
la barrera de salida.
Con la influencia china en el país, actualmente
una emisión semanal de propaganda sobre
el gigante asiático con imágenes
edulcoradas con toda la milenaria sabiduría
del agridulce, nos ofrece una sección de
culinaria de ese país. ¡Agárrense!
¿Y dónde rayos encuentro los ingredientes
necesarios para esos platos recomendados por expertos
maestros de cocina desde la tierra del antiguo
Celeste Imperio? Sin embargo, la comida china
está de moda (sobre todo ir a comer al
Barrio Chino), porque es más rentable que
en cualquier otro lugar, aunque haya que tener
pesos convertibles para ser aceptado.
Resulta que también nos han embargado los
hábitos gastronómicos. La consigna
de moda es comer vegetales, ¡con lo caro
que cuestan! Tal como en la Edad Media, desde
los púlpitos prometían el Paraíso
a quienes pagaran el diezmo, cumplieran con sus
devociones, creyeran sin titubeo en los dogmas
de la Fe. Estos neo sacerdotes de buró
y consignas por el socialismo y renovados mundos
posibles, pretenden conducirnos a un "soyalismo"
sin medida, ajeno a nuestras más arraigadas
tradiciones alimentarías.
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