José
y los tigres
Luis Cino
LA HABANA, Cuba, diciembre (ww.cubanet.org)
- José asegura haber visto dos tigres una noche que estaba
de guardia con su AK, cerca de Dire Dawa, en Etiopía.
Su testimonio no es muy fiable. Regresó de la guerra con
los nervios destrozados. Está alcoholizado y cuando se emborracha
cree sentir la peste de los muertos abandonados al sol del desierto
del Ogaden.
Tiene 51 años, pero aparenta mucha más edad. Cuando
lo movilizaron para enviarlo a Etiopía acababa de cumplir
los 21.
La Cuba oficial celebró por estos días el aniversario
30 del envío de la misión militar a Etiopía.
Fue la segunda aventura bélica cubana de envergadura en África.
En noviembre de 1977, Fidel Castro respondió positivamente
a la petición del gobernante etíope Mengistu Haile
Mariam de despachar tropas cubanas a Etiopía.
Hacía menos de dos meses que tropas somalíes se habían
apoderado de Jijiga, en el sudoeste de Etiopía.
En 1974, Mengistu, tras derrocar al emperador Haile Selassie, instauró
un régimen tan despótico como el del Negus, pero de
corte marxista.
La agresora Somalia había proclamado su adhesión al
marxismo en 1969 y recibía copiosas cantidades de armamento
soviético.
Puesta a elegir entre aliados, Cuba apostó por Etiopía.
Los dirigentes cubanos ya le habían tomado el gusto a la
guerra. Iniciaron con entusiasmo su segunda campaña africana.
A finales de noviembre de 1977, se inició el despliegue en
Etiopía de 17 mil soldados cubanos. Incluía 3 brigadas
de combate fogueadas en Angola. Al frente del contingente militar
fue designado uno de los mejores generales cubanos, Arnaldo Ochoa.
Los soviéticos aportaron un apoyo logístico de 80
aviones de combate, 600 tanques y 300 carros blindados.
La ofensiva cubana en el Ogadén fue arrolladora. A comienzos
de marzo de 1978, el dictador somalí Mohamad Siad Barre ordenó
la retirada.
Entonces las armas cubanas se viraron contra otros viejos aliados,
los secesionistas eritreos.
La victoria cubana en el Cuerno Africano sirvió de poco a
la causa comunista.
Etiopía siguió desgarrada por los conflictos étnicos.
Para 1990, los separatistas controlaban las provincias del norte
del país. La ayuda humanitaria internacional fue bloqueada
por las hostilidades.
Los crímenes y políticas impopulares, la sequía,
el hambre y la guerra civil condenaron al régimen. En mayo
de 1991, Mengistu Haile Mariam huyó a Zimbabwe. Actualmente
disfruta su botín en Suiza.
En 1994, Etiopía adoptó una nueva constitución
y abrazó el multipartidismo y la economía de mercado.
Eritrea proclamó su independencia en 1993.
Etiopía sigue siendo una de las naciones más pobres
de la tierra. Según datos del Banco Mundial, su PIB en 2002
era de 6.05 millones de dólares. La renta per cápita
es de 90 dólares, y la esperanza de vida de 41 años.
La tasa de mortalidad infantil es de 102 fallecidos por cada mil
nacidos vivos. El hambre en Etiopía permanece como una amenaza
constante.
Este diciembre, el miembro del Politburó del Partido Comunista
de Cuba, Esteban Lazo, viajó a Adis Abeba para participar
en la conmemoración de la llegada del contingente militar
cubano a Etiopía en 1977. Lo recibió el jefe de gobierno,
Meles Zenawi. Juntos honraron a los soldados cubanos caídos
en la guerra.
En los homenajes no se mencionó al hombre que dirigió
la misión militar cubana en Etiopía, el general Arnaldo
Ochoa. A Ochoa, que había sido condecorado como Héroe
de la República de Cuba, lo fusilaron en una base militar
al oeste de La Habana, junto a otros tres oficiales, en junio de
1989. Lo acusaron de narcotráfico. Según algunos rumores,
tramaba un golpe de estado.
A José no le gusta hablar del tema. También se enoja
cuando le dicen que Mengistu era un asesino y le discuten que en
Etiopía no hay tigres. Especialmente, si está borracho.
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