27 de diciembre de 2007

El año en que Castro no murió


MIGUEL COSSIO


Durante 49 años millones de cubanos en la isla y en el exilio han deseado la desaparición de Fidel Castro. Parecía que en el 2007 iba a suceder; pero no fue así.

Quedó incumplido el vaticinio del ex director de inteligencia nacional, John Dimitri Negroponte, de que a Castro le quedaban meses y no años de vida.

Fallaron funcionarios, politólogos, entendidos en espionaje, periodistas y babalaos.

El hombre sigue medio vivo. O tal vez medio muerto.

Raúl Castro asegura que el comandante ''ha ganado peso corporal, hace dos horas de ejercicios todos los días, se recupera, lee más que nunca, escribe y se le consultan las decisiones trascendentales'' del país.

Hugo Chávez, sin embargo, extraña su presencia física, según acaba de confesar en lo que parece ser una adelantada nota necrológica acerca de una conversación ''muy sentida'' que tuvo con su padre político durante el viaje a Cuba que hizo hace menos de una semana.

Como dijo Yogi Berra, aquel famoso jugador y mánager de los Yankees, ``esto no se acaba hasta que se acaba''.

Tras diecisiete meses de espera y angustia informativa, Castro sigue encerrado en el dugout, sin salir siquiera al bull pen a calentar el brazo. Eso sí, ha sido postulado para el Juego de las Estrellas de la política cubana, que es la Asamblea Nacional del Poder Popular.

La carta que envió a la Mesa Redonda de la televisión oficial, en la que supuestamente insinúa que va a colgar el guante, tiene por lo menos dos interpretaciones. O de veras piensa colgarlo y aspira a seguir jugando en el papel de coach de tercera base. O está exigiendo que se le respete el turno de cuarto bate. La mención a Niemeyer sobre que hay que ser consecuente hasta el final confirma lo dicho por Berra. ''El béisbol es noventa por ciento mental. La otra mitad es físico''. La política también. Hasta el out 27.

A lo largo de este año, Castro murió y volvió al terreno de juego, aunque de manera virtual, en decenas de ocasiones, a través de artículos, fotos y testimonios de quienes supuestamente lo veían o se comunicaban con él.

Sólo Raúl, Chávez, Evo Morales, Lage, Pérez Roque y Alarcón continúan repitiendo la cantaleta de que Fidel entrena y que va a regresar. Del lado opuesto, las especulaciones sobre su muerte siguen circulando. Hay quien afirma que, como Hibernatus, permanece guardado en un congelador.

El año en que Castro no murió fue de decepción, de más sombras que luces. En Cuba no hubo un solo cambio de parte del régimen para hacer más llevadera la vida miserable de la gente. El país se hizo más dependiente de Venezuela. El 2007 cerró con un exagerado tributo mediático a Chávez, quien se ve a sí mismo como el sucesor de Castro.

La buena noticia fue que mientras los venezolanos decían no a la reforma constitucional del coronel, en Cuba la oposición interna cobraba fuerza y sus acciones exasperaban una vez más al gobierno y a su policía política. La prueba quedó registrada en los medios. La prensa internacional acreditada en La Habana reportó violentos actos de repudio, encarcelamientos y hechos de represión contra opositores.

Aquí, en el preámbulo de las elecciones presidenciales, Estados Unidos mantuvo su política de statu quo hacia el régimen, sacudido en las últimas semanas por el incremento del número de cubanos que decidió escapar o no regresar a la isla. Entre ellos, se incluyen reconocidas figuras del mundo del arte y el espectáculo.

El 2007 refrendó lo que ha ocurrido desde 1959: Cuba es una isla en fuga. Una isla en agonía.

Castro no murió. Pero está sufriendo el peor de los castigos que pudo imaginar: apagarse minuto a minuto, fuera del ejercicio directo del poder, prisionero en su propio esqueleto, enclenque, impotente.


Director editorial y de noticias.

América TeVe Canal 41

 
 
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