El
verdadero hombre nuevo
Tania Díaz Castro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Continúo
con mi optimismo habitual y voy a referirme a la sociedad cubana.
Poco a poco, como va todo, y a medida que el castrismo envejece
y se deteriora cada vez más, la sociedad cubana ha dado importantes
pasos de avance hacia la democracia. En mis crónicas anteriores
hice alusión a aquellos personajes célebres de nuestro
pasado, vendedores ambulantes que han surgido de nuevo, seguramente
para no desaparecer nunca más. También a cierta apertura
en la prensa oficialista a través de colegas autorizados,
claro esta, pero que muestran cada día y cada año
cómo bajo el modelo socialista cubano muchos grandes problemas
del país resultan imposibles de solucionar.
Como dije al principio, hoy quiero hablarles un poco de los barrios,
pueblos y ciudades donde vivimos los cubanos. ¿Acaso hemos
observado detenidamente cómo han logrado convivir en paz
y armonía castristas -cada vez menos- y anti castristas -cada
vez más- en sus respectivas cuadras y barrios? Por experiencia
les digo que los cubanos hemos llegado a la conclusión de
que nuestro mejor destino no es seguir siendo enemigos, como intentó
lograr para siempre el sistema represivo de la dictadura castrista,
obligando a que personas partidarias de su régimen odiaran
a aquellos que decidían marcharse del país y les lanzaran
huevos, piedras y cualquier cosa que encontraran por el camino.
Esta historia, como todas, tuvo su comienzo, a principio de los
años ochenta del siglo pasado, cuando los gusanos, cubanos
idos a Estados Unidos, se convirtieron de la noche a la mañana
en mariposas cargadas de efectos electrodomésticos para sus
familiares en Cuba, y grandes gusanos coloridos repletos de objetos
que en treinta años no se veían en la Patria.
Desde entonces, es la pura verdad, disidentes y revolucionarios
tienen buenas relaciones hasta en el mismo piso de un edificio.
No importa si son fiscales, policías o políticos.
Todos se llevan bien y la política ya no es tema de discusión
entre los vecinos.
Personalmente he tenido esa experiencia, sobre todo a lo largo de
los últimos casi veinte años.
¿Quiere decir esto que la gente está cansada de tanto
odio, por suerte mal sembrado por el régimen en la población?
¿O será que tanto se ha luchado por lograr el Hombre
Nuevo del Socialismo, que el resultado es, al parecer, un hombre
nuevo, sí, pero un hombre nuevo solidario, humano, sociable
con todos, en vías de mejoramiento y con el corazón
lleno de amor hacia el prójimo y optimismo por el futuro,
que no será otra cosa que la democracia, porque sólo
en democracia conviven en paz los hombres con diferentes ideas y
criterios sobre la vida, la política y todo lo demás?
Deberíamos de pensar un poco más sobre este tema sin
dejar de echar a un lado, claro esta, la intransigencia del régimen,
cuando insiste en sus medios de prensa en llamar camaján
a un líder querido por la oposición, como es el caso
de Elizardo Sánchez Santa Cruz, y decir horrores de Estados
Unidos, hacia donde tantos cubanos quisieran emigrar.
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