Ajiaco
miamense
Oscar Mario González
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Para los
que desalientan un cambio en la Isla agitando el fantasma de un
exilio cubano revanchista y vengativo no hay mayor mentís
que el ejemplo de la comunidad cubana asentada en Estados Unidos.
La primera reconciliación fue entre los simpatizantes
y colaboradores de la dictadura de Fulgencio Batista y los miembros
del gobierno revolucionario, entre los cuales abundaban figuras
destacadas de la gesta acaudillada por Fidel.
Posteriormente figuras como la del general Rafael
del Pino, destacado piloto de las fuerzas armadas castristas que
combatió con éxito durante el desembarco de Bahía
de Cochinos, desviaba una avioneta rumbo a Miami y era recibido
por los veteranos de la Brigada 2506. Ambos se fundían en
un abrazo y los días en que se enfrentaban en fiero combate
y en lados opuestos parecían ser parte de un pasado del cual
preferían no acordarse
Después se iría incrementando el exilio
con presos políticos del régimen, dirigentes de los
Comités de Defensa de la Revolución, viceministros,
lideres del Partido Comunista, ciudadanos simples que siempre siguieron
el juego del simulacro político y nunca levantaron una queja
contra el gobierno, aparentes simpatizantes del gobierno comunista,
cooperantes de la Seguridad del Estado, espías infiltrados.
En, fin de todo un poco como en botica y como las viandas en un
ajiaco.
El ejemplo más reciente fue del de Carlos
Otero, el comunicador más afamado de la televisión
cubana. Animador de indiscutible, talento tenía un programa
especial en la pantalla chica lo cual, en un país sometido
al control policial, dice bastante de la confianza de que gozaba
en los predios gubernamentales.
Al llegar al “Imperio” -del que tanto
se reniega de diente para afuera pero al que todos quieren ir a
parar -, declaró que le había llamado la atención
con el cariño y simpatías con que lo había
acogido el exilio cubano
Ciertamente, el cubano, para bien y no para mal,
es poco dado al rencor y algo olvidadizo en el agravio; más
aun tratándose de una situación histórica como
la de medio siglo de totalitarismo, que tiende a convertir en cómplice
a toda la población esclavizada.
No son especulaciones mías. Ahí
esta la historia. Cierto es que la semana que siguió a la
caída de Gerardo Machado fueron asesinados, según
algunos investigadores, algo mas de mil funcionarios y colaboradores
de la dictadura. Porque el cubano, eso si, es apasionado. Pero pasada
la furia y el calor del primer momento, importantes personalidades
del machadato como Orestes Ferrara y Ramiro Guerra, entre otros,
continuaron su vida intelectual y política sin que la pasada
complicidad con Machado los anulara.
Más ejemplarizante aún la reconciliación entre
patriotas independentistas, autonomistas, guerrilleros que en la
víspera combatían a los mambises en el campo de batalla,
voluntarios y españoles, luego del cese de la guerra de independencia
a mediados de l898. Por supuesto que en tal circunstancia fue muy
provechosa la presencia de los Estados Unidos en la contienda, quiéranlo
o no reconocer algunos antinorteamericanistas.
Criticado por unos y elogiado por otros el cubano es poco rencoroso
y si bien es cierto que la paz sólo es duradera y legítima
cuando se asienta en la justicia, no es menos verdadero que con
odios y rencores no se puede fundar una nación. Más
aun cuando los agravios han sido tan generalizados, promovidos y
refrendados por un poder totalitario cuya existencia exige la división
entre los miembros de la sociedad.
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