La manzana envenenada
Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Si
Blanca Nieves hubiera sido cubana, a menos que se dedicara a la
prostitución, nunca hubiera sido envenenada por cuenta de
las maquinaciones de su madrastra, al menos, no con una manzana.
Isaac Newton jamás hubiera descubierto la Ley de la Gravedad;
a no ser que por disentir de lo establecido algún pro-castrista
le hubiese pegado con un palo en la cabeza y en medio de su gravedad,
hubiera podido meditar en una obscura mazmorra del régimen.
En Cuba conseguir una manzana, una pera, o una uva,
no es un tan sólo un lujo, sino una quimera para la mayoría
de la población.
Los trastornos que sufren los ciudadanos al acercarse
a estos productos, disponibles únicamente en las estanterías
de las tiendas de venta en divisa, no son un síntoma de intoxicación
por envenenamiento con el aroma, sino un síndrome de asombro
y descontento, debido a los altísimos precios impuestos por
el gobierno. “Los turistas no vienen a comer manzanas a Cuba;
los compradores suelen ser cubanos” –expresó
vendedor.
Cada manzana es vendida por el gobierno en 50 centavos
CUC (unos 70 centavos de dólar). Un paquete de una libra
de uvas californianas cuesta 6 CUC (8 dólares) y más.
Las peras andan por el cielo y el resto de los productos de similar
origen también. Puedo agregar que el arroz de buena calidad
es destinado exclusivamente a los centros turísticos, restaurantes
y mercados que venden en moneda convertible y sólo en raras
oportunidades es distribuido al pueblo a través de la libreta
de racionamiento, a razón de seis libras mensuales por persona.
¿Cómo reacciona una madre cuando el
hijo se quiere comer una manzana? Reclamo lógico, ante la
proliferación de lugares de venta en divisas: cafeterías,
restaurantes, mercados, donde están disponibles.
El salario básico mensual de un trabajador
es de 250 pesos (una moneda prácticamente sin valor) que
al ser cambiados equivalen a 14 dólares. Hay ciudadanos que
ganan más u obtienen beneficios adicionales, pero son muy
pocos y casi siempre están relacionados con el gobierno,
o realizan actividades ilícitas que conllevan el riesgo de
encarcelamiento.
Para los pensionados la situación económica
es peor y vale agregar que la población cubana envejece a
ritmo acelerado debido a la emigración, la ausencia de inmigración
y la bajísima tasa de natalidad. Los cubanos se niegan a
tener hijos en las presentes condiciones de vida, y como agravante,
muchos jóvenes marchan al exterior, o anhelan hacerlo. Las
discordias y problemas, que no se deben a una manzana, sino a la
limitación de las libertades, hacen que gran parte de los
cubanos quieran emigrar.
En el caso de personas que reciben remesas
familiares, estas sufren un descuento impositivo de 18% sobre los
envíos, más un 2% por la operación bancaria.
Para ellos, con este 20 % de desvalorización, el costo real
de una manzana casi llega a 1 dólar. ¡Ni que estuvieran
comprando oro! Los precios están muy por encima de los de
los países desarrollados. Se trata de una verdadera estafa,
otra más, montada por el régimen contra el pueblo.
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