Navidad
2007
Oscar Mario González
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Para
los países de cultura occidental y tradiciones cristianas,
como Cuba, la navidad es la fiesta de mayor acogida popular. Sin
embargo, a partir de l970 y arguyendo razones económicas,
suspendieron su celebración y sin que mediara ningún
decreto, empezó a ser considerada como costumbre reaccionaria
y discordante; impropia de un verdadero revolucionario.
Los que se atrevían a celebrar la nochebuena o exhibían
el árbol de navidad eran tenidos como gente ignorante, en
el mejor de los casos y, reaccionaria o desafecta de manera generalizada,
si acaso no pasaban a engrosar la lista negra de los contrarrevolucionarios
lo cual en un país totalitario sitúa al individuo
en un limbo existencial entre el mundo de los vegetales y el inanimado.
Pero siempre hubo suficientes cubanos que desafiaban la animadversión
del gobierno para ser fieles al recién nacido del pesebre
de Belén y a su mensaje de paz y concordia. Esta lealtad
hizo posible que en l997, como preludio a la visita del Papa Juan
Pablo II y con la autorización del gobierno cubano declarando
festivo el 25 de diciembre, se iniciara el resurgimiento de la navidad
como festividad popular. Así, pues, este año de 2007
los cubanos festejan la oncena etapa navideña de manera no
furtiva; sin la oposición de las autoridades.
Mas al hablar de este periodo, hemos de tener presente que la navidad
invoca un nacimiento como brote de esperanza que, para muchos, es
foco de un mensaje de salvación y para todos, el advenimiento
de un nuevo año con sus promesas y expectativas.
Indiscutiblemente la navidad es promesa, espera, deseos, ilusiones
y sobre todo esperanza. Creencia en el porvenir, receso de la duda,
del pesimismo y la desconfianza. Quizás el signo más
desconsolador en el estado de ánimo de un país sea
la ausencia de expectativas en los albores de un nuevo año.
Los cubanos, sin duda, atraviesan por los momentos más tristes
de estas últimas cinco décadas. La incertidumbre,
la impotencia y el desaliento son los tres signos que mejor identifican
el sentimiento de los hijos de esta tierra en la presente navidad
de este año de 2007. Parece como si todo lo malo se hubiese
dado cita en este pedacito de mundo insular. Y es que cuando los
pueblos se sienten muy desdichados acuden a una especie de diteísmo
donde el Dios del bien y el dios del mal parecen igualados en poder
y presencia. De tal modo para muchos el país parece haber
caído en poder del diablo en el reparto de influencias entre
el bien y el mal. Para ellos, con supersticiosa certidumbre, Cuba
esta “salá” que entre nosotros el la peor expresión
de la mala suerte.
Pero para otros cubanos- no importa cuantos sean pues en los momentos
angustiosos de los pueblos siempre han sido minoría- el día
viene llegando y pica bien cerca. Está próximo el
día en que se abran las prisiones y el reencuentro entre
los presos de conciencia y sus familiares sea una mezcla de lágrimas
de alegría y dolor, ambos por la dicha de sentirse juntos.
Está cercano el día en que vayamos
a las urnas, no a perpetuar a un régimen indeseable, sino
a elegir, sin miedo alguno, a los hombres y mujeres que han de dirigir
los destinos de la patria. Con el único peligro de una mala
selección y la posibilidad democrática de la rectificación
electoral. No están distantes los álamos bajo cuya
sombra podamos pasear sin volver la cara temerosos y estrechemos
la mano del vecino con la seguridad del calor amigo y, los que están
fuera con los de adentro, se confundan en un abrazo y la separación
pase a ser un mal recuerdo de lo que nunca debió de haber
sido. Y todo ello, bien pudiera ser para la próxima navidad.
¿Por qué no?
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