¿Llegan
los cambios a Cuba?
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Desde
que el General Raúl Castro asumió provisionalmente
el poder a fines de julio de 2006, ha sido constante la espera de
cambios trascendentales en la economía que pudieran aliviar
la desesperada situación que atraviesa el pueblo cubano desde
hace muchos años.
Esta ansiedad por transformaciones se ha acrecentado
impulsada por su discurso en julio pasado en el cual, junto a fuertes
críticas al estado de la economía y el reconocimiento
de que los salarios no alcanzan para vivir, indicó la posibilidad
de cambios estructurales y de conceptos. Posteriormente, sus palabras
se discutieron en reuniones del partido comunista, centros de trabajo
y otros lugares, donde se efectuaron cientos de miles de críticas
y propuestas, según informaciones oficiales.
Hoy el deseo de cambios es inmenso y abarca todos
los estratos de la sociedad cubana, comprendida ampliamente la militancia
del partido comunista. Una muestra de ello puede apreciarse en el
artículo Viaje al Centro de la Tierra, primera parte, del
diario Juventud Rebelde del 16 de diciembre pasado, en el cual abiertamente
se proclama la necesidad de transformaciones radicales en la agricultura,
esencialmente mediante la entrega de tierra a los campesinos.
Mucho de lo planteado en ese trabajo sobre el estado
desastroso de la agricultura cubana, así como datos que demuestran
la caída en barrena de la producción agropecuaria,
había sido denunciado desde hace tiempo por la perseguida
prensa independiente y disidencia cubana, por lo cual hoy más
que nunca resulta injusta la prisión de los activistas pacíficos
que en infrahumanas condiciones cumplen condenas de hasta 28 años
de cárcel.
El análisis del artículo también
se basa en entrevistas a decenas de campesinos y a dirigentes de
la agricultura, incluidos funcionarios de las Cooperativas de Producción
Agropecuaria (CPA), de las Unidades Básicas de Producción
Cooperativa (UBPC), y Orlando Lugo Fonte, presidente de la Asociación
Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).
De las entrevistas se desprende la actitud altamente
positiva de los campesinos privados, la fuerza más vital
de la agricultura cubana, por la receptividad a la reforma. Esta
posición contrasta con la posición de los dirigentes
de las CPA y las UBPC, quienes no se muestran tan dispuestos a los
cambios debido a los mecanismos burocráticos estatales a
que están sujetos.
Hay que reconocer que Lugo Fonte, miembro del Comité
Central del PCC y dirigente muy ligado a las altas esferas del gobierno,
tocó la esencia del problema cuando señaló:
“La clave de la alimentación del pueblo está
en darle recursos a quienes tienen tierra; darle tierras a los que
quieran y merezcan tenerla, y resolver los problemas de la comercialización”.
Por supuesto, esta apreciación, en principio justa, deberá
verse en la práctica. Allí sí se aplican esos
principios, deberá garantizarse la real liberación
de las fuerzas productivas mediante la entrega de tierra a los campesinos
y a las personas interesadas en cultivarla, y respetar el derecho
de los productores para tomar decisiones sin la actual injerencia
estatal ni influencias partidistas. Debe acompañarse de la
creación de mecanismos racionales para la adquisición
por los campesinos de los recursos necesarios y vender sus productos;
sin olvidar el acceso a fuentes crediticias bajo condiciones favorables,
estimuladoras de la ruda actividad agropecuaria.
Ciertamente, se ven movimientos alentadores hacía
la introducción en la agricultura de las necesarias reformas,
aunque todo debe observarse con mucha cautela. Habrá que
esperar los próximos artículos de esta serie para
tener una idea más concreta sobre lo que se intenta realizar.
Además, la próxima sesión de la Asamblea Nacional
deberá arrojar alguna luz sobre los propósitos del
gobierno. El tiempo pasa y la situación alimentaría
se complica. Como el artículo señala, los precios
de los alimentos en el mercado internacional se incrementan notablemente
debido, en primer lugar, al aumento del nivel de vida de muchas
naciones, especialmente China e India, donde vive la tercera parte
de la población mundial, así como otros factores como
el desarrollo de la producción de combustibles a partir de
los cereales y otros cultivos agrícolas.
Cuba no puede seguir dándose el lujo de mantener
el 50,0% de las tierras cultivables ociosas, llenas de malezas,
o deficientemente explotadas; no puede de ningún modo seguir
importando el 84,0% de los alimentos que en su mayoría pueden
ser producidos en el país. Lo único necesario para
empezar a resolver esta absurda situación es voluntad política.
La derrota de Hugo Chávez en el reciente referendo, muestra
la urgencia de que la economía del país se sostenga
sobre sus pies y se libere de la dependencia extranjera.
Las reformas deberán comenzar precisamente
en el sector agrícola con miras a extenderlas a otras esferas
de la economía, a través de la eliminación
de las ataduras al relativamente importante potencial productivo
existente, bloqueado por tantos años.
|