Crónica           IMPRIMIR
25 de diciembre de 2007

¿Llegan los cambios a Cuba?

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Desde que el General Raúl Castro asumió provisionalmente el poder a fines de julio de 2006, ha sido constante la espera de cambios trascendentales en la economía que pudieran aliviar la desesperada situación que atraviesa el pueblo cubano desde hace muchos años.

Esta ansiedad por transformaciones se ha acrecentado impulsada por su discurso en julio pasado en el cual, junto a fuertes críticas al estado de la economía y el reconocimiento de que los salarios no alcanzan para vivir, indicó la posibilidad de cambios estructurales y de conceptos. Posteriormente, sus palabras se discutieron en reuniones del partido comunista, centros de trabajo y otros lugares, donde se efectuaron cientos de miles de críticas y propuestas, según informaciones oficiales.

Hoy el deseo de cambios es inmenso y abarca todos los estratos de la sociedad cubana, comprendida ampliamente la militancia del partido comunista. Una muestra de ello puede apreciarse en el artículo Viaje al Centro de la Tierra, primera parte, del diario Juventud Rebelde del 16 de diciembre pasado, en el cual abiertamente se proclama la necesidad de transformaciones radicales en la agricultura, esencialmente mediante la entrega de tierra a los campesinos.

Mucho de lo planteado en ese trabajo sobre el estado desastroso de la agricultura cubana, así como datos que demuestran la caída en barrena de la producción agropecuaria, había sido denunciado desde hace tiempo por la perseguida prensa independiente y disidencia cubana, por lo cual hoy más que nunca resulta injusta la prisión de los activistas pacíficos que en infrahumanas condiciones cumplen condenas de hasta 28 años de cárcel.

El análisis del artículo también se basa en entrevistas a decenas de campesinos y a dirigentes de la agricultura, incluidos funcionarios de las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA), de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC), y Orlando Lugo Fonte, presidente de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP).

De las entrevistas se desprende la actitud altamente positiva de los campesinos privados, la fuerza más vital de la agricultura cubana, por la receptividad a la reforma. Esta posición contrasta con la posición de los dirigentes de las CPA y las UBPC, quienes no se muestran tan dispuestos a los cambios debido a los mecanismos burocráticos estatales a que están sujetos.

Hay que reconocer que Lugo Fonte, miembro del Comité Central del PCC y dirigente muy ligado a las altas esferas del gobierno, tocó la esencia del problema cuando señaló: “La clave de la alimentación del pueblo está en darle recursos a quienes tienen tierra; darle tierras a los que quieran y merezcan tenerla, y resolver los problemas de la comercialización”. Por supuesto, esta apreciación, en principio justa, deberá verse en la práctica. Allí sí se aplican esos principios, deberá garantizarse la real liberación de las fuerzas productivas mediante la entrega de tierra a los campesinos y a las personas interesadas en cultivarla, y respetar el derecho de los productores para tomar decisiones sin la actual injerencia estatal ni influencias partidistas. Debe acompañarse de la creación de mecanismos racionales para la adquisición por los campesinos de los recursos necesarios y vender sus productos; sin olvidar el acceso a fuentes crediticias bajo condiciones favorables, estimuladoras de la ruda actividad agropecuaria.

Ciertamente, se ven movimientos alentadores hacía la introducción en la agricultura de las necesarias reformas, aunque todo debe observarse con mucha cautela. Habrá que esperar los próximos artículos de esta serie para tener una idea más concreta sobre lo que se intenta realizar. Además, la próxima sesión de la Asamblea Nacional deberá arrojar alguna luz sobre los propósitos del gobierno. El tiempo pasa y la situación alimentaría se complica. Como el artículo señala, los precios de los alimentos en el mercado internacional se incrementan notablemente debido, en primer lugar, al aumento del nivel de vida de muchas naciones, especialmente China e India, donde vive la tercera parte de la población mundial, así como otros factores como el desarrollo de la producción de combustibles a partir de los cereales y otros cultivos agrícolas.

Cuba no puede seguir dándose el lujo de mantener el 50,0% de las tierras cultivables ociosas, llenas de malezas, o deficientemente explotadas; no puede de ningún modo seguir importando el 84,0% de los alimentos que en su mayoría pueden ser producidos en el país. Lo único necesario para empezar a resolver esta absurda situación es voluntad política. La derrota de Hugo Chávez en el reciente referendo, muestra la urgencia de que la economía del país se sostenga sobre sus pies y se libere de la dependencia extranjera.

Las reformas deberán comenzar precisamente en el sector agrícola con miras a extenderlas a otras esferas de la economía, a través de la eliminación de las ataduras al relativamente importante potencial productivo existente, bloqueado por tantos años.

 

 
 
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