Crónica           IMPRIMIR
24 de dciiembre de 2007

Hace mutis el general # 2

Juan González Febles

LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) -En La Habana, indicios inquietantes presagian el fin inminente para el recién nacido Raulato. Con un tiempo escaso y peor aprovechado, la mini era raulista parece llegar a su fin. Regresa “Fidel I el Terrible”.

La eliminación de Eliades Acosta de la nómina coral del parlamento cubano, junto a la censura de una entrevista por él concedida a la página digital Cubarte, parecen suficientes elementos para que círculos cortesanos castristas apuesten por lo peor.

Otros indicios señalan el anunciado fin del humorístico televisivo Punto G, promovido por la Sra. Mariela Castro y contramarchas en la esfera agrícola relacionadas con pagos que Fidel Castro consideró excesivos.

Tradicionalmente, Castro no tolera la presencia de nuevos acaudalados en Cuba. Sólo extranjeros, él mismo y los que eventualmente ya ha designado.

Dicen los conocedores del protocolo no escrito para la corte castrista, que la ausencia de Raúl Castro en Santiago de Cuba en la conmemoración del alzamiento del 30 de noviembre de 1956 y el hecho de que la ofrenda floral recibida fuera sólo la enviada por Fidel Castro, marcan una sensible diferencia.

La postulación por Santiago de Cuba y la previsible reelección de Fidel Castro en los venideros comicios, son hados adversos de un devenir sombrío para todos.

Ciertamente, y al cabo de una demasiada larga vida, Fidel Castro logró la unidad que siempre anheló: Todos desean que Dios lo acoja…pronto.

Su regreso al poder se vislumbra como una desgracia, como un cataclismo, en fin, como un desastre de no calculadas proporciones.

Por lo pronto, se espera que Mesa Redonda vuelva para eternizar su permanencia en las pantallas y que el noticiero de televisión se vaya más allá del tiempo que tiene asignado. Algunos piensan que si no está en condiciones de agobiar al público con discursos interminables, Castro ordenará televisar el Aló presidente del discípulo amado, que es muchísimo peor.

Ocultistas, adivinos, astrólogos y hechiceros de toda laya afirman que Fidel Castro es una reencarnación del zar ruso Iván el Terrible. Para ello echan mano a toda una serie de circunstancias que pudieran ser o no fortuitas. Desde confluencias estelares, hasta médium en contacto con espíritus relevantes.

Lo cierto es que ambos (Fidel e Iván) impusieron en sus respectivos países un estilo de gobierno que guarda inquietantes semejanzas. Esta puede ser la mala noticia. La buena es que al menos Iván reservó lo mejor de sus horrores para sus propios cortesanos. No se trata de que el pueblo la pasara bien bajo su mandato, sólo que los nobles la pasaron peor. En fin, algo tenía que tocarles.

Aquí se adelantaron mucho en eso de enterrar al viejo. No se bailó en las calles como en Miami, pero algo se hizo. Desde reuniones para decir cosas o casi todas las cosas, hasta tormentas de e-mails, etc. Pero no hay que preocuparse tanto.

Fidel Castro o si lo prefieren Fidel I el Terrible, está viejo, cansado, desgastado y enfermo. No es el mismo de hace 20 años. Faltan los bríos y la juventud para el enroque final o para cualquier otro tipo de tremendismo. Sólo queda esperar tranquilos por el inevitable desenlace, cuando ocurra.

Cuando llegue su fin, en Cuba se le culpará de todo lo malo de las últimas más de cuatro décadas. La élite sobreviviente optará por un modelo chino, vietnamita o marciano. Algo que les permita vivir con un margen mínimo de paz y el sosiego necesario, para disfrutar el botín. Antes, claro está, habrá que diluir o asimilar a la oposición interna, como se hizo en Rusia.

Nada se ha perdido. Sólo es cuestión de tiempo. El conteo final comenzó de todas formas.

 

 
 
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