El
triunfalismo de nuestra prensa oficialista
Tania Díaz Castro
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Algunos periodistas que
ejercieron su profesión en los años cuarenta y cincuenta
del siglo pasado y que aún viven, buscan una explicación
al hecho de haber podido publicar sus escritos de denuncia en medios
de prensa propiedad de empresarios pertenecientes a las clases dominantes.
En busca de esa explicación alegan que se
trataba de una contradicción, un misterio, una incógnita.
Por supuesto que no hay nada de eso. ¿Si Fidel
Castro, Eduardo R. Chivás, Raúl Roa, y muchos otros,
escribieron sobre la corrupción política de aquella
época, sobre la realidad del país, precisamente en
una prensa, como ellos pensaban, a favor de la burguesía,
es, sencillamente, porque vivían en democracia, porque la
prensa no estaba controlada por ningún gobierno.
No fue un error de aquellos propietarios de medios
de información ofrecer libertad a los periodistas. Fidel
Castro, a su llegada al poder, y casi de inmediato, sin hacer consultas
populares ni pensarlo mucho, lanzó a la calle a patadas a
aquellos propietarios de periódicos, revistas, canales de
televisión y emisoras radiales, incluyendo a su más
fuerte colaborador de los años cincuenta, Miguel Ángel
Quevedo, propietario de Bohemia, quien se suicidó al poco
tiempo en Venezuela, arrepentido de la libertad que había
otorgada a su Revista y el apoyo al amigo guerrillero.
Y algo más, aquella prensa de los años
cincuenta, pese a los seis años de dictadura de Fulgencio
Batista -1952-1958- gozó de una segunda virtud: no practicaba
el triunfalismo como lo hace la prensa castrista actual, la que
con su alarde de fuerza da muestras excesivas de confianza en la
teoría del gobierno que la paga, dirige y controla.
Tanta libertad había en aquellos tiempos de
democracia que hasta el colega Oscar Pino Santos, periodista de
Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular, y teniendo
unos veintitantos años, escribía para la revista Carteles,
junto a Raúl Corrales, este último con sus fotos de
campesinos desarrapados y hambrientos.
Pero no debemos de sentirnos derrotados. La libertad
para nuestros medios de información podrá regresar
en cualquier momento. Hasta podremos ver de nuevo a las revistas
Sputnik y Life en los estanquillos públicos, y los periódicos
como El Nuevo Herald y muchos otros que están completamente
prohibidos en Cuba. Hasta la prensa independiente, compuesta por
unos cien colegas, tendrá su espacio para escribir libremente
en nuestro país.
Que las cosas, poco a poco van cambiando es verdad.
Les pondré tres ejemplos: el colega José Alejandro
Rodríguez escribe en el periódico Juventud Rebelde,
autorizado por supuesto, sobre los graves males de nuestra sociedad
que no tienen solución bajo el régimen castrista,
males que se repiten cada día y cada año.
Otra cosa que nos sorprendió en días
pasados fue ver publicada el 9 de diciembre pasado en Juventud Rebelde
una ridícula caricatura hecha al Comandante Raúl Castro
por el destacado humorista gráfico cubano Pedro Méndez
Suárez, quien obtuvo con ese trabajo el Primer Premio en
el XIX Salón Nacional de Caricatura Personal Juan David,
en el Museo del Humor, de San Antonio de los Baños.
¿Y qué me dicen de ese hecho sin precedentes
bajo el castrismo, cuando en días pasados la televisión
cubana y la prensa escrita reprodujo de manera íntegra un
discurso de George W. Bush, con una duración de 30 minutos?
¿Cuántos cubanos no se pellizcaron pensando que soñaban?
A paso de tortuga, pero las cosas están
cambiando.
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