Crónica           IMPRIMIR
24 de dciiembre de 2007

El triunfalismo de nuestra prensa oficialista

Tania Díaz Castro


LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Algunos periodistas que ejercieron su profesión en los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado y que aún viven, buscan una explicación al hecho de haber podido publicar sus escritos de denuncia en medios de prensa propiedad de empresarios pertenecientes a las clases dominantes.

En busca de esa explicación alegan que se trataba de una contradicción, un misterio, una incógnita.

Por supuesto que no hay nada de eso. ¿Si Fidel Castro, Eduardo R. Chivás, Raúl Roa, y muchos otros, escribieron sobre la corrupción política de aquella época, sobre la realidad del país, precisamente en una prensa, como ellos pensaban, a favor de la burguesía, es, sencillamente, porque vivían en democracia, porque la prensa no estaba controlada por ningún gobierno.

No fue un error de aquellos propietarios de medios de información ofrecer libertad a los periodistas. Fidel Castro, a su llegada al poder, y casi de inmediato, sin hacer consultas populares ni pensarlo mucho, lanzó a la calle a patadas a aquellos propietarios de periódicos, revistas, canales de televisión y emisoras radiales, incluyendo a su más fuerte colaborador de los años cincuenta, Miguel Ángel Quevedo, propietario de Bohemia, quien se suicidó al poco tiempo en Venezuela, arrepentido de la libertad que había otorgada a su Revista y el apoyo al amigo guerrillero.

Y algo más, aquella prensa de los años cincuenta, pese a los seis años de dictadura de Fulgencio Batista -1952-1958- gozó de una segunda virtud: no practicaba el triunfalismo como lo hace la prensa castrista actual, la que con su alarde de fuerza da muestras excesivas de confianza en la teoría del gobierno que la paga, dirige y controla.

Tanta libertad había en aquellos tiempos de democracia que hasta el colega Oscar Pino Santos, periodista de Hoy, órgano oficial del Partido Socialista Popular, y teniendo unos veintitantos años, escribía para la revista Carteles, junto a Raúl Corrales, este último con sus fotos de campesinos desarrapados y hambrientos.

Pero no debemos de sentirnos derrotados. La libertad para nuestros medios de información podrá regresar en cualquier momento. Hasta podremos ver de nuevo a las revistas Sputnik y Life en los estanquillos públicos, y los periódicos como El Nuevo Herald y muchos otros que están completamente prohibidos en Cuba. Hasta la prensa independiente, compuesta por unos cien colegas, tendrá su espacio para escribir libremente en nuestro país.

Que las cosas, poco a poco van cambiando es verdad. Les pondré tres ejemplos: el colega José Alejandro Rodríguez escribe en el periódico Juventud Rebelde, autorizado por supuesto, sobre los graves males de nuestra sociedad que no tienen solución bajo el régimen castrista, males que se repiten cada día y cada año.

Otra cosa que nos sorprendió en días pasados fue ver publicada el 9 de diciembre pasado en Juventud Rebelde una ridícula caricatura hecha al Comandante Raúl Castro por el destacado humorista gráfico cubano Pedro Méndez Suárez, quien obtuvo con ese trabajo el Primer Premio en el XIX Salón Nacional de Caricatura Personal Juan David, en el Museo del Humor, de San Antonio de los Baños.

¿Y qué me dicen de ese hecho sin precedentes bajo el castrismo, cuando en días pasados la televisión cubana y la prensa escrita reprodujo de manera íntegra un discurso de George W. Bush, con una duración de 30 minutos? ¿Cuántos cubanos no se pellizcaron pensando que soñaban?

A paso de tortuga, pero las cosas están cambiando.

 
 
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