Crónica           IMPRIMIR
21 de dciiembre de 2007

Chinos a la luna

Oscar Mario González


LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Algo más de treinta años atrás, en la China del difunto Mao Zedong, era imposible imaginar que ese país estuviese hoy día, enviando un cohete a la luna.

La noticia sobre el lanzamiento del primer satélite de exploración lunar aparece en la columna “hilo directo” del periódico Granma acreditado a la agencia Reuters. El hecho forma parte de un programa mucho más ambicioso cuyo punto culminante es el envío de un chino a la luna para el año 2020

Es impresionante observar el milagro de ese gigante asiático manifestado en estas ultimas dos décadas, luego que a fines de los años setenta del siglo anterior, decidiera enrumbar la economía por las anchas avenidas del capitalismo, desechando las intrincadas veredas y recovecos del comunismo a la vez que se conserva la estructura política totalitaria, en una mezcla rara donde Carlos Marx y Adán Smith se miran refunfuñones pero deciden evitar reyertas en aras de mantener la convivencia forzada.

Se trata de una liga de perro y gato que pretende demostrar la posibilidad de una gestión económica con todas las garantías del libre mercado llevada a cabo por una población esclava y carente de los derechos propios de las sociedades democráticas.

Evidentemente la mejor propaganda al milagro capitalista es la economía china si se tiene en cuenta que, bajo el comunismo y en sólo tres anos, de l959 a l962, su producción industrial descendió en un cincuenta por ciento como resultado del “Gran Salto Adelante”capitaneado por el “El Gran Timonel.” En el caso de este país parece cumplirse la profecía de Napoleón Bonaparte cuando al hablar sobre China exclamaba: “He ahí un gigante dormido; dejad que despierte y estremecerá al mundo”. Así pues sobre las decenas de millones de víctimas del comunismo maoísta y aplicando recetas capitalistas se ha edificado, en algo más de dos décadas, la tercera economía mundial.

Sobre los horrendos crímenes del maoísmo, reconocidos hasta por los “isquierdozos” (extrema izquierda), pero justificados como necesarios a la edificación de un mundo exento de oligarquías burguesas, va caminando el gigante del sol naciente con el beneplácito de los países democráticos pese a que su carácter represivo conserva la misma esencia totalitaria y brutal. Ni siquiera la matanza de la Plaza de Tiananmen de junio de l989, donde fueron masacrados cientos de chinos por el único delito de clamar por la libertad y la democracia, pudieron impedir la luna de miel con los países libres que a raíz de entonces parece haberse amelcochado y solidificado.

En nuestro caso el gobierno comunista chino vino a ser tabla de salvación luego de haberse secado la ubre soviética. La viudez amarga por la desaparición del imperio soviético pasó a ser consolada por un amancebamiento con los chinos que no era nada novedoso pues desde el mismo triunfo revolucionario de l959 los acercamientos y distanciamientos con los hijos de Confucio eran frecuentes, según fueran más o menos intensos los celos rusos.

Los chinos nos proporcionaron las bicicletas para que el socialismo siguiera andando aunque fuera a fuerza de pedales; luego nos dieron créditos para comprar televisores marca Panda a colores a fin de sustituir los de fabricación soviética a blanco y negro marca “Crin”, que como el Comandante ya ni se ven ni se oyen.

A pesar de de la proverbial fama de tacaños de los asiáticos y de que los chinos conocen que Cuba le debe a las once mil vírgenes y que apunta todas sus deudas en el hielo, le han fiado ollas arroceras, cocinas eléctricas, calentadores de agua y refrigeradores. Todo ello como parte esencial de la proclamada revolución energética cuyo propósito es hacer que el cubano viva del sol y del aire, sin gastar una gota de petróleo innecesariamente. Considerando como necesario lo imprescindible para mantener la vida y la disposición de defender el socialismo. A todos sorprende que se haya intensificado como nunca el ahorro de petróleo en momentos en que el venezolano Chávez garantiza el suministro durante los dos siglos venideros en un alarde de longevidad que deja chiquito a Matusalén.

Y así las cosas del mundo y de Cuba, tenemos que dar gracias a la casualidad que ante la desaparición de los soviéticos, haya puesto en nuestro camino a chinos y venezolanos dispuestos a enyuntarse para llevar adelante la carreta criolla cuando más del 70% de los cubanos, según reciente encuesta, claman por un cambio y hasta se atreven en las actuales asambleas de lamentaciones a reclamar Internet, economía de mercado, y aflojamiento del control policíaco.

 
 
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