Chinos
a la luna
Oscar Mario González
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) - Algo más de treinta
años atrás, en la China del difunto Mao Zedong, era
imposible imaginar que ese país estuviese hoy día,
enviando un cohete a la luna.
La noticia sobre el lanzamiento del primer satélite de exploración
lunar aparece en la columna “hilo directo” del periódico
Granma acreditado a la agencia Reuters. El hecho forma parte de
un programa mucho más ambicioso cuyo punto culminante es
el envío de un chino a la luna para el año 2020
Es impresionante observar el milagro de ese gigante asiático
manifestado en estas ultimas dos décadas, luego que a fines
de los años setenta del siglo anterior, decidiera enrumbar
la economía por las anchas avenidas del capitalismo, desechando
las intrincadas veredas y recovecos del comunismo a la vez que se
conserva la estructura política totalitaria, en una mezcla
rara donde Carlos Marx y Adán Smith se miran refunfuñones
pero deciden evitar reyertas en aras de mantener la convivencia
forzada.
Se trata de una liga de perro y gato que pretende
demostrar la posibilidad de una gestión económica
con todas las garantías del libre mercado llevada a cabo
por una población esclava y carente de los derechos propios
de las sociedades democráticas.
Evidentemente la mejor propaganda al milagro capitalista es la economía
china si se tiene en cuenta que, bajo el comunismo y en sólo
tres anos, de l959 a l962, su producción industrial descendió
en un cincuenta por ciento como resultado del “Gran Salto
Adelante”capitaneado por el “El Gran Timonel.”
En el caso de este país parece cumplirse la profecía
de Napoleón Bonaparte cuando al hablar sobre China exclamaba:
“He ahí un gigante dormido; dejad que despierte y estremecerá
al mundo”. Así pues sobre las decenas de millones de
víctimas del comunismo maoísta y aplicando recetas
capitalistas se ha edificado, en algo más de dos décadas,
la tercera economía mundial.
Sobre los horrendos crímenes del maoísmo, reconocidos
hasta por los “isquierdozos” (extrema izquierda), pero
justificados como necesarios a la edificación de un mundo
exento de oligarquías burguesas, va caminando el gigante
del sol naciente con el beneplácito de los países
democráticos pese a que su carácter represivo conserva
la misma esencia totalitaria y brutal. Ni siquiera la matanza de
la Plaza de Tiananmen de junio de l989, donde fueron masacrados
cientos de chinos por el único delito de clamar por la libertad
y la democracia, pudieron impedir la luna de miel con los países
libres que a raíz de entonces parece haberse amelcochado
y solidificado.
En nuestro caso el gobierno comunista chino vino a ser tabla de
salvación luego de haberse secado la ubre soviética.
La viudez amarga por la desaparición del imperio soviético
pasó a ser consolada por un amancebamiento con los chinos
que no era nada novedoso pues desde el mismo triunfo revolucionario
de l959 los acercamientos y distanciamientos con los hijos de Confucio
eran frecuentes, según fueran más o menos intensos
los celos rusos.
Los chinos nos proporcionaron las bicicletas para que el socialismo
siguiera andando aunque fuera a fuerza de pedales; luego nos dieron
créditos para comprar televisores marca Panda a colores a
fin de sustituir los de fabricación soviética a blanco
y negro marca “Crin”, que como el Comandante ya ni se
ven ni se oyen.
A pesar de de la proverbial fama de tacaños de los asiáticos
y de que los chinos conocen que Cuba le debe a las once mil vírgenes
y que apunta todas sus deudas en el hielo, le han fiado ollas arroceras,
cocinas eléctricas, calentadores de agua y refrigeradores.
Todo ello como parte esencial de la proclamada revolución
energética cuyo propósito es hacer que el cubano viva
del sol y del aire, sin gastar una gota de petróleo innecesariamente.
Considerando como necesario lo imprescindible para mantener la vida
y la disposición de defender el socialismo. A todos sorprende
que se haya intensificado como nunca el ahorro de petróleo
en momentos en que el venezolano Chávez garantiza el suministro
durante los dos siglos venideros en un alarde de longevidad que
deja chiquito a Matusalén.
Y así las cosas del mundo y de Cuba, tenemos que dar gracias
a la casualidad que ante la desaparición de los soviéticos,
haya puesto en nuestro camino a chinos y venezolanos dispuestos
a enyuntarse para llevar adelante la carreta criolla cuando más
del 70% de los cubanos, según reciente encuesta, claman por
un cambio y hasta se atreven en las actuales asambleas de lamentaciones
a reclamar Internet, economía de mercado, y aflojamiento
del control policíaco.
|