Carta
de Nefasto a dos narradores de voleibol
Víctor Manuel Domínguez. Sindical Pres.
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Escurridizos,
acrobáticos y resbalosos Sergio Ortega y Rodolfo García:
Nunca en la historia de la narración deportiva
alguien mostró esas dotes de comentarista integral que los
caracterizó a ustedes durante el desarrollo del Campeonato
Mundial de Voleibol celebrado en Japón.
Pese a quedarse en casa y no coger cajita (es decir,
viajar con la delegación), pusieron tanto énfasis
en la fidelidad a la causa del deporte revolucionario, dieron tanto
de sí para sortear los remates del enemigo, que ya tienen
visado el pasaporte a los Juegos Olímpicos de Beijing.
Había que oír con cuanta donosura y
coraje ustedes esquivaban la presencia de una cubana traidora que
juega para el equipo rival.
¡Jamás un saltador de obstáculos
brincó unas vallas tan altas ni una varilla tan elevada para
no pronunciar el nombre de Taimari Agüero, ex integrante del
equipo nacional de Cuba y hoy parte de la escuadra italiana, donde,
como una bambina quemada por el sol, forma parte del cuadro regular!
No es fácil pasarse alrededor de dos horas
comentando remates, pases altos, bloqueos, fintas y quedaditas sin
rozar ni con una alusión a la innombrable.
Ustedes ese día se graduaron de cabras, saltamontes,
canguros y de cuanto bicho raro o animal pensante se especialice
en saltos, curvas y otros tipos de esquive para no chocar con un
objeto peligroso que puede dar al traste con su carrera, sus prebendas
y sus viajes de comentaristas revolucionarios.
En esa hora el taraflex no era para ustedes otra
cosa que un campo de batalla donde se jugaba la dignidad nacional,
puesto que una “negrita” y sus remates de soya y potajín,
de rumba y guaguancó, hizo cambiar de ritmo el mambo y el
danzón que habían impuesto en el torneo las nuevas
morenas del Caribe.
¡Se me aguaron los ojos y tupieron los oídos
tratando de ver o de escuchar si al menos, a la hora del saque,
pronunciaban el nombre! Pero de Taimari Agüero, ni el sol.
Y ahí está la grandeza de ustedes.
Ese profesionalismo comunitario que los lleva a olvidar hasta el
nombre de su abuela si de conservar el puesto se trata.
Porque oiga, lograr que pese a la rotación
obligatoria por la línea de saque no la nombraran ni una
sola vez, merece el premio de La Finta Nacional.
Y por eso es preciso repetir la narración
del partido, mostrar la imparcialidad, entereza y emoción
con que pusieron freno al enemigo. Oigamos si no algunos de los
comentarios en el primer set:
Rodolfo Garcia: “Cuba puede imponerse. Nuestras
muchachitas demostrarán que sí se puede, porque después
de Girón todos tiemblan ante la presencia de los cubanos.
Ahí saca rasante la Pichinini, recibe bien Rosir Calderón,
pasa por alto a Yumilka Ruíz que suelta un rematazo parado
y devuelto por “hum-hum” y ¡tanto para Italia!
A la línea de saque va… No hay dudas de que las cubanas
si pueden… Saca de flotin la hum-hum, devuelve por directo
Taíma Ortiz, recibe con destreza la Tartaleta, pasa a la
Pichinini que a su vez lo hace a la hum-hum, esta se levanta y ¡tanto
para Italia! Siga usted, Sergio, que esto me huele a bambina italiana”.
Sergio Ortega: “Las cubanitas no acaban de
adaptarse a las 13 horas de diferencia, y si algunas lo hicieron
fue porque les dio la gana. No obstante, las Nuevas Morenas del
Caribe revertirán el marcador. Ya salen a la cancha. Saca
Yumilka, pero de nuevo aparece la hum-hum para aguar la fiesta porque
no hay peor astilla que la del propio palo, se levanta, remata y
¡tanto para Italia! Se dirige a la línea de saque la
hum-hum, y en un balón rasante sobre la net gana el punto
directo para Italia. Pero no importa, de seguro en Beijing les ganaremos,
pues dentro de la batalla de ideas se estudia como perfilar el saque,
detener los remates y bloquear al atacador. En Beijing nos vemos.
Creo que nos lo ganamos. Hasta siempre comandante, Sergio y Rodolfo”.
No hay dudas, cuando de cumplir la misión
de esquivar el nombre de un “traidor” se trata, nadie
como los comentaristas cubanos. Si no, pregúntenle a Rodolfo
y a Sergio.
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