Crónica           IMPRIMIR
18 de dciiembre de 2007

Falsificaciones al descubierto

Oscar Espinosa Chepe


LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Si por algo se ha caracterizado el totalitarismo cubano en estos casi 50 años de poder absoluto, es por su permanente política de engaños y trucos para gobernar.

La variedad de los embauques es amplia, desde la pretendida construcción de un socialismo inexistente y una falsa propiedad social hasta fantasiosos planes de formación de un hombre nuevo y convertir a Cuba en la principal productora de carne y leche, o la azucarera del mundo; todo resultante en una interminable sucesión de fraudes.

En ese contexto, desde 2004 se ha proclamando en las estadísticas oficiales una tasa de desempleo no mayor del 1,9% de la población económicamente activa. Si eso hubiera sido cierto, habría colocado a Cuba en los primeros planos mundiales de este importante indicador de la política social. La osadía ha sido tal, que dicho resultado ha sido comunicado a los organismos de Naciones Unidas, que lo han incluido en sus documentos. Si alguien lo duda, puede examinar el Informe sobre Desarrollo Humano 2007-2008, publicado recientemente por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), donde aparece esa cifra irreal.

Pero más pronto se coge a un mentiroso que a un cojo, según el refrán. En el artículo “El cuento de nunca acabar”, del periódico Juventud Rebelde, publicado el 25 de noviembre pasado, se demuestra con lujo de detalles el engaño presente durante años en las estadísticas cubanas, denunciado reiteradamente desde hace tiempo por la perseguida prensa independiente y los disidentes cubanos.

El artículo se inicia con el siguiente comentario: “Caminas por la céntrica calle Obispo de La Habana, desandas por los callejones adoquinados de Trinidad o por los alrededores del parque de Imías, y adviertes un número considerable de rostros jóvenes que encuentran en la calle, en las esquinas del barrio o entre las paredes de una casa, su espacio de realización preferido”.

Los articulistas indican que esta situación abunda en el paisaje cubano actual en horario laboral, lo cual es una negación del famoso pleno empleo pregonado por el gobierno. El escrito no se queda en meras especulaciones que pudieran resultar subjetivas. Se basa en estudios realizados en las provincias de Granma y Santiago de Cuba, demostrativos de que las personas desvinculadas del estudio y el trabajo son varias veces más de las reconocidas en las estadísticas. Así, en Granma existen 2 000 personas registradas, pero se comprobó que hay 37 000 ciudadanos desvinculados. En el caso de Santiago de Cuba, de 16 000 jóvenes desvinculados en las estadísticas, el estudio dio 29 975.

Independientemente de ajustes metodológicos que pudieran hacerse, las diferencias son astronómicas y podría pensarse que de hacerse un análisis similar en todo el país, probablemente los índices de desvinculación laboral sean de dos dígitos. A su vez hay que subrayar que la problemática no es solamente de paro laboral, sino también de desempleo encubierto, pues en muchos centros de trabajo por la desorganización imperante y la baja productividad los trabajadores emplantillados rebasan con creces las necesidades de fuerza de trabajo.

En Cuba, si se sumara el desempleo abierto con el encubierto, el índice de desempleo equivalente pudiera ser de una magnitud astronómica en relación con la población económicamente activa, si se tomara como referencia para realizar el cálculo la productividad de países de economía media. Para brindar una referencia puede citarse que a mediados de los años 1990 el desempleo equivalente osciló alrededor del 25,0-30,0%, según cálculos efectuados por la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL), basado en la baja productividad lograda en 1989.

El artículo de Juventud Rebelde también toca la falta de estímulo a los jóvenes para emplearse debido a factores negativos entre los cuales están los bajos salarios, ubicación en centros distantes sin transporte, ambiente laboral poco atractivo, escasas posibilidades de superación y falta de relación entre la profesión estudiada y la plaza de trabajo asignada.

Adicionalmente se menciona una planificación de los estudios divorciada de las necesidades reales de fuerza de trabajo en los territorios. Merece atención la referencia a los estudios universitarios en los municipios con personas matriculadas que nunca van a clase o sin permanencia, fenómenos reflejados posteriormente en bajo rendimiento académico. Además, resulta ilógica la supuesta campaña de universalización de la enseñanza, con sedes universitarias en los municipios, cuando se conoce que la enseñanza elemental y media carece de profesores, y en su mayoría son maestros emergentes calificados por la misma prensa oficial de no tener los requerimientos pedagógicos ni los conocimientos indispensables para impartir clases.

Por tanto, tiene poco sentido los esfuerzos en empleo de personal y recursos en las sedes universitarias municipales, cuando la formación académica de los próximos ingresos será muy deficiente. Esto, sin entrar a analizar qué lógica tiene una graduación masiva de profesionales universitarios en un país sin capacidad real para emplearlos. Tal campaña parece destinada más a la propaganda hacia el exterior, sobre presupuestos engañosos, que a resolver los problemas educacionales.

Como puede observarse, en el mencionado artículo publicado en un diario gubernamental se ponen al descubierto embustes oficiales. Ojalá que las autoridades cubanas tengan en cuenta que esa política en definitiva lleva al descrédito. Las manipulaciones y falsas imágenes siempre terminan en ridículo.

 
 
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