Fugitiva
estadounidense cobra notoriedad en Cuba
WILFREDO CANCIO
ISLA / El Nuevo Herald
wcancio@elnuevoherald.com
Foto de Joanne Deborah Chesimard, alias Assata Shakur,
tomada en la Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero
del 2005.El nombre de la activista afroamericana Joanne Deborah
Chesimard, alias Assata Shakur, comienza a despertar curiosidad
entre numerosos cubanos de la isla, a pesar de que ni la prensa
oficial ni los funcionarios gubernamentales la mencionan.
El caso de Chesimard ha cobrado notoriedad en medio
de los reanimados esfuerzos de Washington por ajustar cuentas a
los casi 70 prófugos de la justicia estadounidense que viven
protegidos en Cuba, particularmente después de que en mayo
del 2005 las autoridades de Nueva Jersey y el FBI elevaran la recompensa
por la captura de la mujer a $1 millón.
Al menos los cientos de personas que visitan a diario
la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana pueden ver
el afiche que desde hace dos años distribuyeron las autoridades
federales con el ofrecimiento millonario.
Las fotos del afiche, sin embargo, tienen más
de 20 años. El FBI dice que no tiene nuevas imágenes
de Chesimard desde que se convirtió en fugitiva en 1979,
tras escapar de una prisión donde cumplía cadena perpetua
por el asesinato de un policía de Nueva Jersey. Pero su vida
en Cuba, donde recibió refugio en 1984, no ha transcurrido
siempre alejada de las cámaras y los escenarios públicos.
La más reciente fotografía conocida
de Chesimard en Cuba se remonta a febrero del 2005 y fue tomada
cuando participaba en una actividad de la XIV Feria Internacional
del Libro de La Habana. El fotógrafo, que quiso mantenerse
en anonimato, la envió a la agencia Nueva Prensa Cubana (NPC),
en Miami, que procedió a publicarla en la portada de su revista,
Enepecé, con un rótulo de "Se busca''.
La revista, que circula clandestinamente en la isla,
logró introducir por diferentes vías unos 2,000 ejemplares
destinados a los lectores cubanos. Pero su directora, la periodista
Nancy Pérez Crespo, dice que las autoridades estadounidenses
nunca la contactaron sobre la fotografía de Chesimard.
"La foto nos llegó a través de
un país latinoamericano, pocas semanas después de
haber sido tomada'', relató Pérez Crespo. "La
publicamos de inmediato, pero nadie [del FBI] me ha llamado para
verificar su autenticidad o procedencia''.
El 13 de noviembre el periodista independiente Santiago
Du'Bouchet transmitió desde La Habana un despacho noticioso
para NPC en el que dio el teléfono y la dirección
particular de la ex militante del Ejército Negro de Liberación
y de las Panteras Negras. El reporte ubicó la vivienda en
una exclusiva zona del municipio Playa.
"Esta mujer se pasea inadvertida por las calles
de La Habana, usando un automóvil VW y un Volvo negro'',
dijo Du'Bouchet.
El número telefónico dio ocupado en
varias llamadas desde El Nuevo Herald y en una ocasión pareció
interrumpido. Años atrás Chesimard decidió
registrar su número en el directorio telefónico de
La Habana bajo el nombre de Assata Shakur, pero luego lo retiró.
"En los últimos años se ha estado
insistiendo sobre ella y es evidente que cuenta con una mayor protección
de las autoridades cubanas'', consideró el activista disidente
Elizardo Sánchez Santacruz. "Está protegida con
todas las de la ley y lograr acceso a ella o a su casa es impensable''.
La zona donde presuntamente está la residencia
habanera de Chesimard está ocupada, en su mayoría,
por personal diplomático, empresarios extranjeros y altos
funcionarios del gobierno.
Chesimard, de 60 años, es la figura más
notoria entre los fugitivos refugiados en Cuba. Según su
propio testimonio, fue acogida en la isla con el beneplácito
personal del gobernante Fidel Castro, quien la consideró
una luchadora por la igualdad racial en Estados Unidos.
"Quererla presentar como una terrorista es una
injusticia, una brutalidad, una mentira infame. Esa señora
fue un ejemplo'', dijo Castro en una comparecencia televisiva en
el 2005, a raíz de que Washington reanimara los esfuerzos
por llevarla de nuevo a territorio estadounidense.
Su perfil delictivo sólo es comparable con
el del negociante Robert Vesco, reclamado por el FBI y actualmente
prisionero en la isla. Con un voluminoso historial de delitos violentos
como integrante de los movimientos afroamericanos armados. Chesimard
fue convicta por la muerte del patrullero estatal Werner Foster
en 1973.
Sentenciada a cadena perpetua en 1977, dos años
después se fugó, pistola en mano, de un centro correccional
en Nueva Jersey y se mantuvo oculta hasta que consiguió viajar
a La Habana.
En Cuba, con absoluto respaldo oficial, pudo reunirse
en 1985 con su hija Kakuya, quien había quedado al cuidado
de la abuela en Nueva York; escribió su libro testimonial
Assata: una autobiografía, en 1987, y laboró como
redactora en inglés en Radio Habana Cuba.
Una reciente edición de la autobiografía,
publicada por Laurence Hill & Co. y con prólogo de la
activista Angela Davis, puede adquirirse en el internet a través
de Amazon.com por $11.53.
También en esos años Chesimard se dedicó
a la poesía, estableció relaciones con personalidades
del mundo cultural cubano y estrechó lazos con la santería
cubana, convirtiéndose en devota de Oyá, deidad yoruba
de los ancestros, la guerra y el arcoiris.
En 1997 apareció contando su experiencia en
el documental The Eyes of the Rainbow (Los ojos del arcoiris), de
la realizadora cubana Gloria Rolando. El filme fue estrenado oficialmente
en La Habana en el 2004 durante un evento en la Casa de las Américas
y ha tenido amplia difusión en universidades e instituciones
culturales de Estados Unidos. Algunos fragmentos del material pueden
verse en YouTube.
"Hace como dos años estuvo por aquí
un periodista americano que iba a ser un libro sobre ella'', contó
a El Nuevo Herald un periodista de los medios oficiales. "Pero
no sé si el proyecto llegó a terminarse''.
Las interrogantes políticas suscitadas en
Cuba con la enfermedad de Fidel Castro han creado cierta incertidumbre
entre los prófugos estadounidenses, algunos de ellos de edad
avanzada. Chesimard no está ajena a las expectativas de cambio.
"Ellos tienen una protección de palabra,
por decisión de Fidel Castro'', dijo un ex oficial del Ministerio
del Interior cubano que estuvo relacionado con casos de protección
a extranjeros en Cuba. "Es muy probable que las cosas se mantengan
igual si su principal benefactor desaparece, pero nadie puede asegurarles
que si hay un cambio no sean parte de una negociación''.
En abril pasado el informe del Departamento de Estado
sobre los países patrocinadores de terrorismo insistió
en que el gobierno cubano sigue permitiendo la presencia de fugitivos
de Estados Unidos en la isla, sin responder a las periódicas
peticiones de extradición de Washington. ‘‘Sin
embargo, Cuba ha declarado que no servirá de refugio a los
nuevos fugitivos de Estados Unidos que intenten refugiarse allí'',
reconoció el documento.
Pero más allá de las declaraciones
oficiales, la cooperación contra el delito entre ambos gobiernos
ha experimentado avances durante el gobierno provisional de 16 meses
de Raúl Castro. Desde octubre del pasado año Cuba
ha entregado a Washington tres fugitivos estadounidenses; uno de
ellos, Joseph Adjmi, buscado durante 40 años.
Además, en febrero pasado el gobierno
cubano devolvió a Colombia al narcotraficante Luis Hernando
Gómez, cuya extradición era reclamada por Washington
para juzgarlo en los tribunales estadounidenses.
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