17 de diciembre de 2007

Fugitiva estadounidense cobra notoriedad en Cuba

WILFREDO CANCIO ISLA / El Nuevo Herald
wcancio@elnuevoherald.com

Foto de Joanne Deborah Chesimard, alias Assata Shakur, tomada en la Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero del 2005.El nombre de la activista afroamericana Joanne Deborah Chesimard, alias Assata Shakur, comienza a despertar curiosidad entre numerosos cubanos de la isla, a pesar de que ni la prensa oficial ni los funcionarios gubernamentales la mencionan.

El caso de Chesimard ha cobrado notoriedad en medio de los reanimados esfuerzos de Washington por ajustar cuentas a los casi 70 prófugos de la justicia estadounidense que viven protegidos en Cuba, particularmente después de que en mayo del 2005 las autoridades de Nueva Jersey y el FBI elevaran la recompensa por la captura de la mujer a $1 millón.

Al menos los cientos de personas que visitan a diario la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana pueden ver el afiche que desde hace dos años distribuyeron las autoridades federales con el ofrecimiento millonario.

Las fotos del afiche, sin embargo, tienen más de 20 años. El FBI dice que no tiene nuevas imágenes de Chesimard desde que se convirtió en fugitiva en 1979, tras escapar de una prisión donde cumplía cadena perpetua por el asesinato de un policía de Nueva Jersey. Pero su vida en Cuba, donde recibió refugio en 1984, no ha transcurrido siempre alejada de las cámaras y los escenarios públicos.

La más reciente fotografía conocida de Chesimard en Cuba se remonta a febrero del 2005 y fue tomada cuando participaba en una actividad de la XIV Feria Internacional del Libro de La Habana. El fotógrafo, que quiso mantenerse en anonimato, la envió a la agencia Nueva Prensa Cubana (NPC), en Miami, que procedió a publicarla en la portada de su revista, Enepecé, con un rótulo de "Se busca''.

La revista, que circula clandestinamente en la isla, logró introducir por diferentes vías unos 2,000 ejemplares destinados a los lectores cubanos. Pero su directora, la periodista Nancy Pérez Crespo, dice que las autoridades estadounidenses nunca la contactaron sobre la fotografía de Chesimard.

"La foto nos llegó a través de un país latinoamericano, pocas semanas después de haber sido tomada'', relató Pérez Crespo. "La publicamos de inmediato, pero nadie [del FBI] me ha llamado para verificar su autenticidad o procedencia''.

El 13 de noviembre el periodista independiente Santiago Du'Bouchet transmitió desde La Habana un despacho noticioso para NPC en el que dio el teléfono y la dirección particular de la ex militante del Ejército Negro de Liberación y de las Panteras Negras. El reporte ubicó la vivienda en una exclusiva zona del municipio Playa.

"Esta mujer se pasea inadvertida por las calles de La Habana, usando un automóvil VW y un Volvo negro'', dijo Du'Bouchet.

El número telefónico dio ocupado en varias llamadas desde El Nuevo Herald y en una ocasión pareció interrumpido. Años atrás Chesimard decidió registrar su número en el directorio telefónico de La Habana bajo el nombre de Assata Shakur, pero luego lo retiró.

"En los últimos años se ha estado insistiendo sobre ella y es evidente que cuenta con una mayor protección de las autoridades cubanas'', consideró el activista disidente Elizardo Sánchez Santacruz. "Está protegida con todas las de la ley y lograr acceso a ella o a su casa es impensable''.

La zona donde presuntamente está la residencia habanera de Chesimard está ocupada, en su mayoría, por personal diplomático, empresarios extranjeros y altos funcionarios del gobierno.

Chesimard, de 60 años, es la figura más notoria entre los fugitivos refugiados en Cuba. Según su propio testimonio, fue acogida en la isla con el beneplácito personal del gobernante Fidel Castro, quien la consideró una luchadora por la igualdad racial en Estados Unidos.

"Quererla presentar como una terrorista es una injusticia, una brutalidad, una mentira infame. Esa señora fue un ejemplo'', dijo Castro en una comparecencia televisiva en el 2005, a raíz de que Washington reanimara los esfuerzos por llevarla de nuevo a territorio estadounidense.

Su perfil delictivo sólo es comparable con el del negociante Robert Vesco, reclamado por el FBI y actualmente prisionero en la isla. Con un voluminoso historial de delitos violentos como integrante de los movimientos afroamericanos armados. Chesimard fue convicta por la muerte del patrullero estatal Werner Foster en 1973.

Sentenciada a cadena perpetua en 1977, dos años después se fugó, pistola en mano, de un centro correccional en Nueva Jersey y se mantuvo oculta hasta que consiguió viajar a La Habana.

En Cuba, con absoluto respaldo oficial, pudo reunirse en 1985 con su hija Kakuya, quien había quedado al cuidado de la abuela en Nueva York; escribió su libro testimonial Assata: una autobiografía, en 1987, y laboró como redactora en inglés en Radio Habana Cuba.

Una reciente edición de la autobiografía, publicada por Laurence Hill & Co. y con prólogo de la activista Angela Davis, puede adquirirse en el internet a través de Amazon.com por $11.53.

También en esos años Chesimard se dedicó a la poesía, estableció relaciones con personalidades del mundo cultural cubano y estrechó lazos con la santería cubana, convirtiéndose en devota de Oyá, deidad yoruba de los ancestros, la guerra y el arcoiris.

En 1997 apareció contando su experiencia en el documental The Eyes of the Rainbow (Los ojos del arcoiris), de la realizadora cubana Gloria Rolando. El filme fue estrenado oficialmente en La Habana en el 2004 durante un evento en la Casa de las Américas y ha tenido amplia difusión en universidades e instituciones culturales de Estados Unidos. Algunos fragmentos del material pueden verse en YouTube.

"Hace como dos años estuvo por aquí un periodista americano que iba a ser un libro sobre ella'', contó a El Nuevo Herald un periodista de los medios oficiales. "Pero no sé si el proyecto llegó a terminarse''.

Las interrogantes políticas suscitadas en Cuba con la enfermedad de Fidel Castro han creado cierta incertidumbre entre los prófugos estadounidenses, algunos de ellos de edad avanzada. Chesimard no está ajena a las expectativas de cambio.

"Ellos tienen una protección de palabra, por decisión de Fidel Castro'', dijo un ex oficial del Ministerio del Interior cubano que estuvo relacionado con casos de protección a extranjeros en Cuba. "Es muy probable que las cosas se mantengan igual si su principal benefactor desaparece, pero nadie puede asegurarles que si hay un cambio no sean parte de una negociación''.

En abril pasado el informe del Departamento de Estado sobre los países patrocinadores de terrorismo insistió en que el gobierno cubano sigue permitiendo la presencia de fugitivos de Estados Unidos en la isla, sin responder a las periódicas peticiones de extradición de Washington. ‘‘Sin embargo, Cuba ha declarado que no servirá de refugio a los nuevos fugitivos de Estados Unidos que intenten refugiarse allí'', reconoció el documento.

Pero más allá de las declaraciones oficiales, la cooperación contra el delito entre ambos gobiernos ha experimentado avances durante el gobierno provisional de 16 meses de Raúl Castro. Desde octubre del pasado año Cuba ha entregado a Washington tres fugitivos estadounidenses; uno de ellos, Joseph Adjmi, buscado durante 40 años.

Además, en febrero pasado el gobierno cubano devolvió a Colombia al narcotraficante Luis Hernando Gómez, cuya extradición era reclamada por Washington para juzgarlo en los tribunales estadounidenses.

 
 
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