Y
del guajacón ¿qué?
Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press
LA HABANA, diciembre (www.cubanet.org) – Un
bio-larvicida no contaminante contra el mosquito Aedes Aegypti,
vector del dengue y otros insectos dañinos, de patente cubana,
y como se anuncia, superior a los plaguicidas químicos, comenzará
a producirse el próximo año.
El anuncio pone sobre el tapete la importancia de
un pez de agua dulce en peligro de extinción, de nombre indígena:
el guajacón o guayacán, que se tuvo siempre como importante
depredador natural de huevos y larvas de mosquitos.
El guajacón, de unos 3 a 5 centímetros
de largo perteneciente al orden de los ceprinodontoformes, puede
vivir en aguas limpias, imprescindibles para la reproducción
del Aedes Aegypti, o en aguas estancadas verdosas, que sirven de
criadero a otros tipos de mosquitos.
En Cuba no se conoció la epidemia del dengue
si no hasta hace dos o tres décadas, asociada al deterioro
sanitario, y según la sabiduría popular, aunque sin
confirmación científica, a la alarmante disminución
del guajacón en la Isla, abundante en otros tiempos.
Esteban Pichardo (1801-1879), en su Diccionario Provincial
Casi Razonado de Vozes y Frases Cubanas, al referirse al guajacón,
nos da información muy importante sobre el pequeño
pez, su medio, y cómo agente de control biológico
del mosquito, al señalar: “Críanse con larvas
de mosquito, se encuentran en los fosos de La Habana, en el Jardín
Botánico y en la zanja de Güines”.
El propio lingüista refiere que el sabio cubano
Felipe Poey (26 de mayo de 1799 - 28 de enero de 1891), fue el primero
en describir y dar nombre a tres de las cinco especies reconocidas
de guajacón en su notable obra Ictología cubana.
Carlos Juan Finlay (1833-1915), considerado el más
universal de los científicos cubanos, fue el descubridor
del mosquito Culex fatigans o Stegomia fasciata, como el agente
trasmisor de la fiebre amarilla, que tanto estrago causó
en Cuba y en otros países del continente.
El guajacón, mínimo y voraz,
de presencia poco atractiva (por lo que nunca se le acogió
en las peceras), reclama respeto y el lugar que le corresponde en
la naturaleza y en la sanidad de Cuba.
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