Crónica           IMPRIMIR
13 de dciiembre de 2007

¿Se desatarán los nudos?

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press


LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En apariencias, los amarres del fidelismo presumen de una eficacia excepcional. Tienen el destino de Cuba atado al socialismo real con su estela de contingencias y fugaces razones para colocarlo bajo el prisma de la dialéctica. Entre nudo y nudo sobresale el capricho y la vanidad, la tozudez y los mismos polvos que pueblan el espacio de las ruinas arqueológicas.

Es reveladora la observación de las ataduras, sus vueltas en derredor de presentes y futuros escenarios más allá de la volubilidad de las presunciones. Se evita, a toda costa, el avance natural de la historia. El único país posible, es el de los racionamientos, el discurso ultra nacionalista, la mordaza y el dogal, el garrote y el narigón, los fuegos artificiales del triunfalismo y el cortante filo de las realidades. No se habla de amnistía ni indultos, sólo de otros anudamientos que impidan el avance de una nación hacia zonas donde la racionalidad sea un espacio de tierra firme y no una entelequia cercana a la estratosfera.

Así es el panorama que pugna por establecer un pacto con el infinito. La tónica que rige el concierto de discursos y arranques “patrióticos” dados en formalizar la banda sonora de una tragicomedia.

Sin dudas, el fidelismo insiste en dejar sus huellas. Ya los herederos delinean las coordenadas para añadirle tramos al desastre con estrategias plagadas de zigzags y mimetismos de la mejor factura.

No quieren aceptar que el brillo de sus bayonetas, la dureza de las cachiporras, el ruido de los candados y los rayos de una ideología retorcida, son hechos con mejor nitidez que los alardes humanitarios y el intento de imitar los oficios de un monje.

“Hubiese preferido ser una vaca, a fin de cuentas me evitaría las agonías del razonamiento humano en un país en que de alguna manera hemos sido y somos tratados como un rebaño de reses”, en estos términos hizo explícitos sus deseos una vieja amiga saturada de problemas y necesidades, al margen de su condición de médica.

En medio de incertidumbres, planes de eternizar el legado del convaleciente líder de la fallida revolución continental y vigencia de los viejos problemas en intramuros, aparece un signo de aliento para los más optimistas y una especie de cambio de vasija, pero con el mismo contenido para el grupo que reúne a los escépticos.

Raúl Castro sería, de acuerdo a una parte de los que se atreven a adelantar ideas sobre venideros diseños políticos, el abanderado de un castrismo light.

Una discreta apertura en la esfera económica, la ampliación del margen de tolerancia siempre sujeto a controles que eviten la posibilidad de excesos, medidas de carácter social que mejoren el nivel de vida de la población, acercamiento táctico a los Estados Unidos, la recomposición de las relaciones con la Unión Europea y el mantenimiento del partido comunista como única entidad política, son algunas de las avanzadillas que analistas y también personajes de la cúpula de poder inscriben periódicamente en el éter y hasta en las cuartillas, estos últimos bajo el amparo de galimatías y otros camuflajes que aumentan el universo de las dudas en torno a posibles desenlaces.

Suponer una Cuba democrática en el corto plazo, es un acto de inocencia difícil de sacar de su sublimidad sentimental. Lo que sí es casi cierto, aunque no verificable en toda su dimensión, es la confrontación en la nomenclatura por la adopción de estrategias para administrar el manicomio que el fidelismo logró forjar o en cambio ir sentando las bases de un sistema viable y sostenible, sin el fardo de la extrema ideologización y ajustado a cierta línea pragmática que sirva para apropiarse de cuotas de legitimidad en lo interno y en lo concerniente al campo de las relaciones internacionales.

Los funerales podrían ser el detonante de serias contradicciones entre los llamados “talibanes” (fidelistas) y moderados (raulistas) por agenciarse el protagonismo en el curso de los acontecimientos. No hay que ser un experto para saber que Hugo Chávez trata y tratará de mantener su capacidad de influencia para que Cuba no se salga de su esquema napoleónico.

¿Estaría dispuesto Raúl a embarcarse en un proyecto que guarda mayor relación con el delirio que con la cordura?

A estas alturas, más que un salvador, Chávez es la piedra de tropiezo para los que piensan en eliminar gradualmente o modificar el fidelismo desde el poder.

El embalaje de las sogas para atar el futuro de Cuba a la visión de Fidel Castro indica que los envíos proceden del Palacio de Miraflores.

Francisco Franco en su lecho de muerte predijo algo similar. España llegó a convertirse en su coto privado. Más allá de su presidencia vitalicia y su finitud humana, creía en la perpetuidad de su ideario.

Apenas cerró los ojos los nudos fueron cediendo y hubo oportunidad para fundar una república sobre los pilares de la democracia.

Es posible que las gradaciones del raulismo contemplen enfoques que vayan de la cautela a pretensiones más dinámicas y abarcadoras.

Realmente no creo que alguien que se estime sensato y lúcido opte por apretar los nudos. El futuro debe atarse a lo que decidan sus habitantes en las urnas bajo procedimientos legales y transparentes. Mantener los actuales amarres es inútil. Es mejor zafarlos a tiempo antes que se quiebren.

 
 
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