Crónica           IMPRIMIR
12 de dciiembre de 2007

¿Peligroso?

Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Vivir en Cuba, ser joven, de raza negra y no simpatizar con el gobierno, pueden ser razones suficientes para dar con los huesos en la cárcel bajo la acusación de “peligrosidad social”.

Así piensa Osvaldo Suárez, de cuarenta años, quien recorrió durante un año cuatro prisiones: Combinado del Este, Agüica, Guanajay y Melena del Sur, quedando libre cuando un fiscal le comunicó que todo había sido una equivocación.

“El día de mi detención, en 1993 –relata Osvaldo-, salía del trabajo en la fábrica de baldosas, en el municipio Arroyo Naranjo. Un camión de la policía andaba arrestando a todos los que encontraban por el camino. Algunos amigos me indicaron que corriera, pero como no había cometido delito me quedé tranquilo”.

Osvaldo, que en aquel momento tenía 26 años, recuerda que los días que siguieron al arresto fueron muy difíciles, incomunicado en un sitio conocido como “depósito del Combinado del Este”, con capacidad para 36 personas, y en el que habían encerrado a 120.

El juicio se realizó al cabo de un mes, y el abogado que nombré la familia de Osvaldo para su defensa no fue avisado para la vista oral.

“Allí estábamos cuarenta jóvenes que seríamos juzgados. La mayoría de la raza negra. Muchos, como yo, no habían cometido delito alguno ni teníamos antecedentes penales. Nos acusaban por sospechar de un acto delictivo que nunca se cometió”.

La peligrosidad social es una figura que conlleva sanción hasta de cuatro años de privación de libertad. Este delito sólo existe en el Código Penal cubano.

Después que salió de la cárcel, Osvaldo no ha podido vincularse al trabajo de manera permanente porque su sanción, aunque injusta, lo invalida ante cada posibilidad de empleo.

Sin embargo, la policía sigue amenazándolo. El pasado seis de diciembre fue su último encuentro con las autoridades, que intentaban obligarlo a firmar un acta de advertencia y un ultimátum que lo conminaba a comenzar a trabajar en los próximos quince días. De lo contrario, sería enviado a prisión por cuatro años.

“El problema no es que no trabajo, aunque trato de hacerlo, sino que digo lo que pienso. Creo que el sistema que nos gobierna es el mismo que nos discrimina y encarcela por nuestras opiniones y el color de la piel”.

El padre de Osvaldo es teniente coronel retirado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y veterano de varias misiones internacionalistas, entre ellas la guerra de Angola. Suárez recuerda lo amargas que resultaron su niñez y adolescencia junto a una familia que trataba de imponerle su ideología.

“Contra eso siempre me rebelaré. No me gusta que me impongan nada, quiero ser libre para escuchar la música que me gusta, leer el libro que quiera, o escoger a un amigo. He sufrido mucho, pero no pienso cambiar”.

Osvaldo Suárez está casado y es padre de una niña de cuatro años. Pertenece a una generación que busca su espacio. Ojalá lo encuentre.

 
 
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