¿Peligroso?
Amarilis C. Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) –
Vivir en Cuba, ser joven, de raza negra y no simpatizar con el gobierno,
pueden ser razones suficientes para dar con los huesos en la cárcel
bajo la acusación de “peligrosidad social”.
Así piensa Osvaldo Suárez, de cuarenta
años, quien recorrió durante un año cuatro
prisiones: Combinado del Este, Agüica, Guanajay y Melena del
Sur, quedando libre cuando un fiscal le comunicó que todo
había sido una equivocación.
“El día de mi detención, en 1993
–relata Osvaldo-, salía del trabajo en la fábrica
de baldosas, en el municipio Arroyo Naranjo. Un camión de
la policía andaba arrestando a todos los que encontraban
por el camino. Algunos amigos me indicaron que corriera, pero como
no había cometido delito me quedé tranquilo”.
Osvaldo, que en aquel momento tenía 26 años,
recuerda que los días que siguieron al arresto fueron muy
difíciles, incomunicado en un sitio conocido como “depósito
del Combinado del Este”, con capacidad para 36 personas, y
en el que habían encerrado a 120.
El juicio se realizó al cabo de un mes, y
el abogado que nombré la familia de Osvaldo para su defensa
no fue avisado para la vista oral.
“Allí estábamos cuarenta jóvenes
que seríamos juzgados. La mayoría de la raza negra.
Muchos, como yo, no habían cometido delito alguno ni teníamos
antecedentes penales. Nos acusaban por sospechar de un acto delictivo
que nunca se cometió”.
La peligrosidad social es una figura que conlleva
sanción hasta de cuatro años de privación de
libertad. Este delito sólo existe en el Código Penal
cubano.
Después que salió de la cárcel,
Osvaldo no ha podido vincularse al trabajo de manera permanente
porque su sanción, aunque injusta, lo invalida ante cada
posibilidad de empleo.
Sin embargo, la policía sigue amenazándolo.
El pasado seis de diciembre fue su último encuentro con las
autoridades, que intentaban obligarlo a firmar un acta de advertencia
y un ultimátum que lo conminaba a comenzar a trabajar en
los próximos quince días. De lo contrario, sería
enviado a prisión por cuatro años.
“El problema no es que no trabajo, aunque trato
de hacerlo, sino que digo lo que pienso. Creo que el sistema que
nos gobierna es el mismo que nos discrimina y encarcela por nuestras
opiniones y el color de la piel”.
El padre de Osvaldo es teniente coronel retirado
de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y veterano de varias misiones
internacionalistas, entre ellas la guerra de Angola. Suárez
recuerda lo amargas que resultaron su niñez y adolescencia
junto a una familia que trataba de imponerle su ideología.
“Contra eso siempre me rebelaré. No
me gusta que me impongan nada, quiero ser libre para escuchar la
música que me gusta, leer el libro que quiera, o escoger
a un amigo. He sufrido mucho, pero no pienso cambiar”.
Osvaldo Suárez está casado y
es padre de una niña de cuatro años. Pertenece a una
generación que busca su espacio. Ojalá lo encuentre.
|