7 de dciiembre de 2007
 
 
Crónica            
 

Lonjas de aire y humillación al horno

Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Buenas tardes. Por favor, ¿usted vive en el extranjero?
-No.
-¿Está casado con alguna ciudadana extranjera?
-No.

El tono amable de las indagaciones chocó con la aprehensión del receptor. Presumía los motivos. Sin embargo, tuvo ciertas esperanzas de un arreglo apenas el problema avanzaba. Era el invitado de una pareja de ciudadanos españoles de visita en Cuba por primera vez.

Minutos antes reinaba en sus sentidos el éxtasis. Sería uno de los comensales en uno de los restaurantes del polo turístico de Tarará, al este de Ciudad de la Habana.

Confort, un ambiente de olores exquisitos donde el vaho de la sazón colisionaba con el perfume ambiental, depositando en los clientes la confianza en una cena placentera, dibujada en la pulcritud del uniforme de los empleados. Había una armonía casi perfecta, de acuerdo al testimonio del afectado. Sin embargo, el par de interrogantes eran como el aviso de un atentado dinamitero.

Sobresalto, confusión, pena ante el matrimonio que sufragaría la cena. Tales síntomas se agolpaban en la mente de Álvaro Yero Felipe, un joven periodista independiente a segundos de convertirse en otro ejemplo de segregación por ser un cubano residente en su propio país.

-Lo sentimos, pero el servicio es sólo para extranjeros y nacionales que residen en el exterior o estén casados con ciudadanos de otros países.

La sentencia, aunque sin aportar novedad alguna para el ofendido, sí aceleró el tránsito de la perplejidad a la protesta de la pareja ibérica, según acotaciones de Yero Felipe.

¿Se puede seguir afirmando, sin hacerle honor al mayor de los ridículos, que la identidad de los cubanos con los valores patrios, con los conceptos de soberanía e independencia y con el perfil ideológico y cultural impuesto por el Partido Comunista es auténtica y unánime?

Es insultante defender tales políticas de exclusión bajo el argumento de una pretendida salvaguarda de preceptos igualitarios y de métodos preventivos contra vicios y otros males achacados a los oasis capitalistas que mantienen a flote un socialismo que llega a sus 49 años con los mástiles quebrados, un ripio como bandera y la brújula apuntando al Edén, un sitio que se extravió entre olas de voluntarismos y icebergs ideológicos.

Lejos de implantar una ordenanza eficiente y popular, la medida que rebaja al cubano a una categoría impropia para ciudadanos que la propaganda describe como enteramente libres y dueños indiscutibles del país, esclarece el pensamiento retrógrado y avasallador de la nomenclatura.

La corte y sus amanuenses sí cuentan con vía libre para acceder a ese primer mundo. Interactúan con el capital como amigos de vieja data. Hay empatía.

No hay dudas. Observan el desastre encaramado en las cumbres del absolutismo, sin importarles que Cuba sea hoy un país dominado por mafias, legiones de corruptos y la filosofía del sálvese el que pueda donde la clase dominante impone sus fobias y los cotos de ese país donde la suntuosidad no deja ver ni las sombras del marxismo-leninismo.
Varadero, Cayo Largo, son innumerables los lugares vedados a los nacionales, aunque cuenten con la capacidad de pagar en divisas. Haberse quedado en Cuba les reporta una marca para ser proclives a la discriminación. ¡Que bochorno!

-¿Crees que haya sido una maniobra represiva de la policía política, o simplemente hayas sido víctima de las disposiciones de exclusión que abundan en el sector turístico?, le pregunté a Yero Felipe.

-Quién fue no es lo importante. El asunto es que existe un apartheid de facto que contradice el discurso nacionalista del régimen. Están hundiéndose sobre sus propias contradicciones, indicó el comunicador.

Personalmente concuerdo con mi interlocutor. Más allá de coincidencias conceptuales ambos somos parte de ese sector en que la pobreza llega en ocasiones a colisionar con la indigencia. El destino nos colocó del lado del socialismo real. La zona del capitalismo de estado está cerca, pero preservada por decretos alucinantes y precios que aterrorizan. Hay un país con dos sistemas. Cuba ha cambiado, para peor.



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