Arroz
y frijoles
Roberto Santana Rodríguez
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El arroz con frijoles
es uno de los platos que le han ido quedando disponibles al cubano
de a pie, sin olvidar al arroz con huevo, cuando hay.
¿Qué cubano no ha escuchado decir a
una mujer, ama de casa?:
-Arroz, frijoles, picadillo de soja, vianda frita
o salcochada, ensalada, si aparece, me puedo dar con un canto en
el pecho, resolví la comida del día.
El arroz preparado en diversas formas deleita el
paladar más exigente, blanco, moros y cristianos o amarillos;
surtido, salteados, fritos, sin dejar de mencionar a un pariente
cubano, el arroz con suerte.
¿Cómo consigue el cubano el arroz nuestro
de cada día? Inventando, porque las cinco o seis libras que
venden por la libreta de abastecimientos no alcanzan.
Hay que recurrir entonces al mercado liberado donde
se vende el arroz a 4 pesos la libra, que ahora parece un precio
módico si recordamos el “periodo especial”, cuando
una libra de arroz se pagaba a 20, 35, y hasta 50 pesos.
El arroz precocido ha desaparecido de los comercios,
sabroso y necesario a la hora de preparar las recetas combinadas.
También se vende arroz en los mercados agropecuarios, el
llamado “arroz de la tierra”, que debe prepararse con
menos agua y más grasa.
Por supuesto, con mucho dinero se puede adquirir
arroz cocinado en disímiles y sabrosas formas en paladares,
hoteles, restaurantes, pero, ¿con qué se sienta la
cucaracha si no se es pincho, maceta o extranjero?
Los frijoles negros, colorados, blancos, garbanzos
y chíncharos constituyen platos deliciosos si se preparan
con lo que llevan, desde los condimentos hasta la fibra, difíciles
de conseguir. De ahí que en la inmensa mayoría de
los casos los cubanos tienen que conformarse con preparar algo así
como “seudofrijoles”, a base de sal y azúcar
al gusto y alguna “hierbita”.
Tal vez un día de fiesta se puedan reunir
algunos ingredientes en el intento de cocinar unos frijoles como
Dios manda. Porque, ¿dónde están los ingredientes
necesarios? Pues en la shopping, en el mercado agropecuario, a precios
interplanetarios, en las cocinas de los hoteles y en otras que no
se mencionan. Menos en las de la mayoría de los cubanos.
En la bodega los ciudadanos reciben algunas onzas
de frijoles por persona. En la mayoría de los casos son verdaderos
“balines”, difíciles de ablandar hasta en una
olla de las que vendieron como parte de la revolución energética.
Además, chíncharos, colorados, negros,
vienen a veces con insectos.
Al cubano no le queda otra opción que acudir
al mercado agropecuario listo para ser desangrado, pues allí
se venden caros los fríjoles, en bolsitas de nylon o a granel.
Los vendedores aseguran a sus clientes que esos granos se ablandan
de sólo oler el agua caliente, cuando en realidad a veces
ni usando mandarrias.
Alto más barato se pueden comprar frijoles
cuando hay en el mercado del Ejército Juvenil del Trabajo
(EJT), y en los llamados mercados de “precios topados”.
Pero la diferencia no es significativa.
Este fin de año los cubanos tendrán
la jugada chiquita a la hora de llevar el alimento a sus mesas el
día de Nochebuena, y el 31 de diciembre.
¡Ojalá no sea solamente arroz
y frijoles!
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