5 de diciembre de 2007
 
 
Crónica            
 

Santa Bárbara en llamas

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – La Habana, tradicionalmente se colma de fiestas hogareñas durante la víspera de la celebración de Santa Bárbara, asociada al sincretismo de cultos africanos y cristianos. Este año no ha sido así. Las calles permanecieron vacías y silenciosas, a la par que cientos de ciudadanos de a pie amanecieron escépticos sobre el futuro del país, debido a las noticias que involucran a cuatro enigmáticos jinetes apocalípticos: Chávez, Fidel, la sucesión y el petróleo

El gobierno cubano y las autoridades venezolanas, por su parte, ya se habían encargado de adicionar aires de guerra en el enrarecido ambiente del buque, a partir de recientes ejercicios militares para enfrentar una invasión militar fantasma. Maniobra denominada Moncada 200, en la que participaron efectivos militares venezolanos que lucieron sus uniformes por la capital. Por lo que no pocos temieron que la fiesta se tornara en un San Quintín, dado a las alucinaciones, delirios de grandeza y esquizofrenia que padecen ambos máximos líderes. Y que les ha dado por decir que escuchan la voz del “libertador”. Curiosa capacidad de escuchar la de Chávez, que no le permitió oír (según las reflexiones de Fidel Castro) el magnifico reclamo de Don Juan Carlos: ¿Por qué no te callas?

Intelectuales, opositores, amas de casa, trabajadores por cuenta propia, partidarios del régimen, religiosos, estudiantes, bohemios anárquicos, liberales, se plantean similares interrogantes. ¿Qué repercusión puede traer para la ineficiente economía cubana la reciente victoria del No en Venezuela? ¿Qué rumbo tomará el presunto espacio de dialogo con la población, abierto por el presidente interino Raúl Castro, ante la posibilidad de que su ultra-conservador hermano Fidel Castro retome las riendas del poder al haber sido nominado? ¿Estamos a un paso de retornar a la década del 90?

No se puede predecir el futuro. Para mentirosos los meteorólogos. Resulta tan complicado el escenario y hay tanta carencia de información, que la mayoría permanece a la expectativa. En la política, como en el amor, a veces lo más importante no es lo que se dice, sino lo que no se dice. En ese punto es donde se agua la fiesta.

El referendo fue un asunto interno del pueblo venezolano, solucionado con el No. Esto ha demostrado que ya no se sustentan las excusas esgrimidas por los periodistas de la Mesa Redonda sobre la influencia de los medios de difusión o círculos de poder estadounidenses en los asuntos de Venezuela. O estos funcionarios castristas aceptan los resultados, o tendrán que inventar nuevos pretextos.

Las tendencias de opinión rozan los extremos. Desde los que comparan a Cuba con un arcaico galeón que se hunde lentamente y donde está a punto de estallar la Santa Bárbara; y los que esperan que Hugo Chávez Frías revierta la situación con una triquiñuela política de última hora. Tal vez asesorado por el viejo diablo a quien denomina su padre espiritual, Fidel Castro.

Algunos señalan que el gobierno de La Habana ha repetido varios de los errores en que incurriera el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). El más importante es la centralización y reorientación de la actividad mercantil sobre una sola área especifica. La pérdida de algunas libertades alcanzadas durante la etapa más cruenta de la década de los años 90.

Hace unos años la dirección económica de la Isla se deshizo de muchos de sus principales amigos empresariales con negocios dentro del territorio. Fueron afectadas decenas de compañías europeas, mexicanas y de otras nacionalidades, que se tuvieron que retirar. Hecho que creó un nefasto precedente para la confianza de futuros inversores, ya que estas entidades habían sostenido al régimen durante los momentos más difíciles del periodo especial.

Por otra parte, no son pocos los que desconfían de los datos de crecimiento económico publicados por el régimen (más de un diez por ciento estimado para este año). Sobre todo en lo referente a la disponibilidad y extracción de hidrocarburo, algo esencial en momentos en que los precios del barril de crudo han alcanzado niveles estratosféricos y siguen escalando, lo cual aumenta el precio de los alimentos y en general, deteriora más el nivel de vida de la población. Leche, queso, mariscos y carne de res, son vocablos desconocidos por la población; a no ser que se acuda lo que se oferta a precios de estafa en el mercado negro o en el de divisas.

En cuanto al “dialogo” abierto por Raúl Castro, las opiniones se dividen en tres. Los partidarios del régimen ven el proceso como algo necesario que continuará su curso. Se basan en que no creen que Fidel Castro se haya mantenido al margen del asunto, en caso de reasumir el poder. En parte repiten el discurso oficialista. Algunos opositores al régimen entienden que en la práctica no es una señal de buena voluntad para cambiar el estatus quo, dado a que no se ha tratado nunca de un dialogo, sino de un monólogo encerrado en el estrecho margen de la frase: “dentro de la Revolución todo, fuera de esta nada”. O lo que es igual: “Los que no están conmigo, están contra mí”.

Existen compatriotas que opinan que la decisión electoral venezolana va a propiciar necesariamente un replanteamiento de algunos asuntos de la política interna cubana, lo que podría conducir a valoraciones y moderadas aperturas con el fin de dar otra imagen. No son pocos los extranjeros que visitan el país y se dan cuenta que los nacionales son ciudadanos de segunda clase; amen del atraso en materia de derechos civiles y la letanía de las prohibiciones.

No son pocos los que se preguntan a dónde irán a parar los proyectos y las promesas hechas por los personeros del régimen sobre el desastroso sistema de salud pública, los servicios, los proyectos educacionales, productivos y los referentes al sector de la construcción de viviendas, y al transporte.

Nadie se atreve a predecir qué va a pasar. Pero luego del discurso de Hugo Chávez y las reflexiones del dictador cubano, es evidente que huele a pólvora quemada.

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