La
corrupción del ring ring
Lucas Garve, Fundación por la Libertad de
Expresión
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - ETECSA es la sigla
de la empresa de teléfonos cubana. Además, SA significaría
sociedad anónima, pero aquí todos saben que es el
estado cubano quien ordena y dispone.
A pesar de la introducción de nuevas tecnologías
digitales y la ampliación de capacidades de instalación
de teléfonos, la demanda no se cubre por otras causas. Entre
ellas, la principal, es que las solicitudes de instalación
las deciden personas ajenas a la empresa y a sus objetivos comerciales.
Son miembros ejecutivos de los Comités de Defensa de la Revolución
quienes otorgan la posibilidad de instalación del servicio
a los solicitantes.
El lector se preguntará que tiene que ver
un vecino con la aprobación de un hecho comercial como el
de instalarle un servicio tan común y necesario: el de un
teléfono. Sencillamente, así lo dispusieron las autoridades
máximas del país con el objetivo de que se adjudicara
el servicio a aquellos que sean simpatizantes comprobados del régimen
y que necesiten la comunicación por razones de trabajo.
Lo mismo ha ocurrido en otros eventos, de manera
que, movidos por las buenas voluntades gubernamentales, el asunto
de los teléfonos se ha convertido en una mina de oro para
unos y para otros en plato para servirse la dulce venganza contra
el prójimo.
Algo de esto y mucho más aconteció
en la zona dónde vivo. Las listas de las personas aprobadas
para obtener el servicio fueron alteradas según la conveniencia
de los jefazos inmediatos. Las asignaciones de teléfonos
en cada cuadra sufrieron cambios de nombres varias veces antes de
ser conocidas, y personas que gozaban de prioridad por su trabajo
fueron relegadas por intereses personales de quienes decidieron
cuales solicitudes serían aprobadas y cuales no.
Más claro ni el agua el mensaje del gobierno
a la población: para tener un teléfono en su casa,
primero tiene que ser comunista o aparentar serlo, como resulta
en muchos casos, después no importa que trabaje o no y aporte
con su labor algo a la sociedad, si no le cae bien al del Comité
de Defensa de la Revolución, no tendrá oportunidad,
como fue el caso de una trabajadora civil de las FAR que no le instalaron
el teléfono porque el del Comité de su cuadra se opuso.
Sin embargo, si paga 160 pesos en moneda convertible,
podrá obtener el servicio de telefonía celular. La
dificultad reside en encontrar la persona adecuada que facilite
la gestión por el precio anteriormente mencionado. Luego,
pagará el servicio en divisa. En las calles, usted se encontrará
con muchas personas, incluso jóvenes con su celular en la
mano. ¿Cuántos médicos tienen ese servicio
a su alcance, cuántos maestros, profesores, profesionales
en general, pueden darse el lujo de tener un teléfono celular,
que en cualquier parte del mundo es tan común? Sin contar
que en el país existen las posibilidades y condiciones tecnológicas
para ampliar el servicio al máximo.
¿Quién nos bloquea entonces?
La respuesta, sin duda la tiene el lector, si ha leído hasta
aquí o ha vivido como yo y once millones más en la
isla de las buenas voluntades.
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