5 de dciiembre de 2007
 
 
Crónica            
 

La corrupción del ring ring

Lucas Garve, Fundación por la Libertad de Expresión


LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - ETECSA es la sigla de la empresa de teléfonos cubana. Además, SA significaría sociedad anónima, pero aquí todos saben que es el estado cubano quien ordena y dispone.

A pesar de la introducción de nuevas tecnologías digitales y la ampliación de capacidades de instalación de teléfonos, la demanda no se cubre por otras causas. Entre ellas, la principal, es que las solicitudes de instalación las deciden personas ajenas a la empresa y a sus objetivos comerciales. Son miembros ejecutivos de los Comités de Defensa de la Revolución quienes otorgan la posibilidad de instalación del servicio a los solicitantes.

El lector se preguntará que tiene que ver un vecino con la aprobación de un hecho comercial como el de instalarle un servicio tan común y necesario: el de un teléfono. Sencillamente, así lo dispusieron las autoridades máximas del país con el objetivo de que se adjudicara el servicio a aquellos que sean simpatizantes comprobados del régimen y que necesiten la comunicación por razones de trabajo.

Lo mismo ha ocurrido en otros eventos, de manera que, movidos por las buenas voluntades gubernamentales, el asunto de los teléfonos se ha convertido en una mina de oro para unos y para otros en plato para servirse la dulce venganza contra el prójimo.

Algo de esto y mucho más aconteció en la zona dónde vivo. Las listas de las personas aprobadas para obtener el servicio fueron alteradas según la conveniencia de los jefazos inmediatos. Las asignaciones de teléfonos en cada cuadra sufrieron cambios de nombres varias veces antes de ser conocidas, y personas que gozaban de prioridad por su trabajo fueron relegadas por intereses personales de quienes decidieron cuales solicitudes serían aprobadas y cuales no.

Más claro ni el agua el mensaje del gobierno a la población: para tener un teléfono en su casa, primero tiene que ser comunista o aparentar serlo, como resulta en muchos casos, después no importa que trabaje o no y aporte con su labor algo a la sociedad, si no le cae bien al del Comité de Defensa de la Revolución, no tendrá oportunidad, como fue el caso de una trabajadora civil de las FAR que no le instalaron el teléfono porque el del Comité de su cuadra se opuso.

Sin embargo, si paga 160 pesos en moneda convertible, podrá obtener el servicio de telefonía celular. La dificultad reside en encontrar la persona adecuada que facilite la gestión por el precio anteriormente mencionado. Luego, pagará el servicio en divisa. En las calles, usted se encontrará con muchas personas, incluso jóvenes con su celular en la mano. ¿Cuántos médicos tienen ese servicio a su alcance, cuántos maestros, profesores, profesionales en general, pueden darse el lujo de tener un teléfono celular, que en cualquier parte del mundo es tan común? Sin contar que en el país existen las posibilidades y condiciones tecnológicas para ampliar el servicio al máximo.

¿Quién nos bloquea entonces? La respuesta, sin duda la tiene el lector, si ha leído hasta aquí o ha vivido como yo y once millones más en la isla de las buenas voluntades.


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