Eran
otros tiempos
Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) “Cacha,
pero, ¿tú aquí, en mi propia casa? Bueno, en
lo que era mi casa. ¡Qué descaro!” –dijo
Josefa, sorprendida, colérica.
Por años trató de arrinconar su ira
y olvidar viejos agravios, pero ahora que la tenía frente
a frente no se pudo contener. La herida no había cicatrizado
y volvió a la carga.
-¡Tú, Caridad Gómez! Tú,
la primera en lanzarme huevos cuando aquel acto de repudio porque
quise irme del país. Tú que me gritaste gusana, vendepatria,
traidora –estalló entre sollozos-; tú, mi mejor
amiga, mi hermana. Juntas fuimos a la escuela, a todas parte, hasta
intercambiábamos la ropa y los secretos. ¿Te acuerdas,
Cacha?
-¡Cómo no voy a acordarme, chica! ¡Ay,
perdóname, Fefa! Todo era una confusión entonces.
¡Perdóname!
Se abrazaron, llorando. Tenían mucho de qué
hablar.
-Cacha, cuéntame de tu hijo.
-¿Pedrito? Bueno, sabes que era salvavidas;
conoció en Varadero a una turista canadiense, se casaron
y viven en Canadá. Tienen un niño. Ya soy abuela y
el año pasado pude visitarlos.
-Cacha, perdona la pregunta, me han dicho que todavía
eres presidenta del comité.
-¡Cierto, muy cierto! Y mejor presidenta que
ella no la queremos –intervino Gumersindo, el vecino jubilado,
quien también fue a saludar a la antigua vecina, de visita
en Cuba.
-Cachita lleva muchos años en el cargo, casi
vitalicio. ¿Sabes el secreto? Nadie quiere ese cargo porque
es candela viva. Pero la gente entiende a Cacha y ella nos entiende
–enfatizó Gumersindo, guiñando un ojo a Fefa.
Y continuó.- Si alguien necesita una recomendación
del CDR para el trabajo, o para comprar un equipo eletrodoméstico,
o para tener derecho a un apartamento o un viaje al extranjero,
ahí está Cacha, disimulando faltas y anotándole
algunas guardias del CDR de más. Con las donaciones de sangre
sí que no hay invento, tienes que presentar el comprobante
de la extracción. Pero de la conexión clandestina
a Internet y la televisión satelital del barrio Cachita ni
se da por enterada, aunque no se pierde un capítulo de novela
ni un show musical. El otro día Cacha se asustó, y
de qué manera, cuando vino a verla un policía para
comprobar si Pura estaba jineteando. Le dijo muy incómoda
al agente que estaba muy equivocado, que era una calumnia decir
que Pura es una puta, porque algunos vejetes extranjeros la invitan
a la playa o a un restaurante caro.
-Ay, Gume –interrumpe Cacha a su vecino-, no
digas esas cosas que me sacas los colores.
-Las digo y bien, para que nadie te confunda. Pero,
mira, Fefita, cuando Cacha nos dice que tenemos tal meta de donaciones
de sangre, de recogida de materia prima para reciclaje, y que hay
que tener al día el pago de la cuota del comité, ¡hay
que cumplir con ella, sí señor!
Caridad, presidenta del CDR #71, interviene otra
vez:
-A propósito, Gume, aquí tengo un recorte
del periódico Juventud Rebelde donde Leonardo Tracter Jordán,
coordinador provincial de los CDR de Ciudad de La Habana, declara:
“¿Acaso podemos permitirnos dejar brechas a la indisciplina
y al delito? ¿De qué vale custodiar una cuadra hasta
la una de la mañana si después nos retiramos a dormir
y dejamos a la delincuencia despierta y los bienes desprotegidos?”.
Pero oye esto otro, Gumersindo, dice el coordinador que en los barrios
se levantan y arreglan casas con materiales de dudosa procedencia,
y operan fábricas clandestinas, y esto no se denuncia y los
comités ni si dan por enterado.
-No sé, Cachita, por qué me dices esas
cosas. Yo sólo quería…
-Mi querido Gume, y te lo digo delante de Fefa que
ya no vive aquí: ¡hay que ponerse patines! No podemos
perder nuestra condición de CDR vanguardia. Tú tienes
el cargo de vigilancia y tienes que decirle a Ramona que aguante
la venta de tamales; a Joaquín lo alertas sobre lo que dijeron
de las fabriquitas clandestinas. Ah, también le dices a Pura
que se deje de tanta putería y le diga a sus clientes que
parqueen sus turistaxis bien lejos su casa. Y tú, mi querido
Gumersindo, cuídate bien de que la policía no te vaya
a agarrar con la lista de apuntaciones de la bolita, porque vas
directo a prisión.
Dirigiéndose entonces a su amiga gusana, hoy
mariposa, le dice:
-¿Te das cuenta, querida amiga? ¡Aquellos
eran otros tiempos!
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