4 de dciiembre de 2007
 
 
Crónica            
 

El dedo en la maraña

Fabián D. Arcos

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El domingo 25 de noviembre el tabloide Juventud Rebelde publicó un artículo titulado “Marañas de la Fábula”, del periodista Ricardo Ronquillo Bello. La fábula de la que trata es el cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian Andersen, llevado en versión periodística a la realidad nacional.

El artículo parte de declaraciones del señor José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional, donde en una reciente entrevista denunció “la gestión deficiente de algunas administraciones que entorpeció hasta ahora la celeridad de la respuesta o solución de los problemas”. Se refería a las gestiones que los delegados de base del Poder Popular realizan en las distintas direcciones de la administración del estado a nivel municipal.

Muchos delegados de base del Poder Popular con las mejores de las intenciones para resolver los problemas de su comunidad han chocado con ese valladar infranqueable que la burocracia erige a todo aquel que simplemente desee hacer bien su trabajo. De resultas, la actividad de los delegados es calificada de inoperante por sus propios electores, que pierden así la fe en los elegidos y el sistema.

Lo más interesante (e inexplicable) de todo eso es que la mayoría de esas administraciones están subordinadas al Poder Popular, y son las asambleas municipales las que fiscalizan y controlan esas entidades, así como designan y sustituyen a los miembros de los consejos de administración, a los jefes de las direcciones administrativas y de empresas de subordinación municipal y determinan la organización, funcionamiento y tareas de las entidades encargadas de realizar las actividades económicas, de producción y servicios. Lo desconcertante es que esos mismos delegados a quienes las administraciones no les dan la debida atención y respuestas, son los integrantes de la Asamblea Municipal.

En fin, más que un círculo vicioso, se trata de un círculo de vicios engendrados por un poder burocrático y demagogo en el que las únicas orientaciones, solicitudes e informes que se atienden son las emanadas “de arriba”.

El colega Ronquillo Bello ha puesto el dedo en una llaga que no se limita a los frustrados y desdichados delegados elegidos en “democráticas elecciones”. Más que llaga es un cáncer que ya se extiende por todo el cuerpo social y amenaza, tanto o más que la corrupción denunciada por el mandatario enfermo, con la muerte de todo el sistema. Por ello, y no le falta razón a su pragmática visión, el General sustituto reclama “cambios estructurales”.

En el artículo el autor expresa: “Una mayoría decide de común acuerdo compartir una ignorancia colectiva de un hecho obvio, aún cuando individualmente reconozcan lo absurdo de la situación”. Lástima que el periodista no utilice la primera persona del plural y así sería un artículo autocrático. Porque los únicos que sí han denunciado en todo momento la desnudez del monarca han sido los opositores y periodistas independientes, pero a ellos no se les incluyen en ese “colectivo”.

¿Por qué el propio Toledo Santander, desde su alto puesto en la Comisión de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional no da fe de la falta de respuesta del Registro Nacional de Asociaciones ante las incontables solicitudes de opositores, periodistas independientes, bibliotecarios independientes o simplemente personas contestatarias que desean constituir organizaciones no gubernamentales con ideas, pensamientos y voz propias?

Que la prensa oficiosa trate este problema “en blanco y negro” es un logro en medio de este proceso en que se pide a la ciudadanía plantear los problemas “con sinceridad y valentía”. En el extranjero algunos ven en esto una glasnost, pero en la realidad no es para tanto.

Lo peor de todo es que ya el grito infantil de “el rey está desnudo” no sobresalta a casi nadie. Porque lo triste, lo ridículo y doloroso es que en este país la gran mayoría, por su silencio cómplice, está en cueros también.

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