El
dedo en la maraña
Fabián D. Arcos
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - El
domingo 25 de noviembre el tabloide Juventud Rebelde publicó
un artículo titulado “Marañas de la Fábula”,
del periodista Ricardo Ronquillo Bello. La fábula de la que
trata es el cuento El traje nuevo del emperador, de Hans Christian
Andersen, llevado en versión periodística a la realidad
nacional.
El artículo parte de declaraciones del señor
José Luis Toledo Santander, presidente de la Comisión
de Asuntos Constitucionales y Jurídicos de la Asamblea Nacional,
donde en una reciente entrevista denunció “la gestión
deficiente de algunas administraciones que entorpeció hasta
ahora la celeridad de la respuesta o solución de los problemas”.
Se refería a las gestiones que los delegados de base del
Poder Popular realizan en las distintas direcciones de la administración
del estado a nivel municipal.
Muchos delegados de base del Poder Popular con las
mejores de las intenciones para resolver los problemas de su comunidad
han chocado con ese valladar infranqueable que la burocracia erige
a todo aquel que simplemente desee hacer bien su trabajo. De resultas,
la actividad de los delegados es calificada de inoperante por sus
propios electores, que pierden así la fe en los elegidos
y el sistema.
Lo más interesante (e inexplicable) de todo
eso es que la mayoría de esas administraciones están
subordinadas al Poder Popular, y son las asambleas municipales las
que fiscalizan y controlan esas entidades, así como designan
y sustituyen a los miembros de los consejos de administración,
a los jefes de las direcciones administrativas y de empresas de
subordinación municipal y determinan la organización,
funcionamiento y tareas de las entidades encargadas de realizar
las actividades económicas, de producción y servicios.
Lo desconcertante es que esos mismos delegados a quienes las administraciones
no les dan la debida atención y respuestas, son los integrantes
de la Asamblea Municipal.
En fin, más que un círculo vicioso,
se trata de un círculo de vicios engendrados por un poder
burocrático y demagogo en el que las únicas orientaciones,
solicitudes e informes que se atienden son las emanadas “de
arriba”.
El colega Ronquillo Bello ha puesto el dedo en una
llaga que no se limita a los frustrados y desdichados delegados
elegidos en “democráticas elecciones”. Más
que llaga es un cáncer que ya se extiende por todo el cuerpo
social y amenaza, tanto o más que la corrupción denunciada
por el mandatario enfermo, con la muerte de todo el sistema. Por
ello, y no le falta razón a su pragmática visión,
el General sustituto reclama “cambios estructurales”.
En el artículo el autor expresa: “Una
mayoría decide de común acuerdo compartir una ignorancia
colectiva de un hecho obvio, aún cuando individualmente reconozcan
lo absurdo de la situación”. Lástima que el
periodista no utilice la primera persona del plural y así
sería un artículo autocrático. Porque los únicos
que sí han denunciado en todo momento la desnudez del monarca
han sido los opositores y periodistas independientes, pero a ellos
no se les incluyen en ese “colectivo”.
¿Por qué el propio Toledo Santander,
desde su alto puesto en la Comisión de Asuntos Constitucionales
y Jurídicos de la Asamblea Nacional no da fe de la falta
de respuesta del Registro Nacional de Asociaciones ante las incontables
solicitudes de opositores, periodistas independientes, bibliotecarios
independientes o simplemente personas contestatarias que desean
constituir organizaciones no gubernamentales con ideas, pensamientos
y voz propias?
Que la prensa oficiosa trate este problema “en
blanco y negro” es un logro en medio de este proceso en que
se pide a la ciudadanía plantear los problemas “con
sinceridad y valentía”. En el extranjero algunos ven
en esto una glasnost, pero en la realidad no es para tanto.
Lo peor de todo es que ya el grito infantil
de “el rey está desnudo” no sobresalta a casi
nadie. Porque lo triste, lo ridículo y doloroso es que en
este país la gran mayoría, por su silencio cómplice,
está en cueros también.
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