Gobierno
abandona a veteranos
Leonel Alberto Pérez Belette
LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Gabriel Capdezuñez
Matos es un militar jubilado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias
(FAR), entidad que se ha mantenido bajo el liderazgo del presidente
interino Raúl Castro. Gabriel tiene 66 años. A pesar
de ser un comunista convencido se ha convertido en otra de las tantas
victimas del régimen. Su familia no encuentra a quién
apelar. No se trata del único caso. El suyo es solo un ejemplo
de la situación que enfrentan miles de veteranos de las tantas
guerras en las que ha participado el país.
Gabriel Capdezuñez vivía en el poblado
habanero Güira de Melena. El 1ro. de septiembre comenzó
su martirio. Sufrió un derrame cerebral, del cual se salvó
de puro milagro. En la opinión de los médicos, sobreviven
a tales episodios uno de cada 100 afectados. Fue trasladado al hospital
militar de La Lisa. Una vez que le dieron de alta algunos de sus
familiares, residentes en la capital, asumieron su cuidado. Pero
se quejan de una cadena de malos tratos que deja mucho que decir
del régimen.
Primeramente, la familia se dirigió en busca
de ayuda a la Asociación de Combatientes de la Revolución
(ACR), institución creada inicialmente por el gobierno para
ocuparse de casos similares, de las viudas, huérfanos y demás
familiares. Aunque en la opinión de varios entrevistados
la labor de la ACR se al control de los asociados; a la par que
sirve de fuerza de choque paramilitar en contra de los opositores
al gobierno. Los familiares de Capdezuñez Matos buscaban
una cama con condiciones para atenderle. También pañales
desechables y apoyo para ingresarle en el internacionalmente renombrado
Centro de Restauración Neurológica (CIREN) y así
agilizar su recuperación.
Gabriel ya se levanta. Muestra alguna mejoría,
pero aún debe guardar reposo y le han salido escaras por
lo que una cama fowler le facilitaría la existencia. Incluso,
sufre constantes desajustes neurológicos propios del daño
sufrido. A lo que hay que sumar que debe seguir una dieta especifica;
muy por encima del alcance de su pensión.
La ACR le envió como única ayuda 200
pesos, equivalente a 10 dólares. Le plantearon que no disponían
de camas como la que necesita, ni contaban con otros medios. Tampoco
podían ayudarlo con su ingreso en el CIREN. Luego lo remitieron
a las oficinas de Tete Puebla (comisaria política), pero
nunca fue recibido y lo enviaron a otra instancia burocrática.
Al final hasta le sugirieron que se dirigieran a la iglesia en busca
de ayuda.
Los medios de prensa no cesan de hablar de la labor
humanitaria que brinda el CIREN a los extranjeros, como parte de
programas políticos que asume el estado. A lo que se suma
que el régimen ha limitado al máximo la entrada de
ayuda material procedente del exterior destinada a instituciones
religiosas.
El colmo del maltrato llegó cuando la familia
tuvo que trasladar a Gabriel a la vivienda de su ex- esposa y su
hijo adolescente, estudiante de estomatología. En el mismo
inmueble se encuentra un consultorio del médico de la familia.
La doctora del recinto se negó, en medio de un desafuero
burocrático y en forma descompuesta, a atenderle por no querer
cargar con un paciente perteneciente a otra zona asistencial, por
demás fuera de la ciudad. La familia tuvo que ir a quejarse
a la policlínica correspondiente, donde le respondieron que
lo orientado era muy diferente y se disculparon; pero el daño
ya estaba hecho. De muy mala gana le han ido dando una atención
mínima.
Se trata de una familia humilde que con anterioridad
ha tenido que recurrir al aparato de asistencia social. El mismo
Capdezuñez laboraba como vigilante nocturno cuando se le
presentó el accidente cerebral, lo que le ayudaba a aumentar
sus ingresos económicos.
Miles de ex-combatientes, jubilados de los distintos
cuerpos armados, padecen situaciones similares. Algunos no cuentan
con un domicilio, otros viven en condiciones precarias. A lo que
se adjunta el incremento general de la carestía de la vida.
En contradicción con estos problemas,
los dirigentes cubanos ostentan un nivel de vida muy alto. Lujosas
residencias en barrios exclusivos. Médicos de cabecera y
clínicas privadas, autos, y alimentación directamente
acarreada a la casa por el servicio de protocolo. Y hasta resulta
ridículo, según dicen algunos de los excombatientes,
que mientras los veteranos no tienen reposo, le otorgan viviendas
a personajes como el controvertido Hassan Pérez, el cual
nunca ha tirado un chícharo y cuyo unido merito radica en
ser hijo de un alto jefe militar y pronunciar histéricos
discursos apologistas a favor del régimen.
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