4 de dciiembre de 2007
 
 
Crónica            
 

Gobierno abandona a veteranos

Leonel Alberto Pérez Belette


LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Gabriel Capdezuñez Matos es un militar jubilado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), entidad que se ha mantenido bajo el liderazgo del presidente interino Raúl Castro. Gabriel tiene 66 años. A pesar de ser un comunista convencido se ha convertido en otra de las tantas victimas del régimen. Su familia no encuentra a quién apelar. No se trata del único caso. El suyo es solo un ejemplo de la situación que enfrentan miles de veteranos de las tantas guerras en las que ha participado el país.

Gabriel Capdezuñez vivía en el poblado habanero Güira de Melena. El 1ro. de septiembre comenzó su martirio. Sufrió un derrame cerebral, del cual se salvó de puro milagro. En la opinión de los médicos, sobreviven a tales episodios uno de cada 100 afectados. Fue trasladado al hospital militar de La Lisa. Una vez que le dieron de alta algunos de sus familiares, residentes en la capital, asumieron su cuidado. Pero se quejan de una cadena de malos tratos que deja mucho que decir del régimen.

Primeramente, la familia se dirigió en busca de ayuda a la Asociación de Combatientes de la Revolución (ACR), institución creada inicialmente por el gobierno para ocuparse de casos similares, de las viudas, huérfanos y demás familiares. Aunque en la opinión de varios entrevistados la labor de la ACR se al control de los asociados; a la par que sirve de fuerza de choque paramilitar en contra de los opositores al gobierno. Los familiares de Capdezuñez Matos buscaban una cama con condiciones para atenderle. También pañales desechables y apoyo para ingresarle en el internacionalmente renombrado Centro de Restauración Neurológica (CIREN) y así agilizar su recuperación.

Gabriel ya se levanta. Muestra alguna mejoría, pero aún debe guardar reposo y le han salido escaras por lo que una cama fowler le facilitaría la existencia. Incluso, sufre constantes desajustes neurológicos propios del daño sufrido. A lo que hay que sumar que debe seguir una dieta especifica; muy por encima del alcance de su pensión.

La ACR le envió como única ayuda 200 pesos, equivalente a 10 dólares. Le plantearon que no disponían de camas como la que necesita, ni contaban con otros medios. Tampoco podían ayudarlo con su ingreso en el CIREN. Luego lo remitieron a las oficinas de Tete Puebla (comisaria política), pero nunca fue recibido y lo enviaron a otra instancia burocrática. Al final hasta le sugirieron que se dirigieran a la iglesia en busca de ayuda.

Los medios de prensa no cesan de hablar de la labor humanitaria que brinda el CIREN a los extranjeros, como parte de programas políticos que asume el estado. A lo que se suma que el régimen ha limitado al máximo la entrada de ayuda material procedente del exterior destinada a instituciones religiosas.

El colmo del maltrato llegó cuando la familia tuvo que trasladar a Gabriel a la vivienda de su ex- esposa y su hijo adolescente, estudiante de estomatología. En el mismo inmueble se encuentra un consultorio del médico de la familia. La doctora del recinto se negó, en medio de un desafuero burocrático y en forma descompuesta, a atenderle por no querer cargar con un paciente perteneciente a otra zona asistencial, por demás fuera de la ciudad. La familia tuvo que ir a quejarse a la policlínica correspondiente, donde le respondieron que lo orientado era muy diferente y se disculparon; pero el daño ya estaba hecho. De muy mala gana le han ido dando una atención mínima.

Se trata de una familia humilde que con anterioridad ha tenido que recurrir al aparato de asistencia social. El mismo Capdezuñez laboraba como vigilante nocturno cuando se le presentó el accidente cerebral, lo que le ayudaba a aumentar sus ingresos económicos.

Miles de ex-combatientes, jubilados de los distintos cuerpos armados, padecen situaciones similares. Algunos no cuentan con un domicilio, otros viven en condiciones precarias. A lo que se adjunta el incremento general de la carestía de la vida.

En contradicción con estos problemas, los dirigentes cubanos ostentan un nivel de vida muy alto. Lujosas residencias en barrios exclusivos. Médicos de cabecera y clínicas privadas, autos, y alimentación directamente acarreada a la casa por el servicio de protocolo. Y hasta resulta ridículo, según dicen algunos de los excombatientes, que mientras los veteranos no tienen reposo, le otorgan viviendas a personajes como el controvertido Hassan Pérez, el cual nunca ha tirado un chícharo y cuyo unido merito radica en ser hijo de un alto jefe militar y pronunciar histéricos discursos apologistas a favor del régimen.

 

 

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