SOCIEDAD
Abuso de poder y el transporte universitario
Cecilia Domínguez Ichazo, Jóvenes
sin Censura
HOLGHUIN, Cuba - Octubre (www.cubanet.org) -
La realidad del transporte cubano es peor cada
día para los estudiantes universitarios.
Continúa siendo una odisea llegar a tiempo
a la escuela. Pero los noticieros de la televisión
y las emisoras radiales se destacan en declarar
las marcadas mejorías que ha tenido el
transporte. Sobre todo, que ahora hay más
encargados de organizar las colas.
No obstante, los miembros de la Policía
Nacional Revolucionaria se autodenominan protectores
permanentes del orden público. Especialmente,
el que se concentra en las terminales y aeropuertos.
Pero a estos policías les faltan métodos
para dirigirse al viajero, o lo que es peor, la
casi total ignorancia de las normas lingüísticas
de la comunicación humana, los vuelven
altamente peligrosos en materia de organización,
sobre todo, cuando llegan los estudiantes a los
puntos de botella (lugar donde deben abordar el
transporte). Desde su llegada, las frases despectivas
llueven.
En Santiago de Cuba ocurren incidentes que no
molestan para nada a estos guardavías.
Me refiero a la llegada repentina de polizontes
que se encuentran superándose en las escuelas
de esta provincia. La avalancha se convierte en
una masa compacta que mira por encima del hombro.
Uno de ellos, principalmente mujer, detiene un
carro, y generalmente es particular, de los que
no tienen autorización para cargar personas,
suben todos los policías y prohíben
que los demás civiles y estudiantes universitarios
monten, por la sencilla razón de que el
chofer no puede transportar personas en su carro.
Esta es una situación molesta. Pero que
se está volviendo común y corriente
dentro de la cotidianidad.
De igual forma, los policías están
autorizados a no pagar en ningún transporte
terrestre. Y cuando lo consideran necesario bajan
a cualquiera que interceda en defensa de los demás,
sin importar lo que hayan hecho.
Los estudiantes continúan tragando las
amarguras del transporte y las malcriadeces de
los que aseguran tener el poder para mantener
el orden público.
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