DESDE
LA CARCEL
Un reflejo del presidio en Cuba
José Antonio Fornaris, Cuba Verdad
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - Dos
cartas hemos recibido del periodista preso Oscar
Mario González; una, la colega Amarilis
Cortina; y la otra, quien suscribe estas líneas.
Damos a conocer algunos párrafos porque
ellos reflejan la realidad del presidio en Cuba,
y porque irradian amor hacia el ser humano.
"Querida Amarilis: Definitivamente las cárceles
cubanas son verdaderas parcelas del infierno.
Unas peores que otras, son aberraciones de la
conducta humana. Con una inmensa carga de brutalidad
y dolor representados por carceleros y encarcelados.
Ambos víctimas de una realidad que es fuente
y origen de una pena inmensa. Dolor terrible no
sólo en sus efectos sino, además,
en su permanencia como fruto venenoso, seco y
ennegrecido que se pega a la rama con obstinación,
impidiendo que huya la sustancia vital.
"El preso, embrutecido y degenerado por
el rigor del presidio y su ausencia de valores,
y su contraparte, el carcelero, contagiado por
los mismos efectos. Ambos necesitándose
y odiándose al unísono, imprescindibles
en su reciprocidad. Enemigos inseparables y consustanciales
que no siempre logran identificar la causa de
su desgracia a pesar de intuirla en un acto de
elemental raciocinio
"Víctima del mismo infortunio, la
heterogénea población penal crece
y se multiplica, y todo ello como claro mentís,
como prueba irrefutable, del fracaso de una prédica
que aseguraba la posibilidad de un mundo mejor
representado por un hombre nuevo, incomparablemente
superior al hombre conocido hasta el momento.
"Te confieso que nunca pensé que
el régimen pudiera ser tan cruel y vengativo
con mi persona. Yo sabía que me odiaba,
y ello porque en reiteradas ocasiones lo manifestaban,
asegurándome que mis trabajos eran muy
críticos y que no lo permitirían.
Y aún así, cuando me secuestraron
agentes de la Seguridad del Estado yendo rumbo
a la panadería, y a una cuadra de mi hogar,
no me causó mayor sorpresa. Lo único
que pudo haberme sorprendido fue el empleo de
cuatro atléticos jóvenes de la Seguridad
para detener a un indefenso y pacífico
ciudadano de 62 años, como el empleo de
un auto Lada último modelo, como en los
peores tiempos del Chicago de Al Capone.
"Después me tuvieron seis meses en
distintos calabozos, confinado en una celda de
3 x 2 metros en compañía de 4 ó
6 acusados de delitos comunes, incomunicado totalmente
del mundo exterior, con una visita semanal de
10 minutos en presencia de uno o dos agentes de
la Seguridad del Estado.
"Durante seis meses sufrí como eres
incapaz de imaginar. Sólo Dios, que me
dio fortaleza sabe de esos sufrimientos. Ni siquiera
lo conocen mis hermanos y mi esposa. ¿Para
qué hacerlos sufrir identificándolos
con mi dolor?
"El encierro, las privaciones materiales
y el total aislamiento sin duda que perseguían
transmitir una sensación de impotencia,
abandono y temor. Seis meses sin saber del mundo
exterior pueden hacerte sentir débil, menesteroso,
olvidado e ignorado por todos".
En la otra misiva, el colega en prisión
expresa: "Querido amigo Fornaris: Durante
los seis primeros meses de incomunicación
con amigos y colegas, el no saber absolutamente
nada de ellos fue un serio motivo de dolor. Sufrí
mucho sin saber de ustedes. Ya después
de estar en prisión pude, poco a poco,
conocer de cada uno a través de mis hermanos
y otros familiares. Al fin, voy recibiendo carta
de ustedes, y ésta es una bendición
de Dios destinada a aligerar esta carga tan injusta
como indeseable.
"Me complace sobremanera verlos trabajar.
Ustedes tienen la responsabilidad histórica
de llevar a buen puerto el periodismo independiente,
única voz sin compromisos ni ataduras,
y decididos a comunicar la realidad cubana a cualquier
precio.
"Ojalá yo sea el último periodista
encarcelado. Ojalá y conmigo cese el atropello
de encarcelar a un hombre por denunciar la realidad
y criticarla con las únicas armas de la
palabra.
"Por mi parte, estoy en un limbo jurídico
sin saber qué será de mí.
Mientras tanto, estaré aquí tratando
de llevar este presidio con la dignidad necesaria,
sin que el injusto y vejaminoso proceder de las
autoridades al encarcelarme pueda sembrar en mí
el odio o el resentimiento".
Ojalá que Oscar Mario González
no sea sólo el último periodista
preso. Ojalá que sea el último prisionero
de conciencia cubano. Ojalá que las feas
fauces de las prisiones de la Isla sean abiertas
para dejar salir a todos los que en ellas están
por pensar que patria y justicia no es un grupo
en el poder.
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