PRENSA INDEPENDIENTE
Septiembre 28, 2005
 

DESDE LA CARCEL
La tortura ¿de quiénes y a quiénes?

José Ubaldo Izquierdo Hernández, condenado a 16 años

PENITENCIARÍA DE GUANAJAY, Cuba - Septiembre (www.cubanet.org) - Meditando sobre la saturada campaña mediática del oficialismo cubano referente a supuestas torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes en prisiones como Abu Ghraib, en Irak, o la Base Naval estadounidense de Guantánamo, situada en la oriental provincia cubana del mismo nombre, reflexionaba sobre las constantes críticas del régimen de La Habana a los países participantes en la necesaria cruzada antiterrorista internacional, y la actuación de su gobierno en cuanto a tratamiento a prisioneros de guerra y terroristas confesos se refiere.

No es menos cierto que se han cometido irregularidades por parte de soldados y oficiales de la coalición en los mencionados centros penitenciarios, que al traste dieron lugar a denuncias de organismos mundiales de derechos humanos, tales como la prestigiosa Amnistía Internacional (AI) o la no menos reconocida Cruz Roja, las cuales hicieron un llamado urgente a los gobiernos involucrados para que pusieran fin a estos errores humanos, y así se castigara a quienes abusando de sus cargos violaron reglas establecidas y cometieron indiscutiblemente actos crueles y degradantes contra detenidos o reclusos.

Países como Estados Unidos y Gran Bretaña han actuado de forma ejemplar, y sus militares violadores de la ley han sido puestos a disposición de la justicia, recibiendo cada cual la sanción adecuada, según la legislación vigente en cada país en cuestión.

Las superfluas críticas del régimen cubano a sus reconocidos adversarios políticos, que según La Habana violan constantemente los derechos de los reclusos confinados en Irak, Afganistán o Guantánamo pudieran tener algún valor o peso en la opinión pública internacional si verdaderamente en la isla comunista se cumpliera a cabalidad con lo establecido en la universalmente reconocida Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Si en la Cuba de Fidel Castro se actuara conforme a lo acordado dentro de las 96 reglas mínimas de tratamiento de reclusos, adoptadas por las Naciones Unidas en 1955, o con lo aprobado en la convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes del año 1984, entonces el régimen castrista pudiera emitir criterios contra Washington, Londres, Roma, o cualquier otro gobierno participante en la lucha antiterrorista, en la cual sus oficiales o soldados hayan realizado algún tipo de procedimiento violatorio de los derechos del ser humano encarcelado.

Pero la realidad cubana es otra. En las prisiones de Cuba se viola a diestra y siniestra cuanto acuerdo internacional tenga que ver con los derechos de la persona que por un motivo u otro están privadas de libertad. Eso lo conocen bien las autoridades de La Habana, y por tanto se niegan a firmar la Convención Contra la Tortura aprobada por la ONU en el año de 1984, así como rechazan rotundamente que el relator especial nombrado por el Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas visite la isla y supervise sus cárceles o centro de detención e interrogación.

Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, por tortura se entiende lo siguiente: Tortura: tormento, figura, dolor, angustia. Así mismo la acción de torturar está registrada en la enciclopedia lingüística de la siguiente manera: Torturar - Dar tortura, atormentar, hacer padecer. No sólo el maltrato físico es sinónimo de tortura, psicológicamente también se puede torturar, y de hecho ese acto cruel he visto frecuentemente en cárceles cubanas, sin que el gobierno quiera reconocerlo, aunque sobradamente está convencido de lo que a diario sucede en todos sus establecimientos penitenciarios.

Requisar en horas de la madrugada, interrumpiendo así el sueño de los reclusos; hacer ruidos estruendosos en el horario de cierre de puertas y candados mientras el reo pernocta; abrir y husmear la correspondencia, espiar conversaciones telefónicas, e instalar equipos de escucha en las habitaciones matrimoniales y cuartos de visitas son algunas de las prácticas degradantes que afectan psicológica y mentalmente a la población penal cubana.

A esto se suma la subalimentación (por debajo de las 2,400 calorías diarias) y la falta de higiene en la manipulación de los alimentos, así como la ínfima calidad de éstos; el insuficiente suministro de agua, donde los reos deben casi siempre cargar y almacenar el preciado líquido, además de las infrahumanas condiciones de reclusión, incluidas las instalaciones sanitarias desprovistas generalmente de duchas y retretes adecuados.

Lo anteriormente expuesto resulta irrefutable. Ahora que tanto se habla de Abu Ghraib y Guantánamo en los medios de teledifusión nacionales, sería conveniente que la prensa oficial cubana visitara la penitenciaría de Guanajay, vivo ejemplo de las violaciones a los derechos de los aquí recluidos y material idóneo para la realización de un estupendo e imparcial trabajo periodístico digno de destacar en los principales noticiarios de las censuradas televisión y radio cubanas.

La invitación está hecha, esperemos entonces por Antonio Resillez, Eduardo Dimas o Roberto Agudo, fervientes voceros del régimen cubano, a quienes seguramente les prohibirán andar en este tipo de gavetas, de hecho infectadas de cucarachas.


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