DESDE
LA CARCEL
La tortura ¿de quiénes y a quiénes?
José Ubaldo Izquierdo Hernández,
condenado a 16 años
PENITENCIARÍA DE GUANAJAY, Cuba - Septiembre
(www.cubanet.org) - Meditando sobre la saturada
campaña mediática del oficialismo
cubano referente a supuestas torturas y tratos
crueles, inhumanos o degradantes en prisiones
como Abu Ghraib, en Irak, o la Base Naval estadounidense
de Guantánamo, situada en la oriental provincia
cubana del mismo nombre, reflexionaba sobre las
constantes críticas del régimen
de La Habana a los países participantes
en la necesaria cruzada antiterrorista internacional,
y la actuación de su gobierno en cuanto
a tratamiento a prisioneros de guerra y terroristas
confesos se refiere.
No es menos cierto que se han cometido irregularidades
por parte de soldados y oficiales de la coalición
en los mencionados centros penitenciarios, que
al traste dieron lugar a denuncias de organismos
mundiales de derechos humanos, tales como la prestigiosa
Amnistía Internacional (AI) o la no menos
reconocida Cruz Roja, las cuales hicieron un llamado
urgente a los gobiernos involucrados para que
pusieran fin a estos errores humanos, y así
se castigara a quienes abusando de sus cargos
violaron reglas establecidas y cometieron indiscutiblemente
actos crueles y degradantes contra detenidos o
reclusos.
Países como Estados Unidos y Gran Bretaña
han actuado de forma ejemplar, y sus militares
violadores de la ley han sido puestos a disposición
de la justicia, recibiendo cada cual la sanción
adecuada, según la legislación vigente
en cada país en cuestión.
Las superfluas críticas del régimen
cubano a sus reconocidos adversarios políticos,
que según La Habana violan constantemente
los derechos de los reclusos confinados en Irak,
Afganistán o Guantánamo pudieran
tener algún valor o peso en la opinión
pública internacional si verdaderamente
en la isla comunista se cumpliera a cabalidad
con lo establecido en la universalmente reconocida
Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Si en la Cuba de Fidel Castro se actuara conforme
a lo acordado dentro de las 96 reglas mínimas
de tratamiento de reclusos, adoptadas por las
Naciones Unidas en 1955, o con lo aprobado en
la convención contra la tortura y otros
tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes
del año 1984, entonces el régimen
castrista pudiera emitir criterios contra Washington,
Londres, Roma, o cualquier otro gobierno participante
en la lucha antiterrorista, en la cual sus oficiales
o soldados hayan realizado algún tipo de
procedimiento violatorio de los derechos del ser
humano encarcelado.
Pero la realidad cubana es otra. En las prisiones
de Cuba se viola a diestra y siniestra cuanto
acuerdo internacional tenga que ver con los derechos
de la persona que por un motivo u otro están
privadas de libertad. Eso lo conocen bien las
autoridades de La Habana, y por tanto se niegan
a firmar la Convención Contra la Tortura
aprobada por la ONU en el año de 1984,
así como rechazan rotundamente que el relator
especial nombrado por el Alto Comisionado para
los Derechos Humanos de las Naciones Unidas visite
la isla y supervise sus cárceles o centro
de detención e interrogación.
Según el diccionario de la Real Academia
Española de la Lengua, por tortura se entiende
lo siguiente: Tortura: tormento, figura, dolor,
angustia. Así mismo la acción de
torturar está registrada en la enciclopedia
lingüística de la siguiente manera:
Torturar - Dar tortura, atormentar, hacer padecer.
No sólo el maltrato físico es sinónimo
de tortura, psicológicamente también
se puede torturar, y de hecho ese acto cruel he
visto frecuentemente en cárceles cubanas,
sin que el gobierno quiera reconocerlo, aunque
sobradamente está convencido de lo que
a diario sucede en todos sus establecimientos
penitenciarios.
Requisar en horas de la madrugada, interrumpiendo
así el sueño de los reclusos; hacer
ruidos estruendosos en el horario de cierre de
puertas y candados mientras el reo pernocta; abrir
y husmear la correspondencia, espiar conversaciones
telefónicas, e instalar equipos de escucha
en las habitaciones matrimoniales y cuartos de
visitas son algunas de las prácticas degradantes
que afectan psicológica y mentalmente a
la población penal cubana.
A esto se suma la subalimentación (por
debajo de las 2,400 calorías diarias) y
la falta de higiene en la manipulación
de los alimentos, así como la ínfima
calidad de éstos; el insuficiente suministro
de agua, donde los reos deben casi siempre cargar
y almacenar el preciado líquido, además
de las infrahumanas condiciones de reclusión,
incluidas las instalaciones sanitarias desprovistas
generalmente de duchas y retretes adecuados.
Lo anteriormente expuesto resulta irrefutable.
Ahora que tanto se habla de Abu Ghraib y Guantánamo
en los medios de teledifusión nacionales,
sería conveniente que la prensa oficial
cubana visitara la penitenciaría de Guanajay,
vivo ejemplo de las violaciones a los derechos
de los aquí recluidos y material idóneo
para la realización de un estupendo e imparcial
trabajo periodístico digno de destacar
en los principales noticiarios de las censuradas
televisión y radio cubanas.
La invitación está hecha, esperemos
entonces por Antonio Resillez, Eduardo Dimas o
Roberto Agudo, fervientes voceros del régimen
cubano, a quienes seguramente les prohibirán
andar en este tipo de gavetas, de hecho infectadas
de cucarachas.
|