DESDE
LA CARCEL
Los gatos sin botas
José Ubaldo Izquierdo Hernández,
prisionero de conciencia condenado a 16 años
que cumple en la penitenciaría de Guanajay
PENITENCIARIA DE GUANAJAY, LA HABANA, Cuba -
Octubre (www.cubanet.org) - Por estos días
un nuevo escándalo de corrupción
envuelve al Ministerio del Interior cubano. Una
vez más sus "transparentes e invulnerables"
oficiales y soldados se ven involucrados en actos
de bandidaje a ultranza de sus cargos y de las
ya conocidas "facilidades" y beneficios
que les brinda el socialismo a la cubana.
En esta oportunidad la nociva etiqueta recayó
en el cuerpo de bomberos de Guanajay, adjunto
al mencionado organismo militar, encargado (además
de la extinción de incendios) de suministrar
agua en sus camiones cisternas a la penitenciaría
de esta ciudad, ubicada al oeste de La Habana.
Dicho así, los "esforzados y sacrificados"
bomberos, en complicidad con algunos reclusos,
trabajadores de una fábrica de calzado
perteneciente a la prisión, planearon la
sustracción de 75 pares de botas para trabajo
marca "Hércules", producidas
aquí con destino al mercado cubano en divisas.
Este tipo de calzado es fabricado en asociación
con una firma foránea anónima que
explota al máximo la mano de obra barata
que le ofrece el Ministerio del Interior, a expensas
de la depauperada población penal de la
Isla.
Para llevar a cabo el hecho, los militares aprovechaban
el instante en que entraban al penal para distribuir
agua a la población recluida, y una vez
dentro recogían los bultos de calzado dejados
la víspera por sus cómplices entre
las hierbas y las pilas de escombros ubicadas
en las vías de acceso a los destacamentos
donde debían repartir el preciado líquido.
El caso (todo un acontecimiento) ha puesto bajo
investigación a casi la totalidad del cuerpo
de bomberos local, incluidos altos oficiales del
mismo. El hecho ha dejado aproximadamente sin
"apagafuegos" a un municipio de 30 mil
habitantes. También los reos-cacos se encuentran
instruidos de cargos en espera de ser nuevamente
procesados.
Estos "gatos" (como se conoce en Cuba
al individuo que roba) sin botas, han puesto nuevamente
en tela de juicio la ya dañada imagen de
los cuerpos armados cubanos, catalogados por el
gobierno de leales, honrados e incorruptibles.
Nada nuevo, si se tiene en cuenta los grandes
problemas económicos que aquejan a la inmensa
mayoría de los que en la Cuba de Fidel
Castro subsisten con menos de un dólar
diario (léase extrema pobreza), y que se
ven obligados a "inventar" cómo
vivir en una sociedad al borde de una hecatombe.
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