SOCIEDAD
Caminando con paso de ballet
Adrián Leiva, Grupo Decoro
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - La capital
cubana se ha convertido de una manera muy original
en una escuela de nuevo tipo a cielo abierto para
aprender ciertos pasillos de ballet. Lo curioso
de este nuevo método de aprendizaje es
que no requiere de profesores que impartan la
rigurosa disciplina danzaria. Tampoco se requiere
poseer aptitudes especiales, pues los ejercicios
pueden ser seguidos por una persona obesa lo mismo
que por una flaca. No se exige una edad límite,
ya que lo ensayan niños y ancianos. Para
este novedoso estilo sólo se requiere prestar
mucha atención, tener una visión
aceptable o en su defecto usar un buen par de
espejuelos. Con la nueva técnica, que no
precisa de una capacidad de superdotados, donde
cada ciudadano es su propio profesor y no precisa
de manual alguno, los capitalinos ensayan con
éxito este baile atípico.
Dentro del sencillo pero eficaz método
existen varios estilos que pueden ser observados
cuando son puestos en práctica por los
bailarines. Un foutette, un pax de deux, a quatre
e incluso hasta con más acompañantes
en realizaciones coreográficas llenas de
colorido y un alto nivel de improvisación.
La puesta en escena puede resultar seria, cargada
de dramatismo y hasta humorística, como
la que presencié efectuada por un grupo
de estudiantes, que se burlaban de uno de los
integrantes del cuerpo. Por no prestar atención
donde ponía sus pies, el alumno merecía
la risotada del resto de sus compañeros,
integrantes del grupo de baile ocasional. El joven
objeto de la risa cometió el error de pisar
con sus relucientes tenis una de las miles de
deposiciones fecales que a diario aparecen llenando
las aceras y calles de la capital cubana.
Los excrementos que fundamentalmente dejan los
perros callejeros que deambulan por toda la ciudad
son los causantes de que tengamos que andar mirando
hacia el suelo cuando transitamos por cualquier
sitio de La Habana, sorteando estos imprevistos
obstáculos para evitar pisarlos llevando
sus restos en las suelas del calzado y distribuirlos
por todas partes. Es en estos trajines donde los
transeúntes desarrollan todas sus mañas
en esa especie de variedad danzaria que mueve
sus pasos hacia los lados, por arriba o en una
rica gama de combinaciones para sortear el desagradable
desecho.
Aunque no existen cifras oficiales de la cantidad
de perros callejeros que pululan por La Habana,
lo cierto es que esta situación, además
de crear focos de enfermedades, constituye un
problema para el aspecto higiénico de la
ciudad. El aumento descontrolado de la población
canina comienza a ser una situación preocupante
sin que se observe un trabajo de las autoridades
sanitarias para evitarla. Según fuentes
especializadas, el primer parto de una hembra
de esta especie animal puede establecer una cadena
que en dos años llega hasta una cifra superior
a cuatrocientos perros, como resultado de la reproducción
de sus descendientes.
El problema se agrava con la actitud irresponsable
de personas que arrojan a la vía pública
a los animales afectivos, en especial los perros
cuando éstos llegan a la vejez o simplemente
cuando enferman, lo cual constituye además
un acto inhumano.
También hay que decir en defensa de los
animalitos vagabundos que todo elemento extraño
que aparece en las calles y se les endilga no
siempre pertenece a ellos. No es raro encontrar
tiradas bolsas plásticas en las aceras
cuyo contenido no es precisamente basura.
De cualquier forma cada día se hace necesario
estar capacitado y en guardia para que los pies,
correctamente entrenados, consigan esquivar la
materia orgánica que de seguro ensuciará
en más de una ocasión su calzado.
Si por casualidad éstos son los de modelo
abierto que usan muchas féminas, entonces
serán los pies de ella los que reciban
directamente el pestilente ultraje. Para evitarlo
es bueno seguir la práctica de este útil
ballet.
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