SOCIEDAD
Julito "el pescador"
Tania Díaz Castro
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Lo conozco
por referencia desde hace algún tiempo.
Joven, mulato, buen mozo, alegre, risueño
y dispuesto siempre a buscarse unos "chavitos"
sin robar, sin matar a nadie. Y sobre todo, sin
trabajar. Julito es un personaje de Alamar, municipio
costero de La Habana; alguien que no se ve jamás
en la televisión oficialista, donde todo
es color de rosa. Mucho menos en la prensa escrita,
porque Julito no es un asalariado del gobierno.
Cuando se lo pregunté hizo una señal
con su mano derecha, levantando el dedo índice
y el meñique y me dijo: "¡lagarto!"
Julito pertenece a ese grupo integrado por cientos
de miles de jóvenes habaneros que, como
no estudian ni trabajan, vagan por las calles,
sobre todo en barrios donde frecuenta un turismo
pobre que viste jeans desteñidos, chancletas
plásticas, y toman fotos con una camarita
desechable.
Pero se trata, me explica Julito, de turistas
que sólo por acompañarlos e indicarles
el camino, llevarlos a un "paladar"
donde se coma bien, lo invitan a cenar, mientras
le hacen un millón de preguntas. Cuánto
recibe al mes por su trabajo, dónde vive,
si tiene hijos, si es comunista. En ocasiones
hasta le han preguntado por qué los cubanos
no organizan manifestaciones callejeras, como
en los países libres, exigiendo comida,
transporte, todo lo que nos falta.
Hace dos años que Julito está desvinculado
de sus estudios, y es licenciado del Servicio
Militar Activo. Ha recibido ofertas de trabajo,
pero ninguna le ha interesado. En todas hubiera
ganado menos de doscientos pesos mensuales, lo
que equivale a siete u ocho "chavitos"
(o dólares).
Es por eso que se decidió por "pescar"
turistas para poder almorzar o cenar a sus anchas
en "paladares" como El Griego Viejo
y El Hurón Azul, en el Vedado. O Los Laureles,
el mejor de todos, situado al fondo de la Marina
Hemingway.
Sólo eso le interesa. También algún
par de zapatos, un pulóver usado o un reloj
barato. Tiene, según dice, un millón
de amigos en el mundo, pero todos ingratos, porque
no ha recibido ni una sola postal de Navidad,
y mucho menos una invitación para visitarlos.
Julito se considera un tipo con suerte. No está
fichado por la policía porque jura y perjura
que no es un "jinetero" o prostituto
masculino, de ésos que se acuestan con
cualquiera por unos "chavitos". Simplemente
sirve de compañía, de intérprete,
aunque sólo hable el español.
Su objetivo es lograr un almuerzo o una cena
que lo mantenga en pie un par de días.
Como siempre tiene tanto apetito, los turistas
se divierten viéndolo comer desaforadamente.
No acompaña jamás a un gay o a una
linda manceba que pueda tener SIDA.
Por último, me pide que le crea, pues
como él, son muchos los "puros"
que sólo buscan alimentarse. Me pregunta
si conozco una melodía al estilo pop muy
de moda, llamada Callejero, cuyo autor se inspiró
en él para componerla.
Termino mi plática con Julito y pienso
en todos esos jóvenes desempleados que
se reúnen a toda hora en las aceras o en
los bajos de los edificios a jugar barajas, dominó,
pelota en la vía pública, o simplemente
a matar el tiempo conversando.
A pesar de este sombrío panorama nacional,
la prensa oficialista quiere que demos por cierto
que en el pasado año 2004 la tasa de desempleo
en Cuba descendió aún más,
colocando al país en 1.9 por ciento; que
creció la economía un 5 por ciento,
a pesar de que el estado nada ofreció a
la población las pasadas Navidades a través
de la canasta básica de productos alimenticios.
Como después de vieja me he vuelto incrédula,
no creo en las cifras del régimen castrista,
ni tampoco en la "pureza" de Julito
el pescador.
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