PRENSA INDEPENDIENTE
Enero 5 , 2005
 

RELIGION
Una revista que quiere seguir siendo palabra nueva para Cuba

Miguel Saludes

LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Una persona puede ver reducidos sus movimientos a un espacio mínimo durante muchos años, tal vez la mayor parte de la vida, sin perder por ello lo esencial de su existencia. Incluso privada de la luz, en la más completa oscuridad, podrá percibir a través de la claridad de su pensamiento. Pero la vida sin poder expresar la palabra, seguramente sería algo impensable para un ser que se distingue por poseer el don de la comunicación.

La revista Palabra Nueva, publicación de la Iglesia Católica cubana que edita la archidiócesis de La Habana, concentra en el nombre que la identifica dos significados que constituyen símbolo y reto a la vez, para cualquier medio informativo. Asumir la tarea de ser palabra en la realidad actual de Cuba entraña responsabilidad y valor. Atribuirse además el hecho de la novedad en medio de tanta reiteración y vaciedad, es una osadía que precisa mesura, capacidad e iniciativa. La sociedad cubana está muy necesitada de esa unidad capaz de propiciar el diálogo novedoso que abra paso a la diversidad, ayudándonos a de la inercia mediante una inyección de vitalidad y espíritu renovador. El camino para llegar a esa meta ha comenzado a recorrerse y las publicaciones católicas, entre ellas la revista habanera, marchan a buen paso en la vanguardia de esta misión.

Faltando apenas unas horas para el término del 2004, Orlando Márquez, director de la publicación diocesana, varios miembros del consejo de redacción entre los que se destacan Monseñor Carlos Manuel de Céspedes, y un número de colaboradores, se reunieron con el propósito de valorar el trabajo realizado durante el año concluyó. La mayoría de los participantes constituyen una familia entre los que resulta difícil hacer distinciones, pues todos escriben para esta revista sobre las más variadas temáticas. El cine, la televisión, los deportes, la literatura, la religión, historia, asuntos internacionales y sociales de actualidad son tratados con seriedad y respeto por articulistas ya reconocidos, entre los que se destacan los nombres del propio director, Carlos Manuel de Céspedes, Perla Cartaya, Monseñor Polcari, Francisco Almagro, Miguel Sabater, Pedro Herrera, Navia García, Orlando Segundo, Nelson de la Rosa, Julio César Perea y otros que se van integrando al colectivo, como Raúl León o la jovencita Grettel Delgado.

El público lector también estuvo presente en este encuentro de trabajo, a través de los resultados de una encuesta hecha meses atrás por medio de un cuestionario distribuido con uno de los números de la revista. Los datos aportados por cerca de 860 planillas devueltas a la redacción apenas dan una idea sobre la opinión de las 50 mil personas que se estima leen la revista, cuya tirada ronda los 11 mil ejemplares.

Algunos antecedentes resultan interesantes. Por ejemplo, si nos atenemos a las cifras que ofrecen los participantes en la encuesta, son las mujeres las que más leen Palabra Nueva. El promedio de edad de los lectores denota una alta madurez entre un público donde el 80 por ciento pasa de los treinta años. Los trabajadores son los que demuestran mayor predilección por la publicación católica. El nivel ocupacional de éstos se reparte de manera balanceada entre 20 por ciento de obreros, 18 por ciento de intelectuales, quedando el resto en manos de las amas de casa y jubilados, así como una pequeña proporción de cuentapropistas.

Creo que aunque necesarias, las estadísticas nunca llegan a reflejar el complejo mundo que buscan retratar. Esto se hace más evidente cuando ellas se efectúan en un ambiente donde predominan el miedo, la desconfianza y otras actitudes negativas que inciden en el hecho de que muchos opten por no dar su opinión cuando ésta se les solicita, y menos aún si la petición no proviene de un medio oficial. Aún en este último caso tampoco resultan demasiado confiables por la falta de sinceridad de unas respuestas dirigidas a buscar la complacencia de aquello que se estima correcto, el no comprometerse o decir lo que se supone es más adecuado a fin de evitarse problemas.

A pesar de estos inconvenientes, las opiniones ofrecidas por los lectores de Palabra Nueva permitieron delinear un panorama bastante amplio sobre lo que espera la gente de la publicación. En las respuestas hubo elogios y críticas. Peticiones de más artículos acerca de nuestra historia, economía, política, problemas sociales y hasta sobre los defensores de los derechos civiles en Cuba. Entre ellas apareció la infaltable voz gutural con olor a censura y acento inquisitorial, con esos desgastados argumentos de la doble intencionalidad, el juego que se hace a los enemigos y la ausencia de los logros que sobreabundan en el resto de las publicaciones del país. Pero estas consideraciones se vuelven insignificantes frente a las que manifiestan su reconocimiento a las palabras del cardenal Ortega al tener presente los problemas que enfrenta la familia cubana; los que agradecen la salida de una publicación cuyo contenido difiere de lo que se comenta en otras publicaciones oficiales. Mientras uno de los encuestados llama a que la revista continúe mejorando sin permitir que este esfuerzo fenezca, otro expresa que si toda la prensa plana de la Isla hiciera estos enfoques, entonces un mundo mejor sí sería posible, en alusión a un lema que se ha puesto en boga en los medios cubanos.

Pero los elogios no hacen mella sobre los que llevan sobre sus hombros la responsabilidad de esta empresa. Por ello la autocrítica sobre los problemas a superar, las mejoras que deben hacerse, nuevos temas y hasta la mayor apertura hacia el mundo exterior de la iglesia, fuero abordados por los participantes en el encuentro.

Como expresó Miguel Sabater, la revista diocesana es un acontecimiento periodístico inédito en Cuba. Y en verdad el aporte que están haciendo los medios de comunicación de la Iglesia Católica en pro de la libertad de expresión e información de la sociedad cubana merece quedar en las páginas de la historia cuando se cierre la presente etapa de casi medio siglo de oscuridad totalitaria.

Orlando Márquez, quien ha recibido varios premios internacionales en nombre de la publicación que dirige, manifestó la necesidad de que la caridad y la verdad nunca falten en las páginas de la revista. La presencia de estas dos virtudes será imprescindible para que Palabra Nueva, además de renovadora, siga contribuyendo a la formación de una generación de cubanos que se fundamente en el amor y la tolerancia.


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