DESDE
LA CARCEL
Los presos cubanos, ¿qué comemos?
José Ubaldo Izquierdo Hernández,
prisionero político y de conciencia condenado
a 16 años.
PENITENCIARÍA DE GUANAJAY, Cuba - Agosto
(www.cubanet.org) - Es domingo en la cárcel
cubana de Guanajay, situada a 45 kilómetros
al oeste de La Habana. En el destacamento #3 un
olor penetrante invade el entorno. Es hora de
almuerzo y una larga fila de reos espera su turno,
mientras en uno de los recipientes se observa
un ejército de moscas que intenta penetrar
en el interior para deleitarse del aroma nauseabundo
de un picadillo muy cerca del estado de descomposición.
"¡Qué peste, esto está
encendí'o!", comenta en voz alta Sergio
Luis, un recluso de los llamados benéficos
(sin respaldo filial), mientras ingería
desesperado aquella mezcla de arroz, sopa y el
mencionado picadillo, causante horas más
tarde de un brote diarreico que obligó
a las autoridades carcelarias a tomar urgentes
medidas para evitar la deshidratación de
decenas de prisioneros, víctimas de aquel
atentado directo contra la salud del ser humano.
Causan risa los comentarios que hacen los medios
de radiodifusión nacionales sobre supuestos
maltratos a prisioneros en la base naval estadounidense
de Guantánamo, mientras en las cárceles
de la Isla los reos reciben un tratamiento que
dista bastante de las internacionalmente reconocidas
reglas mínimas de alimentación al
recluso.
Al menos, por lo visto en espacios televisivos
noticiosos, los terroristas recluidos en el enclave
militar norteamericano tienen asegurada una dieta
alimenticia nada parecida a la que se ofrece en
las prisiones castristas, pues se puede observar
a estos fanáticos del terror disfrutar
de relucientes manzanas californianas, y el recluso
cubano es privado constantemente del consumo de
frutas y vegetales frescos, alimentos de factura
nacional reservados al turista extranjero, previo
uso de la siempre anhelada "moneda del enemigo".
Cada 15 días el prisionero en Cuba recibe
una mísera ración de pollo, a la
que las autoridades se han empeñado en
llamar "comida especial", y que bien
lejos está de ser suficiente y adecuada,
como dice el gobierno de la Isla cada año,
cuando es sentado en el banquillo de los acusados
en la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, debido a la violación constante de
estos derechos. El resto de los días, el
preso cubano es alimentado a base de sancochos
confeccionados con vísceras molidas de
animales insospechados, arroz, sopas incoloras
e insípidas, abundante harina de maíz
o pastas de sémola sin la menor calidad.
Muchos reclusos de esta penitenciaría
padecen cuadros de desnutrición severa,
y algunos son víctima de enfermedades que
atacan directamente el sistema inmunológico,
como la neumonía y la tuberculosis.
Así nos sub-alimentan quienes se proclaman
paradigmas en la defensa de los derechos de sus
ciudadanos, y que no hacen otra cosa que escudarse
tras falsos conceptos de justicia y dignidad.
Recientemente el presidente de los Estados Unidos,
George W. Bush, instó a la Cruz Roja Internacional
y a la prensa mundial a visitar la base naval
de Guantánamo, y allí "constatar"
las supuestas violaciones de los derechos humanos
de los casi 600 terroristas presos.
Ojalá el gobernante cubano imite a su
homólogo norteño y permita la visita
a la Isla del relator especial del alto comisionado
de las Naciones Unidas para los derechos humanos.
Sabia decisión, si se tiene en cuenta
aquel proverbio popular: "El que nada debe
nada teme".
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