PRENSA INDEPENDIENTE
Junio 27, 2003

SOCIEDAD
Falta de previsión en temporada ciclónica

LA HABANA, 26 de junio (www.cubanet.org) - Existe una pasmosa falta de previsión para la actual temporada ciclónica que comprende cada año del 1 de junio al 30 de noviembre. O más exactamente, se palpa por todos lados una angustiosa falta de acometividad e implantación de medidas preventivas por parte de las autoridades para enfrentar posibles catástrofes naturales.

La preocupación debiera ser mayor, ya que el Departamento de Pronósticos del Instituto de Meteorología de Cuba anunció con suficiente antelación que la actual temporada será muy activa en el Caribe y Atlántico norte, con la posibilidad de ocurrencia de unos diez ciclones, de los cuales al menos seis pudieran convertirse en huracán, y todos, directa o indirectamente pudieran afectar el archipiélago cubano.

Por lo mismo, en mayo se efectuó un ejercicio nacional de acciones en caso de catástrofes. Cercano está el recuerdo de los dos meteoros que el pasado año asolaron la Isla de la Juventud y la provincia Pinar del Río, donde causaron enormes estragos.

Pero el impacto no es sólo directo por el azote de las lluvias y los fuertes vientos, sino también por inundaciones, la penetración del mar, presas desbordadas y derrumbes.

A pesar de las orientaciones y alertas dadas a la población por los medios de difusión masiva del país, e incluso por Radio Martí, para estar mejor preparados para enfrentar las adversidades naturales, y a pesar de que ya estamos dentro de la temporada ciclónica y que junio es para Cuba el tercer mes en importancia ciclónica -según conteo estadístico seguido a través de 200 años- no se están cumpliendo las medidas preventivas con el rigor que requiere, y esto se repite cada año.

Medidas que le compete implantar al gobierno en todas sus instancias, porque en sus manos concentra todos los recursos.

Marcha demasiado lenta la poda de árboles en ciudades y pueblos, particularmente en la capital, desconociéndose que los vientos arremolinados, al proyectarse sobre árboles con grandes ramajes, son causantes de destrozos enormes en los tendidos aéreos eléctrico y telefónico, provocando muertes por electrocutación.

Tragantes sin destupir, lechos de ríos y arroyos sin limpiar, sumado a las penetraciones del mar, pondrán en serios apuros a la ciudadanía.

Edificios declarados inhabitables hace años, pero habitados, apuntalados, son como "bombas de tiempo" a la espera que las lluvias, por arriba y por abajo actúen como detonantes de tragedias.

"Donde hay previsión no hay sorpresa", expresa un refrán. Pero puede haber desagradables sorpresas si no se acometen con toda urgencia las medidas previstas.
Basta un recorrido por la capital para percatarnos del paso de jicotea de la prevención. Otro tanto puede decirse de los campos.

Mientras, en trágico presagio, corpulentos árboles abrazan y esconden de la vista kilómetros de cables del tendido eléctrico y telefónico, que en maratónicas y agotadoras jornadas habrá que reconstruir. cnet/12


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