MIAMI, Estados Unidos. — El 4 de agosto de 2012, en el marco de los Juegos Olímpicos de Londres, el nadador estadounidense Michael Phelps conquistó su medalla número 22, pulverizando la marca hasta entonces vigente de la gimnasta soviética Larisa Latýnina, ganadora de 18 preseas.
Entre las citas de Atenas 2004, Beijing 2008 y Río de Janeiro 2016, el bólido estadounidense obtuvo 23 títulos olímpicos, una proeza sin precedentes en la historia de las olimpiadas.
Michael Phelps comenzó a nadar con apenas siete años y mantuvo un riguroso sistema de entrenamiento que lo llevó a cubrir 160 kilómetros por semana y le aseguró un cupo para los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Tenía entonces quince años y clasificó para los 200 metros estilo mariposa. Compitió en la final de dicha modalidad, obteniendo un decoroso quinto lugar que lo posicionó como una de las jóvenes promesas a tener en cuenta en el futuro de la natación olímpica.
La experiencia de Sidney espoleó sus deseos de triunfar en la gran lid. Con solo dieciocho años tenía muy claro su próximo objetivo: ganar una medalla de oro en la cita de Atenas; un propósito que cumplió con creces al obtener cinco preseas doradas en varios eventos de estilo libre, mariposa y combinados.
Su mayor cosecha tuvo lugar durante los juegos de Beijing 2008, donde compitió en ocho competencias diferentes —mariposa, libre y combinados—, coronándose en cada una de ellas. En la cita organizada por el gigante asiático, la bala de Baltimore rompió siete récords mundiales y uno olímpico. Aunque su estilo predilecto era la mariposa, Phelps fue un atleta completo, con condiciones físicas envidiables y un dominio técnico que lo hacía invencible ante los contendientes más poderosos.
Además de su impecable palmarés olímpico, que exhibe un total de 28 medallas, entre ellas dos de plata e igual número de bronce, “el tiburón” acumuló veintiséis títulos mundiales en una década (2001-2011).
A día de hoy, cuatro de sus marcas globales siguen vigentes.
