LA HABANA, Cuba. – En 1991 ocurrió en Cuba uno de los acontecimientos deportivos más relevantes de la historia nacional: la celebración de los XI Juegos Panamericanos. De las 10 instalaciones que se construyeron en La Habana para estas lides, poco más de 30 años después solo unas cinco han logrado escapar de la desidia y la destrucción total.
El alto nivel de deterioro que presentan hoy esas instalaciones es síntoma de un sistema fallido que no puede garantizar el mantenimiento de estas estructuras. Tampoco hay noticias sobre futuras reparaciones para recuperarlas.
En el Estadio Panamericano, por ejemplo, que cuenta con un moderno gimnasio dentro y una nueva pista principal de atletismo, las torres carecen de luces, las gradas están prácticamente destruidas y repletas de suciedad.
El coloso de Habana del Este, con capacidad para 35.000 personas, se encuentra ubicado en la Vía Monumental, cerca del litoral, por lo que el salitre sumado a la falta periódica de mantenimiento le han pasado factura.
El estadio fue sede de la inauguración y clausura de los Juegos Panamericanos, y a pesar de que ha recibido alguna remodelación parcial, el esplendor que tuvo tres décadas atrás no ha podido ser recuperado.
Actualmente los miembros del Equipo Nacional de Atletismo entrenan en su renovada pista sintética, sustituida en el 2008.
El velódromo “Reinaldo Paseiro”, primero y único del país, también ha sido remodelado parcialmente (2018), sin embargo, la pista continúa en pésimas condiciones, por lo que los ciclistas tienen que entrenar fuera de la instalación.
La estructura parece una construcción abandonada en medio del campo. Está rodeada de maleza y carece de cerca perimetral, un peligro para la integridad física de trabajadores y atletas.
Las albercas del Complejo de Piscinas “Baraguá” fueron reinauguradas en 2017, después que se realizaran labores constructivas. Esta instalación es hoy la de mejores condiciones, sin embargo, los atletas tienen que practicar con agua fría por falta de calefacción en las piscinas.
Además, en 2012 se derrumbó una parte de la estructura del techo, por lo que en esa ocasión las disciplinas deportivas de nado sincronizado, polo acuático y clavado tuvieron que reubicarse en otros lugares.
El complejo, que posee una piscina olímpica, otra de curso corto para calentamientos y eventos, pileta de recuperación atlética y un tanque de clavados, fue proyectado en el taller del arquitecto Antonio Quintana Simonetti.
Las Canchas de Tenis “19 de noviembre” fueron reinaguradas en 2017, sin embargo, ya comienza a ser visible la falta de mantenimiento en el complejo. Para la rehabilitación de la instalación deportiva, que consta de 12 canchas, la ONG estadounidense Kids on the Ball invirtió más de medio millón de dólares.
Una de las obras más importantes construidas para los Juegos fue la Villa Panamericana, que sirvió de alojamiento a los más de 5.000 atletas participantes en los Juegos. El vecindario, limítrofe con Cojímar y el reparto Guiteras, fue levantado por el Gobierno cubano con el apoyo de cientos de voluntarios civiles.
La localidad costera tiene un poco más de 50 edificios, la mayoría de dos y tres pisos, construidos con tecnología prefabricada.
Tras los Juegos Panamericanos, el Estado repartió los apartamentos entre los constructores, atletas y entrenadores destacados.
Actualmente, la escasez de agua en la Villa Panamericana es un problema perenne, por lo que es normal encontrar pipas con el preciado líquido por las calles de la zona.
En el complejo también se encuentra la cocina-comedor, construida de manera especial para los Juegos Panamericanos, y que hoy es una instalación en ruinas y completamente inutilizada. Pasan los años y el conocido como “comedor gigante” se destruye poco a poco, mientras espera por un nuevo objetivo social acorde a su inmensidad.
En el municipio Plaza de la Revolución se encuentra la Sala Polivalente “Ramón Fonst”, restaurada en 2017; sin embargo, es otra de las instalaciones que han caído una vez más en el abandono estatal.
Al lado de la construcción, en la cual continúan realizándose certámenes deportivos, se encuentra la bolera de Plaza, la primera de su tipo en el país, y el Museo Nacional del Deporte.
La Ramón Fonst fue premio de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción el mismo año que fue inaugurada.
El estado actual del Complejo “Raúl Díaz Argüelles” es caótico, en parte. La instalación fue destinada para las competencias de pelota vasca y patinaje en los XI Juegos Panamericanos. Aunque el patinódromo fue reinaugurado en 2017, las canchas de pelota vasca continúan siendo víctimas de la desidia estatal. El alto nivel de corrosión de la instalación es evidente y los pelotaris aún esperan que reconstruyan su terreno.
La Sala Kid Chocolate frente al Capitolio de La Habana ya desapareció. Se construyó en 1991 para los eventos boxísticos y poseía el único tabloncillo volado de Cuba. En la sala también se realizaban competencias de fútbol sala, balonmano, levantamiento de pesas, ajedrez, lucha y judo. El desmantelamiento de la instalación deportiva comenzó en 2018 para dar lugar al Hotel Pasaje.
En los XI Juegos Panamericanos se compitió en alrededor de 30 modalidades entre las que se encontraban atletismo, levantamiento de pesas, balonmano, natación, canoa-kayak, voleibol, ciclismo, equitación, hockey sobre césped, patinaje, clavado, tenis de campo y de mesa, entre otras.
Además de las instalaciones antes mencionadas, se utilizaron también para estas competencias el Área Deportiva “Antonio Maceo” para el hockey sobre césped y el Canal de Remos y Canotaje “José Smith Comas”.
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