El ‘Papá Montero’ de las Ligas Mayores 

Papá Montero, como le llamaban a Adolfo Luque por su carácter y cubanísima forma de vestir, entró al gran escenario del béisbol mundial en 1914
Adolfo Luque, Cuba, Grandes Ligas, pelota
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LA HABANA, Cuba. – El 4 de agosto de 1890 nació en La Habana Adolfo Domingo de Guzmán Luque, uno de los primeros peloteros cubanos que debutó en Grandes Ligas a inicios del siglo XX. Proveniente de una familia con solvencia económica, tuvo una educación esmerada y desde pequeño mostró preferencia y habilidades para practicar el béisbol. Sus primeros pasos en ese deporte los dio como jugador de tercera base en el Club Vedado. 

Papá Montero, como le llamaban por su carácter y cubanísima forma de vestir, entró al gran escenario del béisbol mundial en 1914, vistiendo la casaca de los Bravos de Boston. En 1923 fue Campeón de Picheo con los Rojos de Cincinnati tras una campaña en la cual cosechó 27 triunfos, solo ocho reveses y un impresionante promedio de 1,93 carreras limpias por partido.  

Durante sus 20 temporadas en las Mayores implantó récords de victorias, carreras limpias, juegos salvados como relevista y veintiséis lechadas. Fue dos veces Campeón Mundial (1919 y 1933), con los Rojos de Cincinnati y los Gigantes de Nueva York, respectivamente. Con este último equipo dejó para la posteridad su actuación más memorable, en la serie mundial contra los Senadores de Washington. En el último juego Adolfo Luque, que contaba ya 43 años, picheó la entrada de su vida tras haber llenado las bases con dos outs y quedar frente a uno de los más potentes bateadores de la novena rival. El cubano bordó aquel instante crucial con tres lanzamientos y los Gigantes invadieron el terreno para celebrar el título mundial.  

Cuando Luque se retiró como jugador activo, en 1936, eran bien conocidos su temperamento y nivel de exigencia. Comenzó a trabajar como entrenador de picheo con los Gigantes, donde permaneció hasta 1945. Ocho años más tarde fue contratado por el equipo de la ciudad de Guadalajara, al cual dirigió en una serie de cuatro juegos, obteniendo la victoria. 

“Habana Perfecto”, como lo bautizó la prensa estadounidense, alternó sus compromisos en las Mayores con una carrera brillante en el equipo Almendares. Considerado una gloria del béisbol cubano y latinoamericano, como mánager ganó ocho campeonatos en la Liga Cubana: siete con los azules de la capital, y un octavo con el equipo de Cienfuegos. 

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