LA HABANA, Cuba. – Según el musicólogo cubano Radamés Giro, con solo 10 años el trovador villareño Manuel Corona inició su producción musical, allá por 1890, con un bolero de su inspiración titulado “Doble inconsciencia”. Entonces no sabía el futuro autor de “Longina” que su nombre y obra serían venerados por todas las generaciones de trovadores que le sucedieron.
En 1908 ganó popularidad con el tema “Mercedes”, y así comenzó a configurarse uno de los rasgos más distintivos de la trova tradicional cubana: componer temas con nombres de mujer, ensalzando a la figura femenina, real o ficcional, como musa omnipresente, y según la construcción de género de la época. Fue Manuel Corona el trovador que más canciones dedicó a la mujer. En esas obras particularmente se aprecia el uso de un lenguaje elegante y asentado en la tradición literaria, a veces de tan alto vuelo que, separada la letra del arreglo musical, constituyen auténticos poemas.
A menudo Corona solía contestar las canciones de otros trovadores con las propias, sin ánimo de provocar, pero sí haciendo gala de sus dotes como letrista y su peculiar dominio de la guitarra, instrumento que aprendió a tocar “de oído”, violando varias reglas para su correcta ejecución. Se dice que Corona pulsaba todas las cuerdas con el dedo índice de la mano derecha, una costumbre que dejaba admirados a otros guitarristas, pues a pesar de la obvia limitación que ello suponía, el sonido que brotaba de su interpretación era amplio, preciso y limpio.
Esta generación de trovadores a la que también pertenecieron los santiagueros Pepe Sánchez, Manuelico Delgado y Pepe Bandera, fue admirable no solo por la calidad de sus obras; sino por su sensibilidad literaria y forma de expresarse pese a no haber recibido una instrucción esmerada. Casi ninguno superaba el nivel primario de enseñanza y se ganaban la vida con oficios comunes: zapateros, herreros, carpinteros.
La música era un extra que ayudaba a vivir, pero, sobre todo, a soñar. Ni siquiera cuando componía guarachas donde predominaban las expresiones del lenguaje popular, Corona escatimaba originalidad y buen gusto. Se ha dicho que fue el creador de la denominada “guaracha costumbrista”, pero en su repertorio hubo espacio para los más diversos géneros musicales (sones, danzones, blues, tangos) y todas las variantes de la canción cubana.
El autor de “Longina”, “Aurora”, “Mercedes” y la muy famosa “Santa Cecilia”, murió en La Habana, el 9 de enero de 1950.
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