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18 de septiembre de 2008
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Cueva de murciélagos

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, septiembre (www.cubanet.org) – Augusto Fernández, empresario cubano emigrado a los Estados Unidos luego de la confiscación de sus propiedades, muy lejos estuvo de pensar hace sesenta años, mientras colocaba la primera piedra del cine Guanabo, que su cinematógrafo se convertiría con el paso del tiempo en una cueva de murciélagos.

Nelson y Amparo, jóvenes entonces, tampoco imaginaron que sus nietos no podrían disfrutar de una buena función en el cine Guanabo, que formaba parte de la cadena de cines de estreno de la capital, y era el único de la villa: 30 metros de ancho por 60 de largo, construcción colosal para la pequeña ciudad turística.

Todavía se recuerda el estreno, hace cuarenta años, del filme de Julio Iglesias La vida sigue igual, por las interminables colas que se formaban para acceder a la sala.
Un último intento para mantener funcionando el cine, fue la proyección de vídeos en un área interna restringida, pero fracasó debido al empuje del ejército de murciélagos.

“Las clases de danza, que tan ocupadas mantenían a las niñas de Guanabo, se terminaron por temor a las mordidas de los mamíferos, transmisores de la rabia, y por el permanente reguero de mierda de los animales por el salón. Ahora tenemos que ir hasta La Habana, a más de 30 kilómetros, para que las muchachitas reciban sus clases de baile” –comentó a este reportero la señora Martha, profesora jubilada residente en Guanabo, cuya nieta es alumna de danza. 

Los 60 mil habitantes de Guanabo y sus alrededores, así como las decenas de miles de bañistas que en verano acuden a las playas del este capitalino, no creen que el cine, construido antes de 1959, haya sucumbido ante la invasión de los murciélagos y la desidia de las autoridades, que argumenta: “Los murciélagos no se pueden matar, sería un  rimen ecológico. El problema, hace años, está en las oficinas de la Academia de Ciencias”.

Un proyeccionista del cine perdió la vida al caer al vacío por las condiciones deplorables de la sala desde hace años. El equipo de aire acondicionado fue sustraído. Se desconoce qué empresa es su nuevo propietario. También las lunetas se van esfumando poco a poco.
Residentes de la ciudad, interesados en que el cine no sucumba por completo, han establecido una especie de trinchera frente a la colonia de murciélagos en el único espacio que no han tomado, el vestíbulo. Allí existe una videoteca donde se alquilan películas, y se programan obras de teatro y exposiciones de pintura.

En un acto político celebrado hace unos años, mientras un grupo musical interpretaba el Himno Nacional, un escuadrón de murciélagos abandonó precipitadamente el inmueble. Aunque nadie pudo explicar la desbandada, muchos se preguntaron si no sería ese el remedio para eliminar la plaga sin aniquilarla.
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