Crónica          
26 de marzo de 2008

Me matan si no trabajo 

Juan González Febles

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El poeta Nicolás Guillén escribía sin miedo. Lo hacía mucho antes de temblar al frente de una asociación de artistas y escritores. Una asociación vigilada estrechamente por gente contenta de carné intimidador, pistola y guayabera. En ese antes, el poeta luchaba contra la sociedad cubana de su tiempo, que consideró injusta. Entonces, dejó para la posteridad unos versos en que expresó:

Me matan si no trabajo
y si trabajo me matan.
Siempre me matan,
me matan.

Se refería el poeta al dilema del hombre humilde y trabajador. Eran tiempos en que la izquierda representada por el Partido Socialista Popular (de orientación marxista pro soviética) era abanderada de las luchas sociales. Tiempos en que se luchó por conquistas tales como la jornada de ocho horas, el Diferencial Azucarero, mejores jornales para el trabajador portuario y otras. Época en que los comunistas criollos entre los que se contaba el poeta Guillén, defendían al pueblo con mayor o menor sinceridad. Hoy las cosas cambiaron, los comunistas se volvieron malos y el desempleo empeoró junto con todo lo demás. Nadie ve  claro lo que traerá el mañana.

El diario Granma en su versión tabloide de consumo nacional del viernes 21 de marzo, publicó un trabajo firmado por Alberto Núñez Betancourt. Su título “Más plazas que desvinculados”. El trabajo trata de aliviar al gobierno de su responsabilidad por la tasa de desempleo en la capital. Por la cantidad de fuerza productiva ociosa y porque el país no produce.

Un trabajo tendencioso y manipulador en el viejo estilo de Granma. En el mismo, el colega afirma que La Habana exhibe un índice de ocupación del 78% en su población económicamente activa. La tasa de desocupación alcanza sólo un 3%. Antes aclara que “se trata de la complejidad que caracteriza a una gran urbe”.

Pero nos dice más adelante que “estudios recientes realizados por funcionarios de la Oficina Nacional de Estadísticas señalan que un 20% de la población de la provincia en edad laboral, no trabaja”.

De esto se infiere que el pobrecito gobierno es inocente de la ínfima tasa de desempleo de un 3%, a pesar de que el 20%, no trabaja. Inexplicable. ¿Cómo si el 20% no trabaja, hay sólo un 3% de desempleo? Antes afirmó que “hoy día existen más plazas en oferta que cantidad de desvinculados del trabajo”.

El periodista de Granma expone la declaración de la Sra. Odalys González López, directora provincial de Trabajo en la capital. La funcionaria explica que la contradicción fundamental se da  en que “actualmente las plazas vacantes existentes abarcan todas las categorías laborales”.

En mi opinión, todo parece apuntar a un consenso generalizado entre el pueblo. La gente se cansó de jugar a aquello de “yo me haré el que te pago y tú te harás el que trabaja”.

En refuerzo de lo afirmado anteriormente, Núñez Betancourt nos habla de un pesquisaje realizado por trabajadores sociales. La respuesta recibida de los pesquisados es: “no trabajo porque no me pagan bien” “Mi mamá y mi papá me mantienen” o, “el negocio me da más”.

Más adelante, se refiere al insuficiente número de capitalinos en sectores como la educación, la construcción y la policía. Nos habla sobre cómo se repite “con los chóferes necesarios para cubrir los ómnibus metropolitanos que comienzan a reanimar el paisaje capitalino”.

Uno duda sobre si el colega trató de hacer humorismo. Parece querer ver a la gente trabajar por confianza, en un gobierno que no ha hecho absolutamente nada para merecerla. ¿Cómo puede alguien preguntarse seriamente por qué el pueblo no quiere trabajar para el gobierno?

El mayor problema está en perspectiva. Un por ciento muy elevado de la fuerza laboral en activo, que Granma oculta y que las posibilidades reales del periodista independiente impiden aportar a este trabajo, está compuesta por personas de edad avanzada que permanecen en sus puestos sólo para tener derecho a una precaria jubilación. Esa masa laboral no tiene relevo. La pregunta que se impone es: ¿Quién trabajará en Cuba dentro de un plazo relativamente breve?

El otro punto es la masa laboral joven que emigra o sueña con hacerlo. ¿No será mejor desembarazarnos del socialismo y de los ancianos veteranos, con casi cincuenta años de ejercicio ilimitado e inmodesto del poder absoluto? A fin de cuentas, son tan improductivos como los que se niegan a trabajar y más perjudiciales.

Si el gobierno quisiera resolver el problema, quizás comenzaría a estudiar los precios leoninos en que vende artículos de primera necesidad. Pensaría en ofrecer estímulos, que podrían ser: adelantar la instrumentación de las reformas económicas que todos demandan. El Gobierno se ganó en muy buena lid y a través de largos años, el mote de “Esta gente”. Nadie quiere trabajar para que esta gente mantenga su buena vida y su mal gobierno. Estas son las verdades con que debieran reconciliarse el presidente Raúl y el vicepresidente Machado.

Sólo los esclavos trabajan para el interés ajeno. Los libres trabajan para ganar lo suficiente para resolver las incógnitas del vivir cotidiano. Para satisfacer deseos, para alcanzar sueños. Los sueños individuales están formados por pequeñas y grandes ilusiones.

En Cuba hace tiempo, trabajar dejó de ser la vía para convertir sueños e ilusiones en realidad. Trabajar sin ilusión y sin perseguir un sueño, es propio de esclavos y nadie se resigna a serlo sin resistirse, al menos un poquito. Ya lo dijo el poeta:

Me matan si no trabajo
y si trabajo me matan.
Siempre me matan,
me matan.

 

 
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