SOCIEDAD
Cuba es nombre de mujer
Tania Díaz Castro
LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) -
Así dijo aquel señor vestido humildemente,
de piel cobriza y acento oriental en la parada
del ómnibus urbano, más conocido
como "el camello" y repleta de personas.
Luego agregó, no sé si en broma
o en serio, que Cuba era mujer y por tanto había
que mantenerla. Los que estaban a su alrededor
rieron de buena gana.
¿Querría decir aquel cubano que
siempre alguien ha costeado las necesidades de
nuestro país a partir del triunfo de la
llamada revolución de 1959?
Veamos por qué pienso así: Durante
sus primeros treinta años Cuba gozó
de un jugoso subsidio soviético. Nadie
ignoraba que el país no podía mantenerse
en pie económicamente por sí solo.
La ex URSS nos enviaba anualmente cinco mil millones
de dólares. Mucho de este dinero se dispuso
para una maquinaria militar nunca antes vista
en la Isla usada en su gran mayoría en
guerras extranjeras.
Para seguir siendo una bella nación favorecida,
como firme columna que ayuda a mantener la estructura
del edificio, de Estados Unidos, precisamente
el país cuyos gobernantes son los más
odiados por el régimen cubano, comenzaron
a llegar, según cálculos conservadores,
mil millones de dólares al año a
través de remesas familiares, hace más
de quince años. Sobre todo de Miami, donde
vive un aproximado de 680 mil cubanos.
Por último, para que Cuba no decaiga del
todo, no se extinga, no perezca; para mantener
el fuego encendido, el gobierno de Hugo Chávez
nos ayuda con petróleo y buenas sumas de
dinero en efectivo.
¿Era eso exactamente lo que quiso decir
aquel hombre en la parada del camello? Estoy segura.
Lo que sí no saben todos los cubanos es
que esta isla de nombre femenino, de acuerdo a
nuestro idioma -Cuba termina con a-, de clima
favorecido y de belleza indiscutible, está
comprometida hasta los tuétanos con una
deuda externa que se acerca a los cuarenta mil
millones de dólares, y lo más curioso:
con una economía subterránea propiedad
realmente del pueblo, que se enfrenta abiertamente
a legislaciones, decomisos, y todo tipo de represión
ejercida contra la libertad económica.
A espaldas de un estado que resulta incapaz de
mantener a sus habitantes, existen en la mayor
isla del Caribe fábricas clandestinas de
tabacos, cigarros, ron, cerveza, perfumes, desodorantes,
jabones, café, helados, quesos, yogurt,
agua natural, ventanas, puertas, utensilios de
cocina y muchas otras; fábricas que han
sido descubiertas y decomisadas, sus dueños
enviados a prisión, pero que al poco tiempo
resurgen a manos de otras personas para florecer
de nuevo.
Estamos, sin duda, ante un pueblo que quiere participar
de la economía fallida estatal, hacerle
competencia al estado, para demostrarle quién
gana. No hay duda pues de que los cubanos ansían
un cambio, que las leyes del país sean
reformadas, que las prácticas represivas
contra los que luchan por participar de la economía
nacional desaparezcan.
Todo comenzó a cambiar a partir de 1989,
con el desplome del campo socialista, exactamente
cuando los cubanos de la Isla vieron con desagrado
que cualquier extranjero con posibilidades venía
a Cuba a montar un negocio propio.
El esfuerzo del pueblo por promover un cambio
no ha sido inútil. El 25 de febrero pasado
la prensa nacional lo ha dicho claramente en letras
grandes: Los artículos producidos en fábricas
clandestinas ocupan un lugar significativo en
las redes comerciales del país.
¿Por qué dudar entonces de un próximo
CAMBIO en Cuba? No será necesario que muera
el Comandante en Jefe. Los cambios ya se están
produciendo y a espaldas del Estado Cubano. La
transición está a las puertas de
un futuro cercano.
Pronto o muy pronto, Cuba hará honor a
su nombre, y emancipada, será quien se
mantenga a sí misma. Recordemos que los
frijoles son más importantes que los tanques.
Que no se engañe la comunidad internacional.
¡Cuba está cambiando!
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