CULTURA
Entrevista a Paquito D'Rivera
"Sí existe y puede hablarse
objetivamente de una forma cubana de hacer Jazz"
Luis
Cino
LA HABANA, Cuba - Marzo (www.cubanet.org) - Años
después de subir al cielo a la velocidad
de la luz, elevado por los solos irrepetibles
de su saxofón, en aquellas intensas noches
de lunes en el Johny's Dream, despliego un modesto
cuestionario para realizar un viejo deseo: entrevistar
a uno de nuestros más grandes exponentes
de la música cubana y del latin jazz, Paquito
D'Rivera.
Luis Cino: "Un lirismo que puede
ser torrencial y a la vez íntimo".
"Un fraseo que habla". "No sólo
toca con swing, sino que lo hace de muchas formas".
Son algunas de las cosas que han escrito críticos
tan renombrados como Nat Hentoff para definir
su música. ¿Cuál es el secreto
de Paquito D'Rivera para tocar así?
Paquito D'Rivera: No hay ningún
secreto. Toco de forma espontánea y escojo
mi repertorio con honestidad, mezclando mi formación
académica con la intuición y corriendo
los riesgos que siempre trae consigo la improvisación.
A la vez soy siempre auto-crítico, escucho
la opinión ajena y trato de no caer en
la arrogancia, los excesos y alardes técnicos
que han empañado estilísticamente
a algunos músicos cubanos contemporáneos.
Lo que yo llamo la "Turbomúsica"
o arte olímpico. Yo fui uno de los "fundadores"
(por llamarle de algún modo) de tan lamentable
tendencia, pero pronto me di cuenta que era aburrido
y circense (sin la parte divertida del circo).
La música es un arte, no un deporte.
LC: ¿Qué significaron para
usted Chucho Valdés e Irakere?
Paquito: Chucho fue, durante mis años
formativos, después de mi padre y Benny
Goodman, el músico que más influyó
en mi carrera. Él y Oscarito Valdés.
Cuando formaron IRAKERE me sacaron del hoyo en
que me habían metido los del Ministerio
de Cultura cuando me botaron de la dirección
de la Orquesta Cubana de Música Moderna.
Y por ello les estaré eternamente agradecido
a ambos. El papel que jugué años
más tarde en el rescate del padre de Chucho,
Bebo, lo hice, además de mi admiración
por un icono olvidado de la música cubana,
también como una forma de pagar esa vieja
deuda de gratitud.
LC: Si existe un modo cubano dentro del
Latin Jazz, ¿se siente dentro de él
o es simplemente jazz?
Paquito: Cierta vez, Mario Bauzá
declaró a la revista Down Beat que "Paquito
D'Rivera es el único músico que
conozco que hace Latin Jazz; los demás
hacen Afro-Cuban Jazz". Eso fue una inexactitud
de Mario, pues ya desde antes que yo gente como
Gato Barbieri, Jorge Dalto y principalmente los
músicos brasileños venían
usando elementos de otros países latinoamericanos;
y aunque suene gracioso, y por supuesto, en un
contexto completamente distinto, tenemos que reconocer
que el primero que comenzó a mezclar marimbas
centroamericanas con acordeones, guitarrones mexicanos
y percusión cubana fue Xavier Cugat en
los años 20.
En cuanto al elemento cubano en el Jazz, yo diría
que sí existe y puede hablarse objetivamente
de una forma cubana de hacer Jazz, por la enorme
contribución que casi desde el principio
del género han hecho músicos como
Alberto Socarrás, Patato Valdés,
Mario Bauzá, Chano Pozo, Chico O'Farrill,
Julio Gutiérrez, Mongo Santamaría,
Gonzalo Rubalcaba, Chucho Valdés, Marco
Rizo, Machito, Candido Camero y un etcétera
largísimo.
LC: ¿Cómo siente la música
cubana actual?
Paquito: Muy acelerada, nerviosa y agresiva,
sobre todo después del fenómeno
IRAKERE. Gente como Paul Desmond, Chet Baker,
Miles Davis y Chirley Horn se hubieran muerto
de hambre en Cuba (¡que mal pensado eres!).
O acribillados por esas ráfagas de notas
silbando como proyectiles a su alrededor. Conmigo
TIENE que bailar, tírala por el balcón,
los metales del terror, fulano apretó a
mengano, yo SÍ tengo el uno, dale con la
punta-el palo... Todo es una guapería deportiva
que ha ido destruyendo el carácter alegre
y amistoso de la música cubana.
Hay mucha gente por acá que, aunque admiran
a los músicos cubanos, ya comentan que
les resulta difícil escuchar las grabaciones
de arriba-abajo, debido precisamente al exceso
de tensión. La música no tiene ni
un momento de relax.
Buddy Rich, Oscar Peterson, Dave Weckl, Chick
Corea, Nino Bravo, Bill Watrows, Niels Pedersen,
Mickel Breker, John Patitucci, Maynard Ferguson
y otros buenos músicos de afuera han sido
admirados en nuestro país básicamente
partiendo de las posibilidades técnicas
de estos. De lo contrario hubieran caído
en la categoría de los "mancos",
o cuando mejor entre los que "tocan bonito".
Yo he oído a pianistas de mi tierra elogiar
la madurez de su joven colega venezolano Ed Simon,
y hablar del uso que del espacio y el silencio
hace Thelonious Monk; y tras la última
palabra subirse en el cohete y pasarle a mil por
encima al teclado, como si para ellos estas normas
estéticas no aplicaran.
Yo también tengo la "desgracia"
de contar con cierta facilidad mecánica,
pero igual que he dejado de fumar hace años,
al menos trato concientemente de no molestar a
los demás con el exceso de notas; enfermedad
perfectamente curable (como la de no leer música)
y conocida por el nombre científico de
Notitis galopante, y en el caso de los pianistas:
Teclosis mecanográfica.
"Más que un dúo, más
bien suenan como dos locos desesperados tratando
de alcanzar primero la puerta de salida",
dijo acertadamente un comentarista de Miami sobre
dos de los más talentosos e influyentes
artistas en la escena actual del Latin Jazz (no
cubanos, por cierto), demasiado e innecesariamente
inclinados hacia el concepto olímpico-sonoro.
Términos como sangre caliente, temperamento
latino, pasión, swing y energía
son frecuente y equivocadamente confundidos con
velocidad, nerviosismo y volumen excesivo. ¡Que
es como confundir la magnesia con la gimnasia!
El Jazz es como el Son y el Tango, un género
musical muy difícil; no es una carrera
de relevos, de modo que no se puede medir la calidad
de un músico por la velocidad o la cantidad
de notas que logre meter en un compás.
Recordemos que uno de los solistas más
líricos e importantes de toda la historia
del Jazz fue Paul Desmond, quien se auto-titulaba
jocosamente: el saxofonista más lento del
mundo.
Por otro lado, y teniendo en cuenta estos turbo-detalles
y cualquier otro defecto que con mejor o peor
intención pudieran encontrar sus detractores,
la realidad es que mientras miles de músicos
de Jazz alrededor del mundo se contentan con la
mera imitación de los grandes maestros
del Norte, los cubanos de todas la generaciones,
muchas veces sin información ni recursos
materiales apropiados y luchando dentro de una
atmósfera francamente hostil, han sido
mucho más originales y creativos, aportando
audazmente elementos de su idioma musical materno
al lenguaje jazzístico. Todo esto trae
como consecuencia que fuera de los Estados Unidos,
país de origen del género, y quizás
con la única excepción de Brasil,
pueda hablarse con propiedad de un movimiento
de Jazz cubano, tanto por su continuidad como
por la cantidad de intérpretes y grupos
que cultivan y realmente aportan algo substancialmente
novedoso al estilo y al repertorio de este género.
Al César lo que es del César.
LC: ¿Cuál es el mayor daño
que le han hecho casi 50 años de revolución
a la música cubana?
Paquito: No sólo a la música,
sino a toda la cultura y a la mentalidad cubana
en general. Cuba es un país sin pasado,
donde la gente de menos de 50 años no conoce
a personajes ilustrísimos que han engrandecido
y dado prestigio a Cuba por todo el mundo. Nombres
como Jorge Bolet, Carlos Alberto Montaner, Gaston
Baquero, Tania León, Tres Patines, Cabrera
Infante, Chano Pozo, Aurelio de la Vega, Levy
Marrero, Carlos Erie y muy pronto el de Isaac
Delgado han sido borrados de la historia oficial
de Cuba.
LC: Los libros Mi vida saxual y Oh, La
Habana, sorprendieron agradablemente a muchos.
¿Cuándo descubrió que era
también escritor?
Paquito: Desde muy pequeño, junto
con la música, mi padre me enseñó
el camino mágico de la literatura a través
de escritores como Julio Verne, Salgari, José
Eustasio Rivera, Cervantes. Y así poco
a poco pasé de la lectura a la escritura.
En la escuela primaria gané algunos concursos
de la asignatura que se llamaba Composición,
y aquí, para mi sorpresa, en el año
2002 hasta gané un premio nacional de periodismo
por mi artículo Premio Nobel para la mona
Chita, sobre cierto parlamentario escandinavo
que propuso al "atorrante en jefe" para
el premio Nobel.
LC: ¿Qué significó
para usted la grabación de Mariel, en 1981?
Paquito: Un homenaje a los valientes que
vivieron esa odisea en carne propia. Y lo hice
en un momento en que los exiliados le huían
a los Marielitos como a la peste bubónica.
Y lo hice además porque siempre supe que
entre ellos venían gente buenísima,
que el paso de los años se ha encargado
de probar.
LC: ¿Qué hace Paquito D'Rivera
actualmente?
Paquito: Termino mi concierto para contrabajo,
saxofón y orquesta sinfónica, llamado
Conversaciones con Cachao. Es parte de mis labores
como compositor residente del festival de Caramoor,
uno de los festivales de música clásica
más importantes de los Estados Unidos.
Mi próximo proyecto musical es la zarzuela
Cecilio Valdés, inspirada en la de Roig,
sólo que el personaje central es Cecilio,
un mulato cubano cantante que se enamora de la
hija de un general retirado que trabaja con inversionistas
españoles en el Instituto de Turismo. Dos
jóvenes escritores cubanos muy talentosos
trabajan conmigo: Enrique del Risco y Alexis Romay.
Y cuando tengo tiempo, trato de trabajar en mi
próximo libro, Paisajes y Retratos. Ya
tengo retratos muy graciosos de Cachao, Lionel
Hampton, Fernando Mulens, Dizzy Gillespie y Juana
Bacallao.
LC: ¿Cómo se ve Paquito
D'Rivera en la Cuba futura?
Paquito: Esa es una pregunta difícil,
pues al ser tan apasionado, no soy un buen analista
político. Pero tengo una gran ilusión:
llevarle a mi gente lo mejor del arte mundial.
Y tengo fe en que los cubanos construiremos lo
que los comunistas han destruido, en muchísimo
menos tiempo, y con muchísimo más
amor. Si lo hemos logrado donde quiera que hemos
caído, ¿cómo no en nuestro
propia arena?
Foto: Cortesía de www.paquitodrivera.com
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