Remesas
familiares y realidades políticas
Por Pablo Alfonso. Diario
Las Américas, 23 de enero de 2007.
Por cada dólar estadounidense que llega
a Cuba como remesa familiar, la dictadura castrista
se queda de inmediato con $0.21 centavos. Diez,
para supuestos gastos de administración
bancaria y otros once que atribuyen al valor del
peso convertible, que los cubanos llaman "Chavito".
Así es, que en esencia, el destinatario
sólo recibe $0.79 centavos por cada dólar
que está obligado a cambiar en las casas
de cambio, conocidas como CADECAS.
Los economistas e instituciones cambiarias que
prestan atención al tema cubano, no manejan
las mismas cifras en cuanto al valor anual de
las remesas familiares que los cubanos envían
a los suyos en Cuba. El gobierno de Cuba, nunca
ha ofrecido cifras oficiales sobre el tema.
Hace algunos años la Comisión Económica
de América Latina y El Caribe (CEPAL),
organismo de Naciones Unidas, consideró
esas remesas en unos $800 millones de dólares.
El cálculo de la CEPAL fue muy disputado,
por cuanto los parámetros que manejaba
no parecieron a los expertos muy acertados. Muchos
consideraban que la cifra era menor.
A partir de entonces esa cifra ha variado y oscila
entre $600 y $1,000 millones de dólares
anuales. Algunos especialistas basan sus cálculos
en el valor de las ventas en las tiendas de divisas
- las TRD-, que reportan las estadísticas
cubanas. Las cifras más recientes indican
ventas por valor de $1,000 millones en el 2003
y de hasta $1,300 millones en el año 2004.
En lo que no hay discrepancias es en las ventajas
financieras que las remesas significan para el
régimen cubano. Se trata de un flujo de
dinero en efectivo, que ingresa a las arcas del
Estado sin apenas costo de operaciones.
Las remesas son más eficaces, por ejemplo,
que la industria turística, donde producir
$1.00 dólar le cuesta a ese sector $0.80
centavos, aproximadamente.
Y no hablemos de la zafra azucarera, donde el
valor de producción de $1.00 dólar
de azúcar, deja irremediablemente, pérdidas
significativas.
Ese flujo de divisas que llega con las remesas
-indican algunos analistas-, ha hecho posible
que la dictadura cubana no recurra a medidas de
liberalización económica y se mantiene,
así, aferrada a la estatización
empresarial.
Sin embargo, las remesas familiares tienen también
otras aristas, que sobrepasan el marco de lo económico.
Tienen que ver con lo político y lo social.
Hay una vieja máxima popular que afirma:
los extremos se tocan; y esto es particularmente
cierto en el caso de las remesas a Cuba.
Desde este lado del Estrecho de la Florida, algunos
sectores del exilio cubano que se autodefinen
como intransigentes y conservadores, se oponen
al libre envío de remesas familiares a
Cuba.
Dentro de Cuba, a los sectores más ortodoxos
e intransigentes de la dictadura les pasa lo mismo.
También se oponen al envío de remesas
familiares desde el exterior.
Por supuesto, cada uno de ellos, enarbola razones
diferentes.
En el exilio alegan, con cierta razón
que las remesas familiares sostienen a la dictadura
y le permite sobrevivir, sin verse obligada a
liberalizar su economía.
Los sectores "más duros" del
castrismo, alegan que las remesas familiares han
creado una peligrosa división en el seno
de la sociedad cubana, entre quienes reciben dólares
y sobreviven con ellos y quienes sólo tienen
los desvalorizados pesos cubanos y están
obligados a "inventar" para sobrevivir.
Ambos, sin embargo, están entrampados
en una realidad que supera sus argumentos: Ni
la dictadura castrista puede darse el lujo de
prescindir de las remesas familiares, ni los cubanos
que envían desde el exterior las remesas
a sus familiares a la isla, van a dejar a los
suyos sin la ayuda que necesitan.
Es la ley de las realidades políticas
y de los vínculos familiares que están
por encima de cualquier otra agenda.
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