Cuba
vuelve a debatir cómo inyectar gotas de libre
mercado en la economía
Por Bob Davis, The
Wall Street Journal. 10 de enero de 2007.
WASHINGTON - Con Fidel Castro fuera de la escena
pública debido a su estado de salud, algunos
importantes intelectuales cubanos están
delineando ideas para implementar medidas de mercado
y fortalecer la alicaída economía
comunista de la isla.
El debate, sofocado por Castro hace una década,
ofrece un panorama sobre cómo podría
ser la Cuba postcastrista. Y también es
una señal de alejamiento de la ortodoxia
en un momento en el que Hugo Chávez, discípulo
confeso de Castro, está llevando a Venezuela
hacia una variante cada vez más dura de
socialismo, como parte de una campaña para
alejar a sus aliados regionales del capitalismo.
Las propuestas de los economistas podrían
reducir la injerencia del Estado en la economía
y tratar de obtener más productividad de
la pequeña economía del país.
Entre las propuestas están: descentralizar
el control, ampliar el poder de los gerentes de
las cooperativas agrícolas privadas, expandir
la propiedad privada a otros sectores, impulsar
la inversión en infraestructura y aumentar
los incentivos a los trabajadores.
Ninguno de los planes reemplazarían el
comunismo por el capitalismo ni abrirían
la isla a la inversión extranjera, algo
que los economistas fuera de Cuba consideran esencial
para que prospere el país. Pero la discusión
da una idea de la clase de cambios que el gobierno
comunista podría tolerar.
[cubaecon]
"Estamos en medio de un proceso de debate,
el cual es cauteloso y controlado, pero está
sucediendo por primera vez en muchos años",
dijo Pedro Monreal, profesor en el Centro de Investigación
sobre Economía Internacional de La Habana.
"Es un momento histórico", dice
Julia Sweig, especialista en Cuba para el Council
of Foreign Relations, en Washington. "El
régimen cubano siente la confianza suficiente
como para dejar que voces que antes censuraba
estén en el centro del debate económico
acerca de las reformas".
Las propuestas son una respuesta a las constantes
privaciones que sufre Cuba, donde los salarios
estatales ni siquiera se acercan a cubrir el costo
de la vida. Pero la planificación se ha
vuelto más apremiante ante la prolongación
de los problemas de salud de Castro. El gobierno
cubano no ha revelado la naturaleza de la enfermedad,
pero un cirujano español dijo hace poco
que no es cáncer. No se ha visto a Castro
en público desde que cedió el poder
temporalmente a fines de julio y es improbable
que vuelva a la presidencia.
Cuba afirma que su economía creció
un 12,5% el año pasado, tras una expansión
del 11,8% en 2005, lo cual la convertiría
en uno de los países de mayor crecimiento
del mundo. Sus detractores, no obstante, dicen
que las cifras son tan falsas como las que proveía
la ex Unión Soviética. Carmelo Mesa-Lago,
profesor emérito de la Universidad de Pittsburgh,
ha seguido de cerca la economía cubana
durante mucho tiempo y dice que Cuba recurre a
trucos estadísticos, como duplicar las
entradas contables o cambiar el año base
para producir mejores resultados. "No veo
nada (en las estadísticas cubanas) que
justifique esta tasa mágica de crecimiento",
asevera Mesa-Lago, quien calcula que el gobierno
probablemente está inflando las cifras
en al menos dos tercios. El crecimiento de Cuba
se debe en gran parte a la ayuda de Venezuela,
que provee petróleo subvencionado y brinda
empleo a decenas de miles de profesionales cubanos.
El presidente venezolano, Hugo Chávez,
se considera un heredero de Castro y líder
de un bloque anti-EE.UU. El lunes anunció
la nacionalización de las mayores compañías
de telecomunicaciones y electricidad del país.
Incluso con la ayuda de Venezuela, la mayoría
de los cubanos sólo consiguen arreglárselas
trabajando en el mercado negro o gracias al dinero
que reciben de sus familiares en EE.UU. y Europa.
La diferencia entre las estadísticas del
gobierno cubano y los magros estándares
de vida de la gente puede aumentar la presión
popular por un cambio. "El pueblo cubano
puede creer que la economía crece estadísticamente,
pero no está creciendo en sus casas",
asegura Rafael Hernández, director de Temas,
una revista académica trimestral de La
Habana sobre economía política y
sociedad.
Hernández opina que el gobierno debería
retomar la agenda de reformas que Castro y su
hermano Raúl, actual presidente en funciones,
abandonaron en 1996 por desviarse demasiado de
la ideología socialista y socavar potencialmente
el control político. En aquel momento,
el régimen aprobó las cooperativas
agrícolas, en las que el Estado sigue siendo
propietario de la tierra pero los miembros de
la cooperativa son propietarios del negocio y
las máquinas. Estas cooperativas pueden
vender parte de su producción en mercados
locales a precios más altos que los fijados
por el gobierno. Hernández cree que las
cooperativas deberían usarse como modelo
para otros sectores.
Los pequeños fabricantes de textiles o
calzado deberían fundar cooperativas que
vendan en mercados privados, agrega. Ahora, el
gobierno sólo permite a las familias poseer
estas empresas privadas: una cooperativa podría
ampliarse y contratar empleados. Aun así,
según el plan de Hernández, los
miembros de la cooperativa no podrán vender
sus participaciones, para no acelerar la acumulación
de capital.
Monreal es partidario de un cambio más
profundo, al estilo de China y Vietnam. El modelo
chino requeriría mucha más descentralización
y aceptación del libre mercado de lo que
Cuba ha permitido. Es probable que sea necesaria
el fallecimiento de Castro para que el gobierno
emprenda reformas económicas. Castro se
ha opuesto implacablemente a cualquier cambio
que huela a capitalismo y cree que los subsidios
petroleros de Chávez han reducido los problemas
económicos y la necesidad de buscar incentivos
de mercado.
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