Profunda
preocupación por la salud de Hilda Molina y su
madre en Cuba
Infobae,
Argentina, 23 de abril de 2007.
El caso de la médica cubana Hilda Molina
estalló públicamente en 2004, cuando
trascendió con masividad que, pese a sus
reiterados pedidos (desde 1995 que se había
planteado ante la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos de la OEA) no se le permitía
viajar desde la isla hacia la Argentina para conocer
a sus nietos.
Tal privación de la libertad conmocionó
a la opinión pública local y extranjera
y produjo un meollo diplomático que no
desembocó en la solución rápida
de su pedido, que aún está en tramitación.
De aquellos días en que ella y su hijo,
también médico, Roberto Quiñones
nutrieron la polémica entorno a las restricciones
del régimen cubano a la actualidad, se
tuvo una última noticia del caso hace 9
meses, cuando el presidente Néstor Kirchner
entregó personalmente al mandamás
Fidel Castro, en ocasión de la celebración
de la Cumbre del Mercosur en Córdoba, una
misiva con la solicitud de que se permitiera viajar
al país. Pero no hubo respuesta.
El martes, en ocasión de una ponencia
sobre violaciones a los Derechos Humanos en Cuba
organizada por el Centro para la Apertura y el
Desarrollo de América Latina (CADAL), en
la que concurrió Quiñones dialogó
con Infobae.com reveló que "ha desmejorado
bastante la salud de mi abuela y ha desmejorado
la salud de mi madre (la Dra. Molina)".
"Lo más preocupante de todo es la
salud crítica de la abuela, en lo físico
está muy deshecha aunque en lo mental está
muy lúcida. Y lo más preocupante
es que la salud de mi madre ha empezado a flaquear
también. Todos sabemos que en el mes de
diciembre del año 2003 ella sufrió
una caída con la rotura en su muñeca
izquierda y le quedó como secuela un síndrome
de sudeck (se trata de una parálisis crónica
de los músculos de la mano y un síndrome
doloroso crónico que redunda en problemas
serios de movilidad con limitación para
las manualidades y actividades de la vida diaria)",
explicó.
"Hoy en día además padece
de fuertes dolores en una de sus rodillas con
limitación para caminar y también
en la columna vertebral, lo que pudiera tratarse
de artrosis o de alguna otra causa no conocida.
Esto quiero que lo sepa la opinión pública,
quiero que se sepa", dijo.
Según Quiñones, "en los últimos
dos meses, se ha producido un deterioro de la
salud de mi madre en detrimento de lo que ella
puede hacer por los cuidados de mi abuela"
y que esto le produce "una doble preocupación
porque todos esperábamos que al menos a
la abuela, a casi un año que se solicitó
por carta que nos visitara acá en la Argentina
apelando a un problema humanitario, todavía
no le han entregado ni tan siquiera su pasaporte".
El médico, angustiado como se lo notó
durante la entrevista, detalló que "dicho
por los miembros de la disidencia cubana, parecería
ser que se han ensañado con la abuela,
que tiene 88 años, simplemente por ser
madre de mi madre, cuando ella está deshecha,
en silla de ruedas, casi ciega y con la angustia
de ver a mi madre cómo está de salud".
"A mi madre ya le cuesta trabajo poder cuidar
y atender a la abuela como corresponde y al mismo
tiempo, cada vez se aleja más la posibilidad
de que pueda venir acá a la Argentina,
conocer a sus nietos argentinos y a verme",
remarcó y confesó: "Estamos
muy angustiados y hacemos un pedido desesperado".
Entre las preocupaciones de Quiñones,
se encuentra que Molina "hace más
de 15 años que no se hace estudios ni se
trata".
Pero lo que lo desvela es el temor de que, lo
público de su caso pueda producir consecuencias
negativas en cualquier tratamiento que emprendiera
su progenitora.
"Hace años colaboradores médicos
se acercaron a su departamento y le dijeron con
gran miedo a mi madre: 'mire doctora, esto tómelo
con pinzas pero se habla muy seriamente en el
ámbito médico de que si usted tiene
algún día la desgracia de enfermarse
o de requerir una cirugía o un procedimiento
médico o diagnóstico de esta gente,
están creando las condiciones para simular
un fallo anestésico o para simular una
complicación para deshacerse de usted de
la manera más elegante posible'".
De acuerdo con Quiñones, existen pruebas
de esto. "Una es que cuando se fractura su
muñeca izquierda en 2003, le colocan un
yeso mal y casi dos semanas y media después,
mi madre tiene que arrancarse el yeso porque le
estaba necrosando el brazo y la mano, le quedó
la citada secuela de esto", mencionó.
"Otro ejemplo que avala esto ocurrió
el día 16 de mayo de 2006, cuando mi abuela
se cae y sufre una fractura de su hombro derecho
y múltiple traumatismo craneal, facial,
con tantas heridas que casi se estaba desangrando
en el baño de nuestro departamento allá
en La Habana y la ambulancia, que se pidió
con urgencia tardó 10 horas en llegar para
llevarla a un hospital para que le hicieran unas
radiografías y demás", detalló
y advirtió que este "hecho también
fue tratado por el embajador argentino en La Habana".
"Diez horas estuvo con la abuela desangrándose
en el baño de la casa, solamente atendida
con algunos medicamentos y cosas que mi madre
tenía porque se la había yo enviado
o porque se la habían enviado alguna embajada
de países de la comunidad europea que están
sensibilizados con nuestro caso", mencionó.
Quiñones reveló que asimismo "he
denunciado a las autoridades del gobierno de la
Argentina un nuevo hostigamiento, que podría
tratarse de una suerte de tortura psicológica
y se trata de que le cortan la electricidad en
el edificio donde ella vive por 12 horas a razón
de 3 y 4 veces por semana y en 2 oportunidades
se ha comprobado que se la cortan selectivamente
(es decir, sólo a su departamento) cuando
el departamento es pequeño e interior y
aún en los días soleados le hace
falta luz artificial para poder ver", dijo
y recalcó que "esto ha sido denunciado
personalmente al embajador argentino en Cuba y
aquí, en la Cancillería".
Por lo manifestado es que el médico asegura
que "existen razones de peso para pensar
que ese temor a que a mi madre le hagan algo si
ella tiene que ir a un procedimiento quirúrgico,
anestésico, etc, es muy real".
Ante la empeorada salud de su madre y su abuela
se le preguntó a Quiñones si no
había pensado en viajar él mismo
hacia la isla. "A quien me hace la pregunta
le respondo: si no le permiten viajar a una anciana
de 88 años, que nunca militó en
política, que nunca estudió ninguna
carrera universitaria en cuba, que no les debe
nada en lo absoluto... ¿qué garantías
reales tengo yo de que si voy no me dejen a mí
adentro de los pelos?".
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