Amputado cubano busca nuevos brazos y nueva vida
en EEUU
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MIAMI, 15 (AP) - Jorge Aluar vio cómo
los otros 14 cubanos en su embarcación
se desmayaban y vomitaban debido a la deshidratación
y a la exposición al sol durante su travesía
de ocho días en las aguas del Caribe. Y
decidió saltar al mar y ahogarse.
El hombre que tenía "EEUU" tatuado
en el pecho había intentado suicidarse
antes en una celda cubana bebiendo ácido
y pidiéndole a otro preso que le cortase
las piernas para morirse desangrado. Era una lucha
desesperada para un hombre sin brazos.
Los médicos le habían ayudado a
sobrevivir. Esta vez, su salvador fue uno de sus
mejores amigos que dejó a su familia en
Cuba para ayudarle a venir aquí, y quien
hoy baña a Aluar y le ayuda a alimentarse.
Fue quien impidió que se suicidara.
"Le dije que tenía que seguir luchando
porque tiene dos hijos en Cuba", explicó
Lázaro Jardines, de 29 años, quien
llegó a Miami junto con Aluar hace pocas
semanas. "Si dio el primer paso en este proceso,
tenía que seguir adelante hasta que todos
muriésemos o nos rescataran".
Aluar, Jardines y otros 13 salieron clandestinamente
de Cuba en marzo en una embarcación improvisada,
como parte del flujo regular que escapa de la
isla comunista. El bote se averió y flotaron
diez días a la deriva hasta que fueron
rescatados por un bote de contrabandistas y llevados
a Cancún, en México. Los dos pasaron
allí seis días hasta que un familiar
pagó 2.000 dólares por su rescate.
Un viaje en autobús a Tijuana, el cruce
fronterizo, un viaje en taxi hasta San Diego y
tres vuelos se sucedieron hasta que los dos llegaron
a Miami con objetivos específicos.
"Yo quería reemplazar mis brazos",
dijo Aluar, de 37 años. "Después
de eso, me propongo traer a mi esposa y mis hijos.
Pero lo que más deseo es conseguir brazos
nuevos".
Aluar perdió sus brazos durante su primera
sentencia de cárcel de cuatro años
en Cuba, donde había sido arrestado por
tratar de huir en un bote en 1986 cuando tenía
16 años. Un amigo que lo visitó
en la cárcel le dijo que podía lograr
el traslado a un hospital si se inyectaba un producto
de petróleo similar al querosene.
Aluar se inyectó en ambas manos. Se lo
dijo a las autoridades de la prisión, que
no le creyeron y lo enviaron a una celda mugrienta
en vez de un hospital en Ciego de Avila. Empezó
a sentir dolores y luego perdió el movimiento
de los brazos hasta que finalmente lo enviaron
a un hospital.
Sufrió un ataque cardíaco y estuvo
al borde de la muerte. Le tuvieron que amputar
los dos brazos a la mitad de los bíceps.
Su intento por escapar de la celda enfermándose
le había resultado trágico.
"Cuando me vi sin brazos traté de
saltar desde la ventana de un tercer piso",
dijo recientemente. "Quería la libertad,
pero yendo a Estados Unidos y no perdiendo mis
brazos".
Finalmente salió de la cárcel a
los 20 años. Pero seis meses después
le volvieron a imponer otra pena de prisión.
Aluar dice que un informante les reveló
a las autoridades sus planes de contactar una
radio de Miami para contarles su odisea.
Nuevamente preso, bebió ácido y
pidió que le hicieran cortes en las piernas
en un infructuoso intento de suicidio. En 1994
le permitieron salir de la cárcel siempre
que prometiera no volver a la provincia.
Aluar se estableció en La Habana y se
casó. Ganaba dinero suelto como guía
turístico. Eso, sumado a unos 6 dólares
mensuales y alimentos racionados que recibía
del gobierno, apenas le permitían sobrevivir
a él, su esposa y un hijastro (Los cubanos
que trabajan en turismo y para el gobierno generalmente
ganan más).
"Cuando uno no tiene detergente, jabón
para bañarse, aceite ni arroz para comer,
la gente se vuelve loca", afirmó.
"Uno está luchando constantemente
para alimentar a la familia".
Mientras tanto, seguía pensando en irse
de Cuba. Se había informado sobre Estados
Unidos con un tío opuesto al régimen
de Fidel Castro y que era prisionero político.
Aluar también tiene tatuajes con la leyenda
"EEUU" y "Sólo 90 millas
me separan de la felicidad", la distancia
entre Cuba y Cayo Hueso.
También trabó amistad con Jardines,
su vecino en Guanabacoa. Ambos compraban animales
en zonas rurales y los vendían en la capital
para suplementar sus ingresos.
"Alguien me preguntó una vez qué
interés tenía yo en él",
dijo Jardines. "¿Por qué habría
de querer algo de él cuando lo único
que me interesa es ayudarlo? La persona que me
hizo esa pregunta evidentemente no tiene amigos".
Aluar pidió su entrada legal a Estados
Unidos y obtuvo un pasaporte cubano. También
le dijeron oficialmente que no le iban a dar brazos
artificiales.
En enero se puso en contacto con otra gente para
huir en bote. Jardines prometió ayudarlo.
Su esposa lo dejó ir a regañadientes.
Muchos cubanos que vienen a Estados Unidos dicen
que buscan una vida mejor con más libertades.
Según la ley vigente, los inmigrantes cubanos
pueden solicitar residencia permanente después
de un año.
Aluar ya tiene tarjetas del seguro social y del
seguro médico Medicaid. Sus amigos cubanos-estadounidenses
le han regalado dinero, una cama, ropas y un teléfono
celular. Un médico de origen cubano le
ayudará a asegurar las prótesis
que costarán 120.000 dólares o más.
Aluar se está adaptando lentamente a lo
que califica de "paraíso". Dijo
que le sorprendió ver que un hombre vendía
dos bicicletas por 20 dólares ("Eso
vale oro en Cuba") y se quedó con
la boca abierta cuando vio un bufet chino que
ofrecía "todo lo que usted pueda comer".
Mientras tanto, Jardines y Aluar siguen dependiendo
el uno del otro. Jardines baña y alimenta
diariamente a su amigo, y planea buscar un empleo
y el modo de traer aquí a las dos familias.
"Si alguien me da 100 dólares, es
para los dos", dijo Aluar. "Si vamos
a comer unos dulces, es uno para él y otro
para mí... Y si enviamos algunas golosinas
a Cuba, una parte va a sus hijos y otra a los
míos".
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