PRENSA INTERNACIONAL
Abril 16, 2007
 

Amputado cubano busca nuevos brazos y nueva vida en EEUU

Yahoo! News.

MIAMI, 15 (AP) - Jorge Aluar vio cómo los otros 14 cubanos en su embarcación se desmayaban y vomitaban debido a la deshidratación y a la exposición al sol durante su travesía de ocho días en las aguas del Caribe. Y decidió saltar al mar y ahogarse.

El hombre que tenía "EEUU" tatuado en el pecho había intentado suicidarse antes en una celda cubana bebiendo ácido y pidiéndole a otro preso que le cortase las piernas para morirse desangrado. Era una lucha desesperada para un hombre sin brazos.

Los médicos le habían ayudado a sobrevivir. Esta vez, su salvador fue uno de sus mejores amigos que dejó a su familia en Cuba para ayudarle a venir aquí, y quien hoy baña a Aluar y le ayuda a alimentarse. Fue quien impidió que se suicidara.

"Le dije que tenía que seguir luchando porque tiene dos hijos en Cuba", explicó Lázaro Jardines, de 29 años, quien llegó a Miami junto con Aluar hace pocas semanas. "Si dio el primer paso en este proceso, tenía que seguir adelante hasta que todos muriésemos o nos rescataran".

Aluar, Jardines y otros 13 salieron clandestinamente de Cuba en marzo en una embarcación improvisada, como parte del flujo regular que escapa de la isla comunista. El bote se averió y flotaron diez días a la deriva hasta que fueron rescatados por un bote de contrabandistas y llevados a Cancún, en México. Los dos pasaron allí seis días hasta que un familiar pagó 2.000 dólares por su rescate.

Un viaje en autobús a Tijuana, el cruce fronterizo, un viaje en taxi hasta San Diego y tres vuelos se sucedieron hasta que los dos llegaron a Miami con objetivos específicos.

"Yo quería reemplazar mis brazos", dijo Aluar, de 37 años. "Después de eso, me propongo traer a mi esposa y mis hijos. Pero lo que más deseo es conseguir brazos nuevos".

Aluar perdió sus brazos durante su primera sentencia de cárcel de cuatro años en Cuba, donde había sido arrestado por tratar de huir en un bote en 1986 cuando tenía 16 años. Un amigo que lo visitó en la cárcel le dijo que podía lograr el traslado a un hospital si se inyectaba un producto de petróleo similar al querosene.

Aluar se inyectó en ambas manos. Se lo dijo a las autoridades de la prisión, que no le creyeron y lo enviaron a una celda mugrienta en vez de un hospital en Ciego de Avila. Empezó a sentir dolores y luego perdió el movimiento de los brazos hasta que finalmente lo enviaron a un hospital.

Sufrió un ataque cardíaco y estuvo al borde de la muerte. Le tuvieron que amputar los dos brazos a la mitad de los bíceps. Su intento por escapar de la celda enfermándose le había resultado trágico.

"Cuando me vi sin brazos traté de saltar desde la ventana de un tercer piso", dijo recientemente. "Quería la libertad, pero yendo a Estados Unidos y no perdiendo mis brazos".

Finalmente salió de la cárcel a los 20 años. Pero seis meses después le volvieron a imponer otra pena de prisión. Aluar dice que un informante les reveló a las autoridades sus planes de contactar una radio de Miami para contarles su odisea.

Nuevamente preso, bebió ácido y pidió que le hicieran cortes en las piernas en un infructuoso intento de suicidio. En 1994 le permitieron salir de la cárcel siempre que prometiera no volver a la provincia.

Aluar se estableció en La Habana y se casó. Ganaba dinero suelto como guía turístico. Eso, sumado a unos 6 dólares mensuales y alimentos racionados que recibía del gobierno, apenas le permitían sobrevivir a él, su esposa y un hijastro (Los cubanos que trabajan en turismo y para el gobierno generalmente ganan más).

"Cuando uno no tiene detergente, jabón para bañarse, aceite ni arroz para comer, la gente se vuelve loca", afirmó. "Uno está luchando constantemente para alimentar a la familia".

Mientras tanto, seguía pensando en irse de Cuba. Se había informado sobre Estados Unidos con un tío opuesto al régimen de Fidel Castro y que era prisionero político. Aluar también tiene tatuajes con la leyenda "EEUU" y "Sólo 90 millas me separan de la felicidad", la distancia entre Cuba y Cayo Hueso.

También trabó amistad con Jardines, su vecino en Guanabacoa. Ambos compraban animales en zonas rurales y los vendían en la capital para suplementar sus ingresos.

"Alguien me preguntó una vez qué interés tenía yo en él", dijo Jardines. "¿Por qué habría de querer algo de él cuando lo único que me interesa es ayudarlo? La persona que me hizo esa pregunta evidentemente no tiene amigos".

Aluar pidió su entrada legal a Estados Unidos y obtuvo un pasaporte cubano. También le dijeron oficialmente que no le iban a dar brazos artificiales.

En enero se puso en contacto con otra gente para huir en bote. Jardines prometió ayudarlo. Su esposa lo dejó ir a regañadientes.

Muchos cubanos que vienen a Estados Unidos dicen que buscan una vida mejor con más libertades. Según la ley vigente, los inmigrantes cubanos pueden solicitar residencia permanente después de un año.

Aluar ya tiene tarjetas del seguro social y del seguro médico Medicaid. Sus amigos cubanos-estadounidenses le han regalado dinero, una cama, ropas y un teléfono celular. Un médico de origen cubano le ayudará a asegurar las prótesis que costarán 120.000 dólares o más.

Aluar se está adaptando lentamente a lo que califica de "paraíso". Dijo que le sorprendió ver que un hombre vendía dos bicicletas por 20 dólares ("Eso vale oro en Cuba") y se quedó con la boca abierta cuando vio un bufet chino que ofrecía "todo lo que usted pueda comer".

Mientras tanto, Jardines y Aluar siguen dependiendo el uno del otro. Jardines baña y alimenta diariamente a su amigo, y planea buscar un empleo y el modo de traer aquí a las dos familias.

"Si alguien me da 100 dólares, es para los dos", dijo Aluar. "Si vamos a comer unos dulces, es uno para él y otro para mí... Y si enviamos algunas golosinas a Cuba, una parte va a sus hijos y otra a los míos".

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