PRENSA INTERNACIONAL
Septiembre 4, 2006
 

Opiniones contrapuestas entre expertos y exiliados sobre la designación de Ramiro Valdés

Agencias. Encuentro en la Red, 1 de septiembre de 2006.

Expertos y representantes de grupos del exilio en Miami opinaron este jueves sobre la designación de Ramiro Valdés como nuevo ministro cubano de la Informática y las Comunicaciones. Algunos la vieron como una búsqueda de "unidad" en el régimen y otros como un gesto de escasa relevancia.

Se infiere la intención del gobierno de Cuba de "atraer" a mandos no especialmente afectos a Raúl Castro para fraguar un modelo de "unidad" en el proceso de sucesión, dijo Jaime Suchlicki, profesor del Instituto de Estudios Cubanos de la Universidad de Miami, informó EFE.

Esta es la primera designación de un ministro desde que el pasado 31 de julio Fidel Castro anunciase la cesión provisional del poder a su hermano Raúl, tras someterse a una delicada operación intestinal.

Puede ser también, agregó Suchlicki, que el nombramiento de Valdés sea una decisión "impuesta" por Fidel Castro para blindar "las filas revolucionarias y que no haya divisiones internas".

En cualquier caso, la designación "no significa cambio alguno, sino todo lo contrario, un endurecimiento" del sistema y "no una apertura", señaló Suchlicki a EFE.

Con este diagnóstico coincidió el analista estadounidense Brian Latell, quien sostuvo que el gobierno cubano busca vertebrar la "unificación de todos sus elementos".

La premisa cubana, según Latell, antiguo analista de la CIA, consiste en "presentar un frente unido al mundo, a la Administración de Bush y al exilio cubano en Miami".

Por su parte, Alfredo Mesa, director ejecutivo de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), consideró que con este nombramiento, Raúl Castro muestra su "desprecio y poca lealtad".

A juicio de Mesa, se trata de "un nombramiento de poca relevancia" que deja ver la nula confianza que Raúl Castro demuestra a "los que le rodean" y a Valdés.

Raúl Castro intenta dejar claro que "Ramiro Valdés no es un hombre de su confianza" en el proceso de sucesión, dijo Mesa.

El nombramiento de Valdés, quien participó junto a Fidel Castro en el asalto al Cuartel Moncada, en 1953, y en el desembarco del Granma, en 1956, supone un alineamiento con la línea más dura de la revolución y "demuestra" que el gobierno cubano "busca una identidad en la sucesión que no existe", porque "esta sucesión no tiene validez", subrayó Mesa.

Para Ricardo Bofill, presidente del Comité Cubano pro Derechos Humanos, está muy claro que La Habana persigue articular "un balance de poder interno", ya que Valdés, "fue el brazo ejecutor de Fidel Castro y su colaborador más directo".

Bofill, que sufrió prisión durante 16 años en Cuba por su oposición al régimen, afirmó que se trata de un "gesto político para desempolvar una figura" que, si bien mantuvo una "rivalidad personal con Raúl", ésta nunca se tradujo en "discrepancias ideológicas".

Valdés es "una suerte de verdugo", un hombre de "vida disoluta, un mediocre y un vago" muy preparado para "las intrigas", pero "ineficiente y pésimo administrador", opinó Bofill.

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