LABORALES
Silencio antes y después de la muerte
Karell Infante Mantilla
HOLGUIN, Cuba - Octubre (Jóvenes sin
Censura / www.cubanet.org) - Un día se
vieron sin fuentes de materia prima al quedar
sin trabajo los que fueron obreros del ministerio
del Azúcar, y vivieron de esta y de sus
derivados: los electrodos para enrollar alambres
eléctricos, en el caso de soldadores y
electricistas, maestros de la supervivencia haciendo
chivos (entiéndase, haciendo trabajos particulares
con los recursos del Estado), y nunca ni por mucho
por su exiguo salario de trabajador cubano. Ahora
se han convertidos por obra y gracia del genio
de la maldad en estudiantes, sin importar edad,
lo mismo de técnico medio que hasta de
universitario.
Parece contradictorio, pero la verdad es que
el Estado no pretende mejorar el nivel de vida
de los trabajadores a través de su superación
profesional, sino acabar con el escape de recursos
materiales masivo hacia el mercado negro, fuente
de vida por excelencia del cubano. También,
busca evitar que la masa de desempleados se convierta
en un potencial delictivo, de amenazarse aún
más la frágil estabilidad social,
influyendo política e ideológicamente
en ellos por medio de las aulas y hasta hacer
creer a los cubanos que somos el único
país que utiliza el estudio como empleo.
Una vez culminada la campaña propagandística
comenzó el retorno de los trabajadores
estudiantes al trabajo manual sin importar la
calidad docente, y con ello comenzaron también
las protestas laborales, la negación de
trabajar sin ropas ni zapatos en la agricultura,
y la construcción de lo que se ha dado
en llamar "Obras de la batalla de idea".
Dos dirigentes obreros se erigieron escudos
y después de unas leves victorias, como
reducción de la jornada laboral y moderado
respeto por el programa de estudio, aun quedan
exigencias, como la firma de contratos de trabajo,
según lo establece la legislación
laboral vigente y el respeto por las normas mínimas
de seguridad e higiene del trabajo.
Javier Hernández Betancourt es y ha sido
la lanza en el costado de estos forzados estudiantes
(humillados trabajadores), jefe de la oficina
de empleadores de San Germán, Holguín.
Queda por aclarar la muerte, hace sólo
unos días, de uno de estos dirigentes obreros
en un accidente, cuando un cargador frontal de
siete toneladas le paso dos veces por encima,
y cuyo nombre no puedo publicar sin la autorización
de su familia.
No acuso, no niego la posibilidad de que sea
un accidente, pero hubo silencio e indiferencia
durante las protestas, y lo hay ahora después
de la muerte. A Dios pido se recuerde a todos
los que un día estuvieron allí,
y fueron parte de la eufemística "batalla
de idea". Termino por ahora con las palabras
de Martí: "¡Póstrense
de hinojos en la tierra, tiemblen de remordimiento,
giman de pavor todos los que aquel tremendo día
ayudaron a matar!".
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